Los meteorólogos tienen cada vez más claro que La Niña se acerca y eso tiene una consecuencia: más ciclones

El patrón de esta oscilación está cambiando y algunos lo sitúan ya en la "fase neutral"

La Ninia Huracanes
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Con la temporada atlántica de huracanes en ciernes y la pacífica ya comenzada, los meteorólogos tienen ya buena parte de su atención puesta en la formación de ciclones. Sin embargo hay algo en el horizonte que puede complicar sobremanera esta temporada: el fenómeno de La Niña.

Cambio de ciclo. Los meteorólogos llevan desde comienzos de año llamando la atención sobre la previsible llegada de la fase de La Niña de la oscilación ENSO (El Niño-Oscilación del Sur). Distintos organismos encargados del monitoreo de este fenómeno ofrecen interpretaciones ligeramente distintas pero con algo en común: veremos un cambio de ciclo en los próximos meses.

El Servicio Meteorológico Nacional de México, por ejemplo, explicaba en su última actualización que la transición entre la fase de “El Niño” y la fase neutral del ciclo se de a lo largo del próximo mes. Con respecto a la llegada de “La Niña”, estiman que existe un 49% de probabilidades de que se desarrolle entre junio y agosto y un 69% de que llegue para el periodo entre julio y septiembre.

En tierra de nadie. Según las estimaciones del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN) el tránsito estaría más adelantado. En su, el centro de vigilancia ecuatoriano señala que la temperatura del agua del Pacífico central ha descendido en a lo largo de los últimos meses.

Condiciones consistentes, explican, con un paso a la “fase neutral” de la oscilación. A esto hay que añadir que la temperatura atmosférica lleva ya semanas en condiciones neutrales. Según el  CIIFEN, el tránsito podría darse también a partir del mes de julio, algo consistente también con las estimaciones con las que contábamos.

Los impactos de ENSO. El tránsito entre El Niño y La Niña es este año especialmente importante para los meteorólogos en Norteamérica y el Caribe debido a la influencia de este fenómeno en el devenir de la temporada de ciclones.

Según se explica desde el blog especializado en ENSO editado por las agencias climáticas estadounidenses, en su fase de El Niño, la oscilación del sur promueve la aparición de huracanes en el Pacífico central y en el este del océano. Por el contrario, la fase de La Niña reduce la incidencia de huracanes en esas áreas y promueve su aparición en el Atlántico.

El principal responsable es, explican, el viento. O más concretamente la cortante del viento o cizalladura, cambios en la velocidad y dirección del viento en alturas que van, aproximadamente, desde los 1.500 hasta los 10.000 metros. La fuerte cizalladura vertical es capaz de impedir la formación de huracanes o incluso detener una formación incipiente.

Más factores a tener en cuenta. La cizalladura no es el único factor a tener en cuenta. Por ejemplo, la fase de La Niña favorece la aparición de huracanes el en Atlántico también al reducir el movimiento de aire desde capas altas de la atmósfera hacia las bajas, lo que reduce la estabilidad atmosférica.

Por si esto fuera poco, los océanos han ido aumentando su temperatura. 2023 fue un año singularmente cálido a nivel atmosférico y eso puede tener reminiscencias en esta temporada de huracanes. Al fin y al cabo, la temperatura superficial del océano es uno de los principales factores en la aparición de los ciclones tropicales.

Por ahora, eso sí, el mar permanece en calma. Habrá que esperar antes de saber cuándo llega a las costas norteamericanas la primera tormenta de la temporada.

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Imagen | CMN, OISSTv2/NOAA/PSL

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