Todavía no hemos asimilado que el coche eléctrico puede ser una alternativa para muchos y los fabricantes ya saben qué hacer con baterías que pierden su vida útil dentro de un vehículo. Tesla nos descubrió el camino y luego han ido llegando otras replicando la idea.
En resumidas cuentas lo que tenemos es a una empresa como Renault dándole una nueva vida a las baterías de sus coches: van a ir a parar al hogar, donde las necesidades no son tan exigentes como en un coche y pueden tener mucha utilidad.
Lo dicho, es exactamente la misma idea que el Powerwall de Tesla, que poco tiempo más tarde replicaron empresas de la industria del motor como Mercedes-Benz o Nissan. Parece que se va a convertir en la tónica de este joven mercado.
En el caso de la compañía francesa nos encontramos que para sacar adelante la iniciativa se une a Powervault. Juntas van a lanzar una tirada inicial de prueba que abarca a cincuenta clientes, y si la cosa marcha bien, pues invertirán en un servicio mayor.
El caso de Renault con las baterías es particular, ya que mientras otros fabricantes de coches eléctricos te venden el conjunto completo, la firma francesa prefiere ofrecerte un alquiler del preciado elemento. Ya van cambiando de idea y empiezan a vender, pero la realidad es que tienen un control bastante importante del estado de las baterías de cada cliente.
Con esto pueden estimar muy bien la vida útil dentro de un vehículo y cuando empieza a ser interesante reciclarlas - se encargan ellos mismos de este proceso - y ofrecerlas como centro de energía para el hogar. En una casa, una de estas baterías puede tener una nueva vida que se ve alargada durante diez años.
Baterías como electrodomésticos
Resulta curioso ver la integración que imaginan Powervault y Renault: en lugar de colocar las baterías en un sitio oculto de la casa, las pueden colocar bien visibles, como si de un electrodoméstico más se tratara.
Como ocurre con sus competidores, la acumulación de energía tiene poco sentido si no hay un generador de la misma más barato que la corriente eléctrica que nos llega por los enchufes. La idea es montar placas solares que vayan rellenando el sistema.
Las pruebas van a comenzar en Reino Unido, con un coste inicial para el cliente de unos 3.400 euros. No podemos establecer una comparativa directa con sus competidores, ya que no conocemos las capacidades de cada uno, pero sí podemos decir que el coste inicial para el usuario es prácticamente la mitad.
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