En Sudáfrica los tiburones blancos han variado su distribución. Los expertos ya miran a un responsable: un depredador voraz y aún mayor
En False Bay, una región costera del extremo suroeste de Sudáfrica, ha ocurrido algo curioso, digno del mejor relato detectivesco con toques de biología marina. Sus científicos, autoridades, bañistas y sobre todo las empresas dedicadas a organizar expediciones para turistas han comprobado cómo en cuestión de unos años, entre 2015 y 2017, los avistamientos de grandes tiburones blancos caían de forma brusca. Así. Sin más. Por si aquello no resultara extraño de por sí, en otros puntos alejados del país, como KwaZuli-Natal, se encontraron con todo lo contrario, una inusitada proliferación de los mismos escualos.
Tan drástico fue el cambio que hubo quien lo achacó a la sobrepesca o un repentino interés por la carne de tiburón blanco. La explicación es sin embargo más simple: los tiburones habían huido para escapar de un auténtico "matón".
¿Qué ha pasado? Que los científicos de las costas sudafricanas han presenciado un fenómeno peculiar. Sin una explicación muy clara y de forma sorprendentemente brusca, muchos de los tiburones blancos que hasta entonces habían nadado a sus anchas por las aguas de False Bay y Gansbaai parecieron esfumarse. El fenómeno resulta curioso porque ambas regiones, situadas en la costa suroeste de Sudáfrica, figuran entre los hábitats preferidos por estos enormes escualos que pueden pasar de los seis metros de largo.
"La disminución de los tiburones blancos fue tan dramática, tan rápida, tan inaudita, que comenzaron a circular muchas teorías", comenta Michelle Jewell, ecologista del Museo de la Universidad Estatal de Michigan a Hakai Magazine. Aquella "disminución sustancial" de avistamientos resultaba tan peculiar que llevó a un grupo de investigadores sudafricanos y canadienses a analizar el fenómeno en detalle, un trabajo que han recogido ahora en un artículo publicado en Ecological Indicators.
¿Desaparecieron, sin más? He ahí la clave. Los científicos no solo se dieron cuenta de que los tiburones blancos se dejaban ver menos en False Bay y Gansbaai. Otro fenómeno que resultaba igual de interesante es que aquellos impresionantes escualos parecían pasearse con más frecuencia por otros puntos del amplio litoral sudafricano, como la Bahía de Algoa y la costa de KwaZulu-Natal, situadas a una distancia notable, en el sureste del país. Los tiburones blancos no eran desconocidos allí, pero nunca antes se habían visto tantos.
"A medida que False Bay y Gansbaai sufrieron importantes disminuciones, otros lugares informaron enormes aumentos en las poblaciones de tiburones blancos", explica a Hakai Alison Kock, bióloga marina de Parques Nacionales de Sudáfrica y una de las investigadores que firma el estudio. El fenómeno se había dado a tal velocidad que quedaba descartada la posibilidad de que se debiera a un boom de natalidad entre los escualos del sureste de Sudáfrica. "Tenía que ser una redistribución. Los tiburones se desplazaron hacia el este".
¿Y cuál es la causa? La pregunta del millón. Hubo quien apuntó a la sobrepesca y su influencia sobre las especies de las que se alimentan los escualos o incluso quien fue más allá y relacionó el fenómeno con un súbito interés gastronómico por su carne. En su estudio Kock y el resto de sus colegas deslizan sin embargo "una teoría alternativa", una que poco tiene que ver con la pesca… o al menos con la que desarrollamos nosotros, los humanos. Su explicación hace bueno aquello de que "siempre hay un pez más grande" y apunta a un depredador aún más temible que los grandes tiburones blancos: las orcas.
¿Orcas al ataque? Exacto. "Una teoría alternativa propuesta para la desaparición de los tiburones blancos de False Bay y Gansbaai es la reciente aparición de una pareja de orcas especializadas en la caza de grandes tiburones costeros y que se documentó por primera vez en False Bay en 2015, depredando tiburones moteados, lo que coincidió con su desaparición de un lugar de agregación en False Bay", detalla la investigación.
Sus autores sospechan que la misma pareja acabó con al menos media decena de tiburones blancos de entre 2,6 y 4,9 m de largo en Gansbaai en 2017 y señalan que desde entonces se han anotado más muertes con un número mayor de orcas y que afectan tanto a escualos jóvenes como adultos. El número de víctimas podría haber sido incluso mayor, ya que, reconocen los expertos, no todos los cadáveres de tiburones blancos acaban llegando a la costa y se suman a los registros.
Pero… ¿Y por qué aumentaron en otros lugares? La idea que dejan botando los investigadores es que se produjo un "cambio de distribución" en las poblaciones de tiburones, que los escualos se mudaron a aguas más tranquilas en las que pudieran nadar sin temer el acecho de las orcas. "Sabemos que los depredadores tienen una enorme influencia en el movimiento y uso del hábitat de sus presas, por lo que esto no es sorprendente —explica Jewell—. El problema es que mucho no están acostumbrados a pensar en los tiburones blancos como presas".
En su artículo los científicos recalcan que en casos así influyen tanto el daño causado por los depredadores —en este caso las orcas— como el propio "miedo" a los ataques. "Su mayor presencia puede explicar por qué los tiburones blancos han permanecido ausentes de False Bay y Gansbaai, pero siguen ocupando Mossel Bay, Plettenberg Bay y Algoa Bay, donde las orcas se observan con menos frecuencia", abundan. Prueba de que no andan desencaminados es que los biólogos han constatado que las orcas han empezado a dirigirse a las aguas de Mossel Bay para cazar tiburones blancos y el efecto no ha tardado en verse: "Una huida del lugar".
¿Qué buscan las orcas? Si la influencia de las orcas resulta sorprendente más aún lo son sus peculiares gustos culinarios. Tenemos vídeos que muestran su predilección por los hígados de tiburón, bocados grasos y ricos en nutrientes. National Geographic señala que a principios de año llegaron a aparecer casi una veintena de cadáveres de tiburón en la playa de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y todos presentaban la misma estampa: les habían succionado el hígado con un desgarro limpio y preciso.
Que las orcas parecen chiflarse por los grandes escualos no es una novedad. Su capacidad para amedrentarlos, tampoco. "El impacto es evidente en otros lugares. En las islas Farallón del sudeste de América del Norte las visitas breves y ocasionales de orcas cerca de la isla provocaron que los tiburones blancos huyeran del área inmediata y disminuyera la depredación por parte de los tiburones blancos sobre pinnípedos durante los años en los que las orcas estuvieron presentes", recoge el nuevo estudio.
Imágenes de portada: Terry Goss (Wikipedia) y Robert Pittman - NOAA
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