El Pasaje de Drake es una de las rutas más turbulentas de los mares. Se trata de un área excepcional en este sentido, pero lo cierto es que los mares del hemisferio sur siempre han generado problemas a los navegantes. El motivo: sus tormentas. Ahora estamos un poco más cerca de desentrañar por qué éstas son más intensas al sur que al norte.
Un hemisferio más tormentoso. Lo que hasta ahora era una simple intuición, que el hemisferio sur es más tormentosos que el norte, ha sido demostrado por un equipo de investigadores de las universidades de Chicago y Washington. En el estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS) los investigadores calcularon también la medida de la diferencia: un 24%.
Geografía desigual. Pero medir un fenómeno es tan solo el primer paso a la hora de resolver la pregunta que más interesa: por qué. El motivo tiene que ver con la geografía de nuestro planeta. Dos tercios de éste están recubiertos por agua, pero la proporción entre tierras emergidas y océano no es homogénea.
Las aguas ocupan algo más del 60% de la superficie del hemisferio norte, mientras que en el caso del sur éstas se extienden a lo largo de más del 80%. Esto a su vez tiene dos implicaciones.
Montañas: las primeras culpables. El primer motivo está en la tierra y son las cadenas montañosas. Las irregularidades del terreno afectan a las tormentas puesto que entorpecen la circulación del aire. Esto ralentiza las corrientes y entorpece la formación de tormentas. De hecho, las principales tormentas del hemisferio norte suelen generarse en las aguas de los océanos atlántico y pacífico en forma de huracanes y ciclones.
Desde las Rocosas hasta el Himalaya pasando por el Atlas, Alpes y otras muchas formaciones, el hemisferio norte está plagado de sierras y montañas en todos los continentes. Por otra parte, en el hemisferio sur destacan tan solo los Andes y la meseta sudafricana.
El océano y sus corrientes. El segundo motivo tiene que ver con el agua, y es que, al igual que el aire, el océano también cuenta con sus propias corrientes. Estas corrientes mueven millones de toneladas de agua a lo largo de los océanos.
Los investigadores lo comparan con una cinta trasportadora de energía, puesto que estas corrientes desplazan el agua caliente de los trópicos y la llevan hacia regiones más frías. El agua caliente, menos densa, circula por la superficie hasta llegar cerca de los polos. Es entonces cuando se enfría y se hunde a mayor profundidad para retomar su camino.
Buena parte de esta circulación se realiza en los océanos del sur. De hecho, aunque la corriente del golfo alcance el Atlántico norte, corrientes como la circumpolar (que rodea la Antártida) circulan exclusivamente por el polo sur. Es precisamente eta corriente la que causa que el Pasaje de Drake sea tan violento.
Simulaciones. Para entender cómo orografía y circulación oceánica afectan a la aparición de tormentas el equipo de investigadores recurrió a simulaciones por ordenador. Crearon un modelo de Tierra en el que podían alterar estos parámetros.
Así, por ejemplo, comprobaron que “alisar” las cordilleras montañosas implicaba reducir a la mitad la diferencia entre las tormentas de ambos hemisferios. Por otra parte, cuando eliminaron el impacto de las corrientes oceánicas lograron hacer desaparecer la otra mitad de la diferencia.
Una diferencia cada vez mayor. Al analizar tempestades a uno y otro lado del ecuador el equipo de investigadores también observó que esta diferencia había ido en incremento desde la década de los 80 del siglo pasado. Concretamente, mientras que el hemisferio sur había haciéndose más tempestuoso, el norte se había mantenido estable.
El motivo está en el cambio en las corrientes oceánicas. Además de estar el hemisferio sur más expuesto a estas corrientes, el efecto se habría visto contrarrestado en el norte por una mayor absorción de calor en esta zona, causada a su vez por el deshielo ártico.
Desentrañar la distribución las tormentas es un pequeño avance en nuestra capacidad de entender mejor los sistemas complejos que comprenden meteorología y clima. Esto no sólo es importante para crear modelos climáticos cada vez más precisos que nos permitan comprender mejor el mundo que nos rodea, sino que también puede ayudarnos a lograr predicciones meteorológicas más precisas para que, incluso si tenemos que atravesar los estrechos más peligrosos del mundo, lo hagamos con la mayor seguridad posible.
Imagen | NOAA
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