Desde el espacio, parecen ríos de oro. Pero cada una de esas piscinas relucientes es un pozo ilegal, fruto de la minería ilegal producida en el estado peruano Madre de Dios, en el Amazonas. La imagen ha sido publicada por la NASA, tras ser realizada por un astronauta de la Estación Espacial Internacional (ISS) durante el pasado mes de diciembre.
Estos hilos dorados son los cientos de pozos rodeados de áreas deforestadas cenagosas. Normalmente suelen estar ocultos a la vista, pero la luz de aquel día permitió capturarlos y mostrar el profundo impacto que tiene la minería en el Amazonas.
Desde la Estación Espacial Internacional se observa todo el daño.
"Cada pozo está rodeado por áreas sin vegetación de suelo fangoso. Estas extensiones deforestadas siguen el curso de ríos antiguos que depositaron sedimentos, incluido el oro", explica Justin Wilkinson, especialista en excavaciones de la Universidad Estatal de Texas.
En 2012, se estimaba que había 30.000 mineros ilegales trabajando en la región. Durante muchos años, la fiebre del oro ha provocado una deforestación enorme, con más de 9.000 hectáreas al año, según el grupo de Monitoreo del Proyecto Amazonas Andino.
La región de Madre de Dios tiene el dudoso honor de poseer la industria de minería ilegal más grande del mundo, según la NASA, pese a que Perú es el sexto exportador. En 2019, en otra región de Perú, en la La Pampa, la minería también afectó seriamente hasta que en 2019 el gobierno expulsó a más de 5.000 mineros.
El oro es un mercado difícil de regular y la recolección de oro apenas requiere conocimientos técnicos. Según el informe El Crimen Organizado y la Minería Ilegal de Oro en América Latina, las exportación ilegales representan el 28% del oro extraído y se calcula que mueven un total de 2.600 millones de dólares al año.
Los grupos ambientales de la zona han denunciado que esta minería ilegal está provocando también que toneladas de mercurio acaben envenenando a las comunidades locales. Un daño irreversible que afecta no solo a los árboles de la reserva natural, también a decenas de especies como primates y jaguares.
Entre los ríos de oro se observa la pequeña ciudad de Nueva Arequipa, junto a la carretera Interoceánica Sur, la única conexión vial entre Brasil y Perú cuyo objetivo inicial era estimular al comercio pero ha acabado favoreciendo la deforestación. Únicamente al este, el Parque Nacional de Tambopata permanece a salvo, pues es una reserva protegida de la minería. A su alrededor, la fiebre del oro ha dañado la zona a unos niveles que son perfectamente visibles, incluso desde la Estación Espacial.
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