Seamos sinceros, no basta con reducir las emisiones de CO2, ni con cambiarnos a coches eléctricos, ni con que nuestra energía sea renovable 100%. Luchar contra el cambio climático de forma efectiva va más allá y conlleva un cambio radical en la forma en que utilizamos la Tierra y en la forma en la que nos alimentamos. Esas son las conclusiones del último informe del IPCC, la organización de la ONU para este asunto.
Más de un centenar de científicos han analizado unos 7.000 estudios científicos para comprender mejor el futuro del los seres humanos en pleno cambio climático. El informe está lleno de medidas y soluciones para que los países elaboren planes propios, pero lo más llamativo es, sin duda, cómo la dieta (y, en especial, la carne roja) pasan a estar en el centro del debate climático.
Más plantas y menos carne roja
Según los datos del IPCC, la agricultura, la silvicultura y otros usos humanos de la tierra son los responsables del 23% de las emisiones de gases invernadero. Es decir, que, a efectos prácticos, mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados solo será posible si iniciamos una importante reestructuración industrial.
El informe afirma que hay algunas medidas especialmente importantes como proteger los entornos ricos en carbono (los manglares, las turberas o las selvas tropicales). Sin embargo, reconoce que no lo estamos haciendo muy bien en estos ámbitos. Mientras la deforestación en Brasil ha aumentado un 278% en el último año, sabemos que las turberas no paran de arder más allá del círculo polar ártico.
Por ello, pide a los estados, a las empresas y a los ciudadanos, que empiezan a pensar en serio en esa 'reconversión industrial'. Arrancando por nuestros hábitos de vida. Según sus cálculos, se desperdicia hasta el 25% y un 30% de los alimentos que se producen. Por ello, reducir esos porcentajes puede tener un enorme impacto.
Desde 1961, la producción de aceite vegetales y carne se ha más que duplicado y la tasa de calorías por cápita ha aumentado un tercio. Por ello, piden centrarse en dietas asociadas a bajas emisiones de CO2. O lo que es lo mismo, más plantas y menos carne roja (la que más emisiones produce). No obstante, como se ha discutido mucho durante los últimos años, el impacto real de la dieta vegetariana ha sido un tema muy discutido. Y lo seguirá siendo, en los próximos años.
Imágenes | Jose Ignacio Pompe
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 71 Comentarios