Iba a decir que los océanos están mal. Pero tengo la sensación de que a fuerza de repetir las cosas acabamos por acostumbrarnos a ellas y terminamos por no darles importancia. Lo cierto es que no, los océanos no están mal: están al borde de una extinción masiva sin precedentes. Una extinción que puede alterar los mares y océanos, cito textualmente, "durante millones de años".
Lo peor es que no es algo que no sepamos. Con el cambio climático on fire y la pesca fuera de control, nos acercamos paso a paso a la sexta extinción, una catástrofe para la biodiversidad del planeta similar a la de los dinosaurios. Aunque en este caso, no hará falta esperar a la película: gracias a la tecnología actual podremos ver la gran extinción en directo desde el salón de casa.
Una extinción sin precedentes
Decía una 'extinción sin precedentes', pero no porque no hayan existido extinciones antes. Gracias al registro fósil, sabemos que han existido cinco grandes extinciones masivas. Algunas fueron causadas por meteoritos, otras por eventos geológicos (volcanes, desmembramiento de Pangea, etc...). Esta la estamos causando nosotros.
Esta semana un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford publicaron un estudio que lo dejaba bastante claro. No es una extinción normal. Tras estudiar 2497 grupos de moluscos y vertebrados marítimos, Jonathan Payne y su equipo han descubierto que las anteriores extinciones tuvieron siempre el mismo patrón: o bien afectaban más a las especies más pequeñas o bien afectaban a todas por igual.
Ahora estamos viendo cómo desaparecen las especies más grandes. Como explicaba a The Guardian uno de los coautores del estudio, Noel Heim, "es algo que hemos visto una y otra vez. Los seres humanos entran en un nuevo ecosistema y los animales grandes desaparecen primero". Mamuts, bisontes y, si no lo hubiésemos conseguido evitar, ya habríamos eliminado de la ecuación a las ballenas.
Pescados capitales
La contaminación es un problema estructural que está envenenando los ecosistemas acuáticos. El cambio climático no sólo está degradando los océanos muy rápido, sino que hasta está 'volviendo locos' a los peces. Pero la principal causa, como explican desde el equipo de Payne, es la actividad humana directa. Es decir, la pesca o, mejor dicho, la sobreexplotación pesquera. Un concepto técnico que traducido a términos coloquiales viene a significar "ey, mira cómo nos cargamos los caladeros de medio planeta".
Exactamente eso es lo que estamos haciendo con un tercio de todos los caladeros, según la FAO. La pesca ilegal y sin regular mueve entre 11 y 26 millones de toneladas de pescado cada año que, al cambio, representan entre 10 y 23 mil millones de dólares en pérdidas para países y comunidades locales.
La merluza, el bacalao y el atún no son sólo una de las mayores fuentes de proteína del mundo, sino que emplea a millones de trabajadores. El abuso de los caladeros es una amenaza ecológica, económica y social. Pero con más de 35.000 pesqueros comerciales en activo, el control era virtualmente imposible.
Hasta hace un par de años. En noviembre de 2014, Google, SkyTruth (una ong que utiliza información satelital para mejorar el medio ambiente) y Oceana (un consorcio de fundaciones dedicadas al mar) anunciaron la creación de un nuevo sistema que permitiera a cualquier persona con un ordenador y una conexión a internet monitorizar dónde y cuándo se está pescando. Es decir, podemos ver la sexta extinción en directo desde el salón de nuestra casa.
Todos los barcos pesqueros del mundo
Si nos fijamos en el movimiento de todos los buques del mundo, obtendremos una imagen similar a la de arriba. Pero gracias a Global Fishing Watch podemos separar los pesqueros de los cruceros y los cargueros que hay navegando ahí fuera. Podemos ver en tiempo casi real los grandes caladeros del mundo, ver interactivamente cómo se mueven los barcos pesqueros y descubrir qué zonas son más populares.
Como podemos ver tanto el océano Índico como el Atlántico (norte y sur) tienen zonas más o menos definidas de pesca. En cambio, el Pacífico, pese a tener más actividad en unas zonas que en otras, es un hervidero. Esto se debe, en parte, a Oceanía y sus miles de islas.
Podemos acercarnos a un punto todo lo que queramos. De hecho, podemos identificar el lugar y la posición de cada barco con mucho detalle. En la siguiente imagen podemos ver el recorrido del pesquero español Manuel Alba cerca del archipiélago de las Azores en el mes de agosto.
Durante el mismo tiempo, el Santo Onofre (un pesquero mucho más pequeño bajo pabellón portugués) realizó numerosas salidas desde el puerto de Horta en la isla azoriana de Faial.
¿Estamos a tiempo de parar la sexta extinción?
Jonathan Payne insistía en Science en que sí, aún estamos a tiempo de solucionar el problema. En agosto, coincidiendo con el centenario de la creación del Servicios de Parques Nacionales de EEUU, Obama anunció la creación de una reserva marina de un millón y medio de kilómetros cuadrados, tres veces la extensión de toda España.
Es un paso importante, pero insuficiente. Las especies marinas que más peligro corren se caracterizan por hacer larguísimos viajes y, proteger sus ecosistemas, requiere un esfuerzo internacional.
No obstante, y pese a la preocupación de la comunidad científica, herramientas como el Global Fishing Watch contribuyen a mejorar el control gubernamental sobre los mares. El año pasado, usando esta tecnología, la república de Kiribati localizó y multó con un millón de dólares a un barco que pescaba ilegalmente en una reserva marina. Todo un impulso en un país cuyo presupuesto total fue de 228 millones y que lucha con uñas y dientes frente al cambio climático.
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