En el futuro, todos comeremos de esto. O eso nos han dicho muchas veces en los últimos cinco o seis años. En un mundo donde el veganismo no deja de crecer y los consumidores tienen cada vez menos razones para llevarse un buen filete a la boca, la carne cultivada en laboratorio aparecía como la gran alternativa tecnológica para el problema social, medioambiental y ético de comer animales.
La clave, como siempre, está en la pasta. Me refiero al dinero, no a la guarnición.
¿Cuánto vale medio kilo de carne?
La primera hamburguesa cultivada vio la luz en 2013 y, si hubiera sido puesta a la venta, el medio kilo no hubiera podido ser vendido por menos de 1.200.000 dólares sin perder dinero. Eran las primeras 20.000 fibras fabricadas, nos cuentan en Quartz, y eso se notaba en el precio. En los años siguientes el precio pasó de los 18.000 dólares el kilo de Memphis Meat a los 200 de Aleph Farms de hace unos meses.
Es decir, el precio se ha desplomado, pero quizás no tanto como para cumplir con las expectativas. El 15 de abril Bruce Friedrich, quien desde su Good Food Institute se ha convertido en una de los grandes expertos en el tema a nivel mundial, aseguraba que las primeras carnes cultivadas estarían en el mercado antes de finales de 2020. A 50 dólares la hamburguesa, eso sí.
O sea, aún no está listo para ser alternativa a nada. No obstante, para empresas, investigadores e inversores poner estos productos en el mercado se ha convertido en la única opción viable para dar el siguiente paso: salir de los laboratorios y empezar a ser capaces seguir el camino de la carne vegetal introduciéndose en las cadenas de restauración como fase previa para intentar asaltar los frigoríficos y parrillas de medio mundo.
Y el premio es jugoso. Las ventas de alimentos basados en plantas superaron los 3.700 millones de dólares solo en los Estados Unidos en 2019, un 17% más que en 2017. Es cierto que esas cifras incluyen muchos productos biotecnológicamente poco interesantes (desde la leche de soja a los filetes de tofu), pero pese a ello hablamos de un mercado en pleno crecimiento con cotas de innovación que hace años que no vemos. El primero, como en el caso de Impossible Food, puede llevarse (casi) todo y por eso están poniendo toda la carne en el asador.
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