En una semana Sierra Nevada debería estar llena de nieve. Lo que hay en su lugar es el futuro negro del esquí

Decenas de estaciones de esquí van a cerrar en los próximos años, Sierra Nevada está decidida a no ser una de ellas

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Nieva en Sierra Nevada. Lo que ocurre es que la nieve no cae del cielo. Cetursa, la empresa pública que gestiona la estación de esquí más meridional de Europa, decidió activar el sistema de cañones de producción de nieve esta semana con la esperanza de llegar al día de la inauguración de la temporada con algo de nieve en las pistas. Ese día es el 2 de diciembre.

Cañones sobre la tierra. No es lo habitual. Normalmente, los cañones se usan como complemento de la nieve 'natural'; sin embargo, la poca nieve que ha caído en el entorno de la estación ha desaparecido como resultado de las altas temperaturas de las últimas semanas. La situación es tan crítica que, si Sierra Nevada quiere abrir en fecha (y tiene que hacerlo para cumplir con todos los contratos que tiene firmados) hay que sacar nieve de donde no la hay.

Un 'rearme' tecnológico contra el tiempo. Puede parecer curioso que este contratiempo se produzca justo cuando la Junta de Andalucía anuncia la mayor inversión de la historia en el complejo penibético. Más de 32 millones de euros que incluyen para estrenar cuatro remontes nuevos, cuatro máquinas pisapistas híbridas, pistas tematizadas y todo un nuevo sistema de control de accesos e información de tiempos de espera.

Puede parecer curioso, decía, pero deja de serlo en cuanto reparamos en que, en la lista de nuevas infraestructuras, se incluye la puesta al día del centro de producción de nieve, la renovación de la práctica totalidad de los 364 cañones de la estación y la llegada de 32 nuevas innivadoras de última generación.

En Sierra Nevada, hay (o había hasta hace pocos meses) máquinas en funcionamiento con más de 40 años a sus espaldas. De esta forma, el salto en eficiencia energética y de recursos (como el aire necesario) es considerable. Sin embargo, pese al enorme "rearme tecnológico" de la estación, la guerra se libra en otro lado.

Las guerras del agua. Hace menos de un año, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir inició las actuaciones previas necesarias para valorar si abría un procedimiento administrativo sancionador contra Cetursa por excederse en el uso de agua para producir nieve. No es algo nuevo. Desde 1997, la estación extrae agua de la cuenca del río Dílar, pese a las sentencias en contra.

Y la "solución", una balsa que se construyó hace más de 11 años que la estación construyó para acumular el agua del deshielo de cara al invierno siguiente, lleva desde entonces en un vacío lega. Ni se ha regularizado, ni el Gobierno ha tomado cartas en el asunto para impedir que se usara.

Lo que ha cambiado es que esta primavera, en el contexto de la enorme sequía que atravesamos, la Confederación ha restringido el riego a los agricultores y las protestas se han generalizado. Mientras se constata que no hay agua para todo el mundo, la política hídrica no deja de dar palos de ciego: embotelladoras, regantes, deportes de invierno... se acumulan los sectores con intereses contrapuestos.

Cuestión de tiempo. Y lo peor es que no hay grandes soluciones encima de la mesa. En los últimos años, las estaciones de esquí se que se están viendo obligadas a cerrar (o a reconvertirse) no deja de crecer. El año pasado, cerraba la emblemática estación de Navacerrada, sin ir más lejos.

A comienzos de enero de 2023, solo la mitad de las estaciones de esquí de España estaban abiertas por la escasez de nieve y el efecto de unas temperaturas particularmente elevadas para la época del año. Y, como señalaba un informe del Ministerio de Transición Ecológica, "las estaciones españolas por debajo de los 2.000 metros podrían  desaparecer o reconvertirse hacia otras modalidades turísticas por falta  o escasez nieve".

Sierra Nevada ha conseguido esquivar todo esto porque tiene cotas muy altas: entre 3.300 y 2.100 metros sobre el nivel del mar. Es lo que, según el mismo informe, hacía que presentara mejores resultados frente a las estaciones de la Cordillera Cantábrica. Y lo que permite que la estrategia de "hacer nieve" siga siendo efectiva. Las temperaturas a esas alturas permiten que las pistas se conserven.

Pero... ¿Hasta cuándo? La preguntas están ahí. Numerosos indicadores, "unidos a otros estudios de la Agencia Estatal Meteorológica (Aemet) sobre la disponibilidad de nieve, coinciden en que para 2050 la capa de nieve por encima de los 1.800 metros de altitud se va a reducir, en el  caso más optimista, un 60% con respecto al valor actual", explicaba Juan Terrádez en El Periódico de Aragón.

Eso sí, Terrádez hablaba del Pirineo. En las Penibéticas la situación se va a volver mucho más dura y lo va a hacer mucho más rápido. ¿Tiene sentido seguir inviritiendo grandes cantidades de dinero en una industria con fecha de caducidad? ¿Hasta cuándo se van a poder sostener las tensiones medioambientales, sociales y económicas? ¿Cómo reconvertimos tantos sectores (y tanta mano de obra directa e indirecta)?

Nadie tiene respuestas claras. Lo que sí está claro es que Sierra Nevada se está convirtiendo en el gran laboratorio de la transición del futuro.

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Imagen | Sierra Nevada

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