La Línea de Wallace es una de las fronteras más extrañas del planeta. Llevamos más de un siglo tratando de entender por qué

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Las fronteras no solo existen en el dominio de lo social y la geopolítica: nuestro mundo tiene una serie de “fronteras naturales” que dificultan el tránsito de las especies que habitan en su entorno. De todas ellas, la Línea de Wallace podría ser la más llamativa.

Para empezar, porque aún es un misterio.

A simple vista esta línea no tiene nada de especial: se trata de una franja de mar que divide en dos el archipiélago Indonesio. Esta frontera deja al este a islas como Borneo, Java o Mindanao, y al oeste la isla de Célebes, buena parte del archipiélago de Islas menores de la Sonda o Timor.

La línea debe su nombre al naturalista británico del siglo XIX Alfred Russel Wallace, quien fue el primero en percatarse de las diferencias en las faunas a uno y otro lado de la frontera. Una frontera tan solo marcada por el estrecho de agua. El misterio estaba en por qué en un archipiélago con decenas de miles de islas era esta franja de mar demarcaba una diferencia tan reseñable en los ecosistemas.

Al oeste de la línea, Wallace observó que la fauna era semejante a la fauna continental en Asia. Sin embargo al oeste podía observarse una mezcla entre fauna propia de Oceanía y la asiática. La frontera de Wallace no eera del todo impermeable, pero los movimientos parecían producirse en una sola dirección.

No resulta especialmente sorprendente que este trecho de mar separe a la fauna terrestre, lo sorprendente es que también afecta a animales que en principio tendrían la capacidad de sortear el estrecho marítimo sin mayores dificultades, como las aves de la región. Aún así la principal demarcación que establece esta línea está relacionada con los mamíferos.

Para comprender la división tenemos que atender a la historia geológica del planeta y su vinculación con la aparición de los mamíferos. La primera división entre mamíferos fue la que separó a los placentarios de marsupiales y monotremas.

Este último grupo quedó relegado a los continentes prehistóricos que darían lugar a Sudamérica, la Antártida y Oceanía. Poco a poco la deriva continental alejó Oceanía de Sudamérica y la acercó a Asia. La Línea de Wallace se sitúa sobre una zona de subducción ubicada entre las placas responsables de la deriva al norte de Oceanía y su aproximación a Asia.

Puesto que ambos continentes llevaban millones de años separados, la evolución había llevado a sus ecosistemas por sendas muy distintas. Los mamíferos son solo un ejemplo de ello.

Una nueva explicación

Esto explica la existencia de dos faunas distintas, pero no la ubicación de la frontera descubierta por Wallace. O quizás sí.

El año pasado, un equipo de expertos publicó un artículo en la revista Science. En él defendían una hipótesis que proponía una serie de acontecimientos relacionados con la interacción entre el la que permitió la aparición de esta frontera, todo gracias a la actividad volcánica y a un cambio en las condiciones climáticas de la región.

La hipótesis señala que la separación entre Oceanía y la Antártida habría abierto la vía a la aparición de la corriente Circumpolar. Este habría tenido un efecto de enfriamiento sobre el clima terrestre pero no habría afectado a todas las regiones por igual.

Según el modelo empleado por el equipo, el clima en el sudeste asiático se habrían mantenido cálidos y húmedos mientras que el clima en el nuevo continente Australiano habría comenzado a enfriarse y hacerse progresivamente más seco. El archipiélago malayo se habría formado en un clima más semejante al asiático, lo que habría facilitado que las especies de este continente se expandieran por él.

Sin embargo, las especies procedentes de Australia habrían tenido más difícil su expansión por estas islas al haber tenido que adaptarse a un clima cada vez más árido. La desigual capacidad de adaptación sería la responsable de la existencia de la Línea de Wallace y también de lo singular de la fauna australiana.

La Línea de Wallace no está sola demarcando fronteras biológicas. Otras “líneas” han sido utilizadas en la región a la hora de comprender mejor las dinámicas biológicas en la miríada de islas, islotes y archipiélagos que unen Asia y Oceanía. Ejemplos de esto son las líneas de Weber y de Ledekker, ambas situadas al sudeste de la de Wallace, entre las islas de Timor y Célebes por un lado, y Nueva Guinea por otro.

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Imagen | Línea de Wallace sobre un mapa del siglo XIX / Alfred Russel Wallace

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