Sabemos que en algún momento tendremos que asumir la gestión integral de los bosques, pero ¿así?
Efectivamente. Con los pantanos de la Cataluña interior por debajo del 15%, más de seis millones de personas en "alarma por sequía" y la mayor parte de la comunidad en situación de quiebra hídrica, la Generalitat ha tenido una idea: ponerse a cortar árboles.
¿Cortar árboles? En los últimos días, el Periódico de Cataluña ha tenido acceso al "plan pionero" del Departament d'Accio Climàtica. La idea es sencilla: cuando llueve gran parte del agua se queda en el suelo y en la vegetación (que viven una situación de estrés hídrico realmente impresionante), así que si hacen talas selectivas en las cabeceras de los ríos, ese agua bajará en mayor proporción a los ríos y embalses.
Y no, no es una ocurrencia: la misma Anna Sanitjas, directora general de Bosques de la consejería, explicaba en El Periódico que "la situación en los bosques es realmente grave, jamás habíamos observado tantas muertes de árboles. Ante la falta de agua, estamos analizando dónde se puede aplicar esta medida sin que suponga un problema para el medio ambiente".
Muchos expertos, a falta de más detalles, se han llevado las manos a la cabeza.
Sí, pero no. Por ello, desde el Govern y desde distintos centros de investigación catalanes que están ayudando a definir el proyecto, se han apresurado a explicar que, en realidad, se trata de intervenir en zonas que tradicionalmente eran campos o prados de pastoreo.
Lo que ocurre, siempre según la explicación que dan desde la Consejería, es que el abandono progresivo del medio rural ha hecho que surjan nuevos árboles y la masa forestal se incremente. El plan está orientado a "limpiar" esas zonas nuevas y, en este sentido, a no impactar en los bosques consolidados.
¿Una oportunidad? Pese al impacto inicial, muchos ven este proyecto una oportunidad. Jordi Reixacs, presidente de la asociación de propietarios forestales Serres Miralles-Orpinell, explicaba también en El Periódico que los trabajos "servirán para prevenir incendios. Además, daremos al bosque una vitalidad que actualmente no tiene".
Es decir, la expectativa del medio rural es que, obligada por las circunstancias, la Generalitat empiece a tomarse la gestión de bosques de una forma mucho más proactiva de lo habitual. Durante décadas (y no es algo que afecte solo a los bosques catalanes), la única atención que recibía el bosque interior era cuando se declaraba un incendio.
Pero ahora, al alinear los intereses de los centros urbanos con los del monte, el resultado podría ser muy interesante. El Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Solsona está trabajando en un libro blanco para conseguir llevar la gestión forestal a una nueva dimensión.
Aunque no está fácil. Y ahí vienen las suspicacias de los ecologistas e investigadores. Los problemas se acumulan nada más empezamos a pensarlo: la erosión del terreno, la colmatación de los pantanos, el impacto en los acuíferos o los daños agregados para el ecosistema integral de las cuencas son más que evidentes.
Es verdad que si se realiza en los términos en los que se están explicando (es decir, de clareo quirúrgico) el resultado neto puede ser positivo e incluso tener sentido. No obstante, faltan muchos datos. Y, lo que es más importante: atar el futuro de los bosques a los intereses de las ciudades de forma tan directa es un terreno abonado a los conflictos de interés.
Porque no hay que olvidar que esto no se plantea por los bosques, se plantea por las ciudades.
¿Estamos dispuestos a asumir la gestión directa de todo el ecosistema? Sobre todo, porque asumir una gestión integral de las cuencas es algo caro, costoso y no puede dejar de hacerse en cuanto vuelvan las primeras lluvias. Es un proyecto a larguísimo plazo que, sinceramente, en un mundo polarizadísimo y en plena transición energética, ninguna administración puede asegurar al 100%.
Queda por ver si el plan toma cuerpo o se queda en un estudio (y un globo sonda), pero lo que está claro es que la sequía sigue poniendo contra las cuerdas a buena parte del país. Y las decisiones que tomemos en los próximos meses marcaran nuestro futuro a medio plazo.
Imagen | Alfons Morales
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