Aunque compartieran marco temporal, las últimas momias halladas poco tienen que ver con el antiguo Egipto. Fueron encontradas en Portugal, surgieron tras un proceso de momificación natural y, sobre todo, pertenecen a abejas. Unas abejas con tres milenios.
Un sarcófago natural. Un equipo de investigadores ha hallado en Portugal un yacimiento con miles de abejas momificadas dentro de los capullos que las protegían. Los expertos estiman que los cuerpos tienen unos 3.000 años de antigüedad.
Puesto que se momificaron en su propio capullo, se trata de ejemplares jóvenes. Los investigadores llegaron a detectar en algunos de estos el polen monofloral dejado en el interior de este “sarcófago” para la alimentación de las crías durante este periodo de su desarrollo.
Los restos fueron hallados en cuatro yacimientos situados entre las freguesías de Vila Nova de Milfontes y Odeceixe, situadas respectivamente en la costa de los municipios de Odemira (Alentejo) y Aljezur (Algarve) en Portugal.
Estado de conservación óptimo. Los responsables del hallazgo resaltan el buen estado de conservación que ha propiciado este proceso de momificación, un fenómeno nada convencional. Además de encontrar trazas de polen de casi 3.000 años de antigüedad los investigadores pudieron adentrarse en la anatomía de estas momias para saber más de los ejemplares.
“El grado de conservación de estas abejas es tan excepcional que no sólo fuimos capaces de identificar los detalles anatómicos de que determinan el tipo de abeja sino también el sexo y hasta la reserva de polen monofloral dejada por la madre cuando construyó el capullo,” explicaba en una nota de prensa Carlos Neto de Carvalho.
Para lograr este grado de detalle, el equipo recurrió a la tomografía microcomputerizada. Con ello obtuvieron una imagen precisa y en tres dimensiones del interior de los capullos. La datación de los restos se hizo a través de carbono 14. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Papers in Palaeontology.
Eucera. Las momias pertenecen a abejas del género Eucera, un grupo al que pertenecen unas doscientas de las 20.000 especies de abejas conocidas, algunas de ellas en peligro de extinción. La especie a la que pertenecen es tan solo una de las 700 identificadas en Portugal.
Millones de años de nidos, pocas abejas. El hallazgo tiene bastante de excepcional. Como señala Andrea Baucon, uno de los autores de la investigación, si bien tenemos un rastro fósil de las abejas que se retrotrae 100 millones de años, éste se basa casi de forma exclusiva en nidos y colmenas. Los restos de abejas prehistóricas son prácticamente inexistentes.
Esto se debe a la celeridad con la que el exoesqueleto de estos animales se descompone tras su muerte. Según la hipótesis de los autores del estudio, la muerte y posterior momificación de estas abejas se pudo haber sido causada bien por un rápido descenso de la temperatura nocturna al final del invierno; o bien por una inundación prolongada y fuera de temporada de la zona, la cual habría matado a las abejas de frío o asfixia. La causa real es por ahora un misterio.
Según los propios autores, comprender mejor las circunstancias de este proceso podría ayudarnos en el presente a desarrollar “estrategias de resiliencia” con las que evitar la creciente amenaza que pende sobre estos insectos.
En Xataka | La fascinante historia sobre cómo descubrimos que las abejas perciben el tiempo
Imagen | Federico Bernardini/ICTP / Andrea Baucon
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