Once meses de El Niño han sido más que suficientes para poner patas arriba buena parte del mundo y llevarnos a récords de temperatura nunca vistos en los últimos 2.000 años. Por suerte, los datos son claros: lo peor ya ha pasado. Y esto no quiere decir que sus efectos no persistan.
Al contrario, esto significa que aún no nos hemos recuperado de las secuelas de El Niño y ya deberíamos estar preparándonos para lo siguiente. Un siguiente que, lamentablemente, no es solo La Niña.
¿Qué es El Niño/La Niña? El Niño - Oscilación del Sur (ENOS) no es un fenómeno climático más. Con la única salvedad de las estaciones, es la fuente más importante de variabilidad climática anual de todo el planeta: un proceso a gran escala que provoca fluctuaciones en la temperatura de las regiones central y oriental del Pacífico ecuatorial y, como consecuencia, produce enormes cambios en la atmósfera (y sus dinámicas globales).
Se trata de uno de los mejores ejemplos de lo estrecha que es la relación entre la temperatura de los océanos y la circulación atmosférica. Durante la fase cálida (durante El Niño propiamente dicho), la ausencia de vientos alíseos que refresquen la superficie hace que la temperatura de las aguas del Pacífico se dispare (y desaparezcan cosas como la corriente de agua fría rica en nutrientes que 'alimenta' la costa de Ecuador y Perú).
Durante La Niña se intensifican los vientos de este a oeste y la superficie del océano (y el resto del planeta) se enfría.
¿Qué supone para el clima? El ENOS es un fenómeno muy variable. No sólo porque se da en ciclos de entre dos y siete años en los que se suceden tres fases, sino porque cada fase es impredecible en términos de intensidad, duración, época del año e interacciones varias. Sin embargo, los efectos son nítidos.
Por un lado, El Niño provoca inundaciones en California, Centroamérica, el norte de Perú, Ecuador y amplias zonas del norte y el sudeste de América del Sur; lluvias torrenciales en las islas del Pacífico central-oriental y Asia central. Por el otro, es sinónimo de sequías en África austral, el Sahel, el Sudeste asiático y, por lo que parece, el valle de México.
¿Y para la economía? En 2023, un equipo de investigación del Dartmouth College estimó en 'Science' que, tras El Niño de 1982-1983, los efectos financieros se notaron durante más de media década. Fueron unos 4,1 billones de dólares. El Niño de 1997-1998, por su lado, produjo un daño al crecimiento económico mundial de alrededor de 5,7 billones de dólares.
Hablamos del equivalente a un 3% del PIB estadounidense entre 1988 y 2003, pero en otros muchos países superó el 10%. En Ecuador, por ejemplo, entre el 1997 y el 1998, el producto interior bruto cayó diez puntos. Si extrapoláramos esas cifras al día de hoy, serían 10.948 millones de euros desvaneciéndose sin más.
El Niño tiene los días contados. La buena noticia es que, según los modelos predictivos de la NOAA, existe una alta probabilidad (85%) de que ocurra una transición del ENSO en su etapa “El Niño” a un estado neutral entre los meses de abril y junio de 2024. Es más, existe una probabilidad del 60% de que se presente el fenómeno de La Niña entre los meses de junio y agosto de 2024.
En términos generales, esto es una buena noticia. Y es que, aunque La Niña también causa problemas en muchas zonas del mundo, sus efectos sobre la economía mundial tienden a ser mucho menores.
La gran incógnita. En este sentido, la pregunta clave que se han ahora mismo los científicos es qué pasará con los termómetros. El año pasado, en su análisis sobre las consecuencias de El Niño, la Organización Meteorológica Mundial estimó que "hay un 98% de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años, así como el lustro en su conjunto, sean los más cálidos jamás registrados".
No era una predicción muy arriesgada. Como decía el meteorólogo González Alemán, "estamos en el periodo más cálido de los últimos 2.000 años y muy probablemente de los últimos 100.000 años". Sin embargo, los datos de los últimos meses han sido desorbitados.
Pero ¿qué pasará cuándo El Niño se retire? ¿Veremos cómo el efecto de La Niña suaviza el repunte de temperaturas o la escalada está aquí para quedarse? Puede parecer una curiosidad, pero seguramente sea el asunto más crucial de los próximos meses: el que nos dirá en qué punto del cambio climático estamos.
Imagen | BoM
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