El huracán Danielle va camino de convertirse en nada, pero las reglas de juego han cambiado para siempre

El desplazamiento de huracán Danielle sigue siendo un quebradero de cabeza para los meteorólogos a partir de los 4-5 días de predicción y los modelos siguen con "dudas" en su trayectoria final. No obstante, conforme nos vamos acercando a la fecha de "impacto" y los modelos ganan en fiabilidad parece que la trayectoria enfila hacia las islas británicas.

Lo que queda de Danielle. Como explica muy bien Martín León, todo parece indicar que Danielle "permanecerá sobre aguas alrededor de 26 – 27 ºC y en un ambiente de baja cizalladura durante las próximas 36 horas". Eso significa que el huracán mantedrá su intensidad durante al menos 36 horas para luego, ir perdiendo fuerza a medida que se interna en zonas más frías.

En 48 horas, se espera que el ciclón entre en lo que denominamos transición extratropical. De esta forma, si todo va según esperamos, los restos del ciclón se internarían en Europa occidental convertidos en una borrasca tradicional. Si sumamos a esto que "las últimas predicciones de los modelos del ECMWF han reorientado la trayectoria hacia las Islas Británicas", el escenario de que Danielle impacte de alguna forma a España se diluye casi por completo. Siempre puede haber cambios de última hora, pero cada vez hay menos opciones.

ECMWF (vía RAM)

Así que finalmente el huracán se queda en nada. Ya decíamos en el primer artículo que dedicamos a Danielle que "el alarmismo podía desorientarnos". Sí, es cierto: los mapas son espectaculares y el riesgo de que afecte al noroeste de la península no se podía descartar (el domingo, de hecho, llegó a ser el escenario más probable); pero centrando nuestra atención en eso, corríamos el riesgo de perder de vista lo fundamental: "que los mecanismos atmosféricos están cambiando y no sabemos con qué nos vamos a encontrar".

No es algo que nos pille por sorpresa. Si nos vamos a los datos, podemos ver que las tormentas de origen tropical han llegado a Europa con más frecuencia desde el 2000 que durante los años 80 y 90. Como señalaba hace unos años González Alemán, "lo normal era que cada tres o cuatro años uno se descarrilara y apareciera por el Atlántico norte". Sin embargo, en los últimos 15 años la frecuencia ha sido casi anual.

Los huracanes fríos. Al fin y al cabo, se junta una tendencia nítida hacia el aumento de huracanes en el Atlántico, como la aparición de "ciclones tropicales" cada vez más al norte. Es la receta básica que va a terminar enfrentándonos a un huracán más pronto que tarde. Sobre todo, porque (aunque teóricamente estamos protegidos por el cinturón de aguas frías que rodea a la península y se extiende hacia África) el histórico deja claro que "existen ciclones tropicales con temperaturas del mar bastante inferiores a los 26ºC. Incluso en categoría de huracán".

El futuro está en el ojo del ciclón. La relación huracanes y el cambio climático sigue siendo contraintuitiva. La lógica nos dice que en la medida en que el Atlántico no ha dejado de calentarse de 1870, la probabilidad de los huracanes debería aumentar. Pero los modelos no nos dicen eso: nos dice que la potencia de los ciclones tropicales irá a más, pero el numero de eventos puede que sea incluso menor del actual. En el fondo, lo que subyace es lo poco que sabemos aún de estos monstruos atmosféricos pese a lo mucho que hemos aprendido estos años.

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