La colonia bacteriana se encuentra a 4,2 metros bajo el suelo, probablemente aislada de contacto con el exterior
Mientras algunos buscan vida fuera de la Tierra esta no deja de sorprendernos en nuestro propio planeta. La vida puede aparecer en lugares tan insospechados, como a más de dos metros bajo tierra en pleno desierto del Atacama.
Bajo el suelo del desierto. A través de muestras de ADN, grupo de investigadores ha sido capaz de encontrar vida bacteriana en el subsuelo del desierto del Atacama. Esta colonia de bacterias no solo estaría habitando a hasta 4,2 metros bajo el suelo, también se encontraría aislada del resto del mundo.
El Atacama. En el desierto del Atacama podemos encontrar algunos de los parajes más inhóspitos del mundo. No en vano este es el desierto cálido más seco del mundo. En estas condiciones extremas, la vida microbiana es de vital importancia.
Estos microorganismos, señala el equipo responsable del hallazgo, median los flujos de nutrientes en estos ecosistemas. Son ellos los que aprovechan componentes del suelo, como sales y otros minerales, además de gases atmosféricos como forma de proveerse de energía e hidratación.
“El estudio de la diversidad y distribución microbiana es crucial para comprender plenamente el papel central de los procesos microbianos en mantener el balance ecológico y la funcionalidad de los ecosistemas desérticos, especialmente con respecto a su desarrollo futuro en el contexto del cambio climático,” explica en una nota de prensa Dirk Wagner, coautor del trabajo.
ADN intracelular. El análisis se realizó en el área de Yungay, situada a unos 60 kilómetros al sudeste de Antofagasta. El equipo recogió muestras de suelo hasta profundidades de 4,2 metros. Submuestras obtenidas cada 30 centímetros de descenso fueron enviadas al laboratorio para un análisis detallado.
La metodología planteada para este análisis incorporó una nueva técnica de análisis del ADN. El objetivo de esta era poder enfocarse en el ADN intracelular y evitar su confusión con ADN extracelular. El primero de estos es el que aún puede encontrarse en el interior de las células, por lo que es el que nos indica la presencia de organismos vivos o que lo han estado en periodos recientes.
Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista PNAS Nexus.
Distintas profundidades, distintos ecosistemas. El equipo observó que la vida microbiana del subsuelo de esta región se encontraba estratificada. En los 80 centímetros inmediatos al suelo el equipo encontró rastros de bacterias del filo Firmicutes. La presencia de estas bacterias iba decreciendo poco a poco conforme la salinidad del suelo aumentaba y la cantidad de agua disminuía.
La sorpresa vino más abajo, donde el equipo encontró una nueva capa de organismos, en este caso del filo Actinobacteriota. Estas bacterias suelen ser típicas de suelos particularmente secos. Esta colonia, explica el equipo, podría estar aislada del resto por la antes mencionada capa intermedia de alta salinidad.
Vivir sin oxígeno. Hay dos preguntas que se vienen a la cabeza: cómo y por qué. Respecto a la segunda, la profundidad del subsuelo podría proteger a estas bacterias de la radiación solar. El equipo plantea la hipótesis de que esta comunidad podría haber quedado enterrada por sedimentos tras haber colonizado el suelo en el que se encuentra hace unos 19.000 años.
Imagen | e de agua de estas bacterias estaría en el yeso vesicular. Estas bacterias podrían extraer el H2O de este mineral y disolverlo en anhidrita. La energía, por su parte la obtendrían a partir de trazas de gases como el hidrógeno, mientras que el CO2 les legaría el carbono necesario para su crecimiento. L. Horstmann, GFZ
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Imagen | L. Horstmann, GFZ
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