La borrasca 'Ana' ya ha desbordado todas las previsiones: qué es un ciclogénesis explosiva, cómo se forma y qué podemos esperar

Ayer, entre fortísimas rachas de viento y a medida en que la lluvia invadía la península desde Galicia, la Agencia Estatal de Meteorología elevaba el nivel de alerta de la borrasca Ana: estamos ante una ciclogénesis explosiva de nivel continental. Nos esperan entre 24 y 48 horas de fenómenos meteorológicos extremos.

Y es que Ana no solo es la primera gran borrasca profunda de la temporada, ni siquiera es solo la primera con nombre. Es una de esas violentas e imprevisibles 'bombas meteorológicas' que azotan las zonas templadas de la Tierra. Con una salvedad: en este caso, hay muchos indicios de que el cambio climático esté moviendo los hilos tras de ella.

¿Qué es una ciclogénesis explosiva? ¿?

Campo isobárico de superficie y anomalías asociadas | Cazatormentas

Una ciclogénesis explosiva es un fenómeno meteorológico de tipo ciclónico caracterizado por la formación de una borrasca muy intensa en muy poco tiempo. Es decir, la presión cae mucho en un corto periodo de tiempo. Tan poco tiempo que los expertos usan términos como bombogénesis o bomba meteorológica para hablar de ella. Eso la hace prácticamente imprevisible hasta que la tenemos encima.

En sentido técnico, y aunque hay diversas formas de calcularlo, necesitamos una caída de entre 18 y 20 hPa en 24 horas para poder hablar de ciclogénesis explosiva. Es un tipo de fenómeno característico de las zonas templadas del planeta: donde la interacción entre los vientos cálidos de la zona ecuatorial y los vientos fríos de los polos produce este tipo de procesos.

En este caso, el origen está vinculado a ciertas anomalías atmosféricas que afectan a todo el hemisferio norte relacionadas con el cambio climático. Según indican los datos, la formación de la tormenta Ana parece responder a la prolongada situación de temperaturas anormalmente elevadas en zonas cercanas a Groenlandia.

¿Cuáles son las consecuencias? ¿Qué podemos esperar?

La variabilidad de este tipo de fenómenos es amplia, pero no hay buenas noticias. Las ciclogénesis explosivas suelen generar lluvias torrenciales, intensas nevadas y vientos que alcanzan los 150km/h. Son breves, pero causan grandes estragos tanto en tierra como en el mar. Una depresión de este tipo hizo desaparecer el pesquero vasco Marero en 1998 y tardamos casi una década en descubrirlo.

Es decir, nos esperan un par de días malos, quizá algunos más. No se espera que Ana tenga una vida superior a 48 horas, pero los vientos huracanados, las inundaciones y las borrascas secundarias pueden acompañarnos durante toda la semana. Lo prudente es tomar medidas, reducir riesgos y esperar a que pase el temporal.

¿Por qué se llama Ana?

La casualidad ha querido que Ana se presente justo cuando Aemet, MéteoFrance y el IMPA portugués decidieran ponerle nombre a las borrascas profundas que pudieran afectar a los tres países. Sobre todo, aquellas que puedan causar daños profundos en los bienes y las personas.

El motivo de esta decisión es una iniciativa similar que se puso en marcha en Irlanda y el Reino Unido en 2015. Según las autoridades, nombrar las borrascas no solo facilita la cooperación entre los servicios meteorológicos nacionales, hace que la población permanezca más atenta a las recomendaciones de seguridad.

Simplemente con ponerle un nombre. Es curioso que ese sencillo detalle acabe por dar a luz una nueva política de comunicación meteorológica. Ana ha sido la primera, pero nos esperan la visita de Bruno, Carmen, David, Emma, Feliz, Gisele, Hugo, Irene y muchos más.

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