Estamos en junio y eso significa que Oscar, la enorme borrasca a la que AEMET puso nombre ayer, no debería existir. Ahora mismo, en ese punto del Atlántico (al norte de Canarias, al oeste de la península) debería reinar una estabilidad enorme: la del todopoderoso anticiclón de las Azores. Pero no.
Lo que nos encontramos es un fenómeno rarísimo y, como dicen los expertos, "no por la meteorología o su impacto en Canarias", sino porque se trata de un "comportamiento extremadamente anómalo para estas fechas".
Oscar no está solo. Al contrario: "forma parte de un seno de bajas presiones más amplio, todos ellos de origen subtropical con alto y anómalo contenido de humedad conformando en lo que se denomina un río atmosférico".
Es eso lo que se puede ver en la imagen superior: una corriente cargadísima de agua que, retroalimentándose con la borrasca, llevará vientos fuertes y (muy posiblemente) abundantes lluvias a las islas.
"Algo inaudito". La situación es paradigmática porque, si estuviéramos en otra época del año, este río atmosférico no llamaría en absoluto la atención. Es uno de los procesos habituales que se dan en esa región del Atlántico. Pero en invierno.
Al darse en junio, la situación cambia. Sobre todo, porque como llevamos semanas comentando, la temperatura del océano está en cotas históricas y, en este contexto, cualquier cambio sustancial atrae todas las miradas. ¿Estos cambios en la circulación atmosférica están relacionados con la temperatura del Atlántico? Porque, de ser así, nadie tiene muy claro qué puede pasar en los próximos años.
¿Qué podemos esperar a corto plazo? Además de las lluvias en Canarias, todo parece indicar que Oscar se moverá hacia el este en los próximos días. Es decir, muy probablemente llegue a la Península y deje nubes y precipitaciones "en amplias zonas del noroeste, Pirineos y zonas del este".
Además, es posible que Oscar "empuje" al río atmosférico hacia el sur del país. No será un efecto muy duradero, pero los modelos dibujan una entrada de aire húmedo que puede dejar lluvias considerables en las cordilleras béticas.
Pero, como digo, lo más interesante es en el largo plazo. En ver si este tipo de estructura sigue siendo 'inaudita' o se convierte en algo mucho más común de lo que el Atlántico nos tiene acostumbrados. En primer lugar, porque la entrada de frentes atlánticos no nos viene nada mal. Pero, sobre todo, porque estamos a las puertas de un calentamiento oceánico nunca visto en tiempos modernos y no sabemos cómo nos va a acabar afectando.
Imagen | ECMWF
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