Cuando pensamos en la ganadería que lleva carne y otros productos animales hasta nuestras neveras es más probable que pensemos en el fin de la vida del animal y no en el comienzo. Tendemos a olvidar que todo empieza con la inseminación, y que detrás de ella hay toda una pequeña industria. Una que empieza, nada menos, con la extracción del esperma de un animal.
A lo largo del siglo XX el pavo ha sido uno de los animales de cría que cambios más radicales ha sufrido, especialmente en un aspecto: el tamaño. Estas aves han doblado su tamaño en menos de cien años y en parte es gracias a nuevas técnicas de inseminación. Para lograrlo, extraer el esperma de estos animales es un proceso clave. Por supuesto, existen empresas y profesionales especializados en ello.
Pero antes de considerar cómo las innovaciones en estas técnicas han facilitado que la producción ganadera se haya disparado, no sólo en lo que respecta al tamaño de los pavos sino también a su número (se estima que sólo en 2021 en Estados Unidos se sacrificaron más de 216.000 pavos), puede convenir entender el por qué.
Y es que el proceso de recolectar esperma de los machos con el que inseminar a las hembras podría parecer un proceso demasiado engorroso para algo que sucede de forma natural en el apareamiento. Pero el proceso “artificial” otorga importantes ventajas a los ganaderos.
El primero es que, incluso en animales relativamente pequeños como las aves de corral, en ocasiones es necesario transportar a los machos utilizados para la cría junto a las hembras. En el caso de animales pesados, desde cerdos hasta ganado vacuno la diferencia puede ser muy notoria. Transportar un vial suele ser más sencillo.
La segunda ventaja tiene que ver con el número de hembras que puedan ser inseminadas a partir de un macho. De manera natural, tan sólo una hembra puede ser inseminada por cada descarga del macho. A través de la recolección de semen es posible optimizar el proceso puesto que una pequeña cantidad de líquido puede portar esperma suficiente como para fecundar más de una hembra.
En conjunto, el proceso de inseminación artificial da más facilidades a los ganaderos para controlar el proceso de fecundación y controlar las características de las futuras generaciones de su ganado.
¿Y cómo es el proceso de extracción de este esperma? Hybrid, una empresa especializada en la inseminación de pavos, da algunas caves sobre este proceso en su página web. El primer paso tiene que ver con las condiciones previas a las que tienen que ser sometidos los machos para garantizar la calidad del esperma.
El primero tiene que ver con la luz. No siempre las explotaciones ganaderas cuentan con unas condiciones de iluminación óptimas. Los pavos deben recibir luz suficiente, un mínimo de 14 horas diarias. En caso de que la iluminación natural no sea suficiente éste deberá ser compensada con iluminación artificial.
Una nutrición adecuada también es importante a la hora de obtener mejores resultados. La calidad del esperma puede deteriorarse si los machos son engordados en exceso. Garantizar una buena calidad del agua también es importante para evitar que estos puedan contraer enfermedades.
Un proceso con técnica
Antes de la extracción del semen que se utilizará en la fecundación, los machos deben ser “pre-ordeñados” al menos dos veces durante la semana anterior. Uno de los motivos es el de poder examinar la calidad del esperma recolectado de cada macho para centrarse en aquellos de mayor calidad, a la vez que se sigue monitorizando la calidad del esperma del resto para detectar mejoras.
Los recolectores de esperma deben comprobar primero visualmente la calidad del esperma recolectado. El motivo tiene que ver con la anatomía de las propias aves. Estos animales no cuentan con genitales externos, sino que comparten cavidad, tanto en machos como en hembras, con el aparato digestivo y urinario: la llamada cloaca.
Es por esta característica anatómica que la posibilidad de contaminación sea mayor, lo que implica que sea conveniente descartar muestras que no tengan un color blanco por poder estar contaminadas con heces, orina o sangre.
La extracción del esperma puede ser llevada a cabo por uno o dos trabajadores. Cuando el equipo consta de dos trabajadores, uno recibe el nombre de “operario” y otro de “ordeñador”. Es este segundo el que se encarga de estimular la zona de la cloaca del ave y realizar la aspiración del semen a través de una cánula o tubo introducido en la cavidad del animal.
Resulta recomendable que el esperma extraído se utilice en las horas siguientes a su extracción. En este sentido, lograr equipos que mantengan el líquido lo mejor conservado posible es una de las claves.
Los pavos no son los únicos animales de granja a los que se somete a operaciones semejantes, si bien cada especie animal tiene sus características peculiares. Podemos encontrar ejemplos también en la ganadería porcina y bovina, animales con sustanciales diferencias con los pavos. La primera por tratarse de mamíferos, la segunda, una cuestión de tamaño.
En el caso de los cerdos, la recolección se realiza en unas localizaciones concretas, boxes o fosas de recolección, donde se sitúa una suerte de potro sobre el que se monta al animal para la extracción del esperma. Los cerdos macho pueden llegar a excretar más de 300 mililitros de esperma, aunque no de una forma homogénea puesto que los primeros 50-150 mililitros son los más aprovechables.
En el caso de los toros el proceso de recolección es aún más complejo debido al tamaño del animal. Entre las herramientas de las que disponen los recolectores de este esperma no sólo se encuentran los potros, hoy por hoy ganaderos y veterinarios cuentan con aparatos eléctricos, electroeyaculadores, capaces recolectar el líquido a través de la emisión de estímulos eléctricos sobre el animal.
Los procesos agrarios tienden a intensificarse en medio mundo. Esto requiere a menudo cambios sustanciales en procesos como la cría de animales. Se trata de procesos que quedan ocultos, algunos rozando el tabú como en este caso.
Sin embargo, la transparencia en estos procesos es importante, no sólo para permitir a los consumidores conocer cuál es la procedencia de los alimentos que consumen sino también para reducir la creciente desvinculación entre el mundo urbano y el rural.
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