Los modelos avisaban del calor y están cumpliendo. Ayer, 25 de abril, cayeron 18 récords de temperaturas máximas mensuales. Es decir, que en el primer día del episodio cálido ya se habían pulverizado los récords de abril en cinco comunidades. Y lo peor aún no ha empezado.
¿Cuándo llega lo peor? Lo peor se espera para el jueves 27 de abril cuando las temperaturas volverán a subir en casi todo el país y se alcanzarán los 37ºC en Córdoba (tres más que el récord previo). En gran parte del interior sur peninsular (y también en la Meseta Norte y en el valle del Ebro) se podrán llegar con facilidad a los 30 grados.
Las altas temperaturas seguirán el viernes, aunque en menos zonas del país. El noroeste empezará a 'refrescarse' y desde Extremadura al Cantábrico podremos notar cómo las temperaturas se contienen. Quien no se escapará será el valle del Guadalquivir que volverá a estar a 37 grados.
Rápido, intenso y devastador. A partir del sábado, la cosa irá de bajada y el alivio térmico seguirá avanzando hacia el este de la Península. Eso significa que las temperaturas aún serán altas en el Mediterráneo y, de hecho, la ciudad de Murcia podría alcanzar los 37ºC. El domingo, si todo va según lo previsto, las máximas no subirán más de los 25 grados y será momento de hacer recuento y ver qué efectos ha causado la pseudo-"ola de calor" en el campo.
¿Por qué está pasando esto? Las altas temperaturas de esta semana tienen una explicación muy sencilla: la entrada de una masa de aire muy muy cálida. "Podría ser la masa de aire más cálida situada sobre España para estas fechas en, al menos, los últimos 43 años", explicaba Rubén Campo, el portavoz de AEMET.
Pero no solo eso: porque la masa se está encontrando con las condiciones meteorológicas perfectas para que se caliente aún más. Es decir, con el llamado "horno ibérico": cielos despejados, ausencia de viento y una alta incidencia de la luz solar. Es una tormenta perfecta, pero de calor.
¿Y las lluvias? Durante el puente de mayo está previsto que caigan algunas lluvias en la mitad norte del país. Sobre todo, en la Cordillera Cantábrica. Pero nada demasiado llamativo y eso, de nuevo, es un problema. Porque, recordemos que, según la AEMET, necesitamos un mes de mayo extremadamente lluvioso para salir de la "sequía meteorológica".
No es que lo esperáramos, es cierto. Según el ECMWF, el trimestre mayo-junio-julio no solo será más cálido de lo normal, sino que no se espera que sea demasiado lluvioso. Y eso, teniendo en cuenta que acabamos de dilapidar el colchón de reservas hídricas que teníamos frente a 2022, solo puede significar cortes de agua generalizados.
Y sin margen de maniobra. El ejemplo del aceite de oliva es iluminador. Cosecha tras cosecha, campaña tras campaña, el remanente del año anterior sirve para evitar las fluctuaciones del mercado. Este año, tras dos campañas malas y con la flor del olivo quemándose en vivo y en directo, todo parece apuntar una escala de precios nunca vistos.
Esto se está replicando en todos los cultivos: desde los cereales (que en muchos sitios se dan por perdidos) hasta los árboles frutales (donde la prioridad ya no es la cosecha, sino impedir que el árbol se seque).
El verano se va a hacer muy muy largo.
Imagen | ECMWF
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