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Las razas de perro también pueden extinguirse. Y varias de ellas afrontan un futuro inquietante

Cuando pensamos en animales en peligro de extinción es probable que imaginemos alguna especie habitando algún bosque recóndito del planeta. Seguramente no pensemos en animales domésticos, mucho menos en perros.

Lejos de estar en peligro de extinción, los perros (Canis lupus familiaris) son uno de los animales domésticos más extendidos del mundo. (El más común según algunas métricas.) Sin embargo existen razas de perro que están consideradas en situación de vulnerabilidad.

¿Cómo se pasa a considerar una raza en peligro? Para el Kennel Club británico, es por el nacimiento de menos de 300 ejemplares al año, pero se aplica tan solo a las razas autóctonas en esta región. Esto implica, por ejemplo, que el corgi galés de Pembroke (la raza que comúnmente asociamos al término “corgi”) estuviera catalogada como raza en peligro hace unos años en las islas pese a ser relativamente frecuente en los Estados Unidos.

En la última versión de su lista, el Kennel Club nombra a 31 razas en estado vulnerable, que incluyen el perro de San Huberto (bloodhound) y el galgo inglés (greyhound), que con 19 y 10 nacimientos en 2021 podrían ser considerados los más vulnerables según la métrica del club. Otras razas en la lista son el mastín, el setter inglés, distintas razas de terrier y spaniel, o el corgi galés de Cardigan.

La del Kennel Club es la principal lista, pero cada región del mundo cuenta con sus razas autóctonas de perro. Otras razas incluidas en listas de perros en peligro incluyen dingos americanos, perros de Carolina, donggyeongi de Corea, o los jonangi de la India.

Como las especies, las razas de perro pueden desaparecer al ir convergiendo en otras. A diferencia de lo que ocurre en el ámbito salvaje, en el doméstico los criadores pueden ir cambiando a su antojo, generación tras generación, las características de las razas de perro hasta convertirlos en irreconocibles.

Un cambio en los modos de vida

Los perros son criados en función de su utilidad y muchas de estas han estado tradicionalmente vinculadas al trabajo agrario. Los cambios en el trabajo en el campo han implicado cambios en qué rezas caninas son requeridas por las personas. Esto quiere decir, que algunas razas han ido cayendo en el “desuso” y con ello en peligro de desaparición.

El riesgo de desaparición de animales domésticos no solo afecta a las razas de perro. La agricultura y cría de ganado industrial ha tendido a homogeneizar el ganado, dando siempre preferencia a las razas más eficientes en cuanto a generar producto, ya sea carne, leche o huevos. La ganadería porcina y aviar son las más homogeneizadas.

The Livestock Conservacy es una ONG estadounidense centrada en la preservación de la biodiversidad en el ganado. Las razas en su “lista de prioridad en la conservación” abarcan distintos tipos de ganado, como ganado vacuno, pollos, gansos, burros, cabras, ovejas o pavos entre otras especies.

La organización también distingue varias categorías de prioridad, desde especies en estado crítico hasta las que se encuentran “en estudio”, además de aquellas que se encuentran en proceso de recuperación, entre otras categorías. La asociación también distingue entre especies nativas, las importadas antes del siglo XX y las importadas durante y después del s. XX.

La desaparición de razas y especies ganaderas puede ser una mala noticia. La diversidad genética es una de las herramientas clave para su supervivencia. La escasez en esta puede hacer que determinados ganados se vuelvan más vulnerables ante, por ejemplo, la propagación de un virus.

Esto puede tener otros efectos, como una mayor dependencia de medicamentos. El uso de antibióticos en la ganadería se ha señalado como un factor clave en la evolución de las bacterias y su cada vez mayor resistencia a los tratamientos que deben eliminarlas. Por si esto fuera poco, las mismas presiones económicas pueden afectar de igual manera a cultivos e incluso a los árboles.

Los vínculos entre sociedad y medio ambiente son cada vez más complejos, pero sobre todo cambian con rapidez. La interconexión es tal que es difícil saber cómo la pérdida de una raza de cánido o de ganado puede afectar a une ecología modelada por miles de años de asentamientos humanos. En cualquier caso, con estas extinciones siempre se dará une pequeña pérdida, si no en el ecosistema, en la cultura que nos ha llevado vivir en la compañía de estos animales durante tantas generaciones.

Imagen | Ron Lach

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