Estamos en octubre, pero las temperaturas son propias del verano. Y la cuestión es que no podemos ni sorprendernos. 225 días. Eso son los días que España lleva inmersa en una anomalía positiva con respecto a su temperatura media 1971-2000. El gráfico de Dominic Royé es demoledor, pero si repasamos los datos la cuestión es aún peor.
Un país en llamas. Solo durante este 2023, España lleva ya 28 días de media nacional en condiciones de ola de calor. Eso es casi un mes entero por encima del 95% de las temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000. Un mes. Un mes a nivel nacional, pero es que en el sureste suman ya más de 51 días.
225 días. En el gráfico, se puede ver de un vistazo lo que ha sido 2023 a nivel térmico. Están ahí las cuatro olas de calor que hemos sufrido, los episodios de altas temperaturas que han hostigado el campo durante la primavera e incluso la baja de temperaturas que, en marzo, provocó el desabastecimiento de verduras por toda Europa. Es decir, el gráfico habla por sí solo.
Son días y días con temperaturas por encima de la media (¡hasta ocho grados por encima de la media!); es decir, son una de las peores noticias con las que nos podemos cruzar: porque, excepto en las partes más intensas del verano, significa "tener buen tiempo" todo el año.
Pero en el contexto de una larguísima sequía y en mitad de una crisis económica que ha disparado el precio de todo lo que se podía disparar, demasiado "buen tiempo" (sobre todo, si falta agua) se convierte en una maldición que amenaza con tumbar sectores enteros. Y, en cuanto miramos los datos continentales o planetarios, vemos que no es un hecho aislado.
Un septiembre sin precedentes. Y es que, según los datos de Copernicus, el mes de septiembre de 2023 tuvo una anomalía de temperatura que nunca habíamos visto en épocas instrumentales: hablamos de un 1,7°C por encima de los niveles preindustriales y un 0,5°C por encima del récord anterior.
El salto es tan brutal que los científicos están desconcertados. No hay duda de que hay muchos factores en liza (el aumento de las emisiones de gases invernadero, El Niño, la erupción del Hunga Tonga, el aumento de la actividad solar, la reducción de los niveles de contaminación por el nuevo fuel de la navegación marina), pero destaca una sola cosa: los polos.
¿Los polos? Según González Alemán, los datos apuntan a que la fuente del calentamiento extraordinario apunta a las regiones polares. La extensión del hielo marino ocupó el quinto lugar más bajo (un 18% por debajo del promedio) y, de hecho, la extensión del hielo marino antártico ha estado (sorprendentemente) bajo para esta época del año.
Muchas preguntas. Demasiadas. No obstante, lo que tenemos (sobre todo) son incógnitas. Hipótesis e incógnitas. Septiembre ha pillado a todo el mundo por sorpresa y nadie tiene muy claro qué va a pasar en octubre. Aunque sí sabemos que, independientemente de los posibles récords, la tendencia es mala. A día de hoy, el Niño ya tiene más de 70% de posibilidades de convertirse en muy intenso en los próximos meses. Y eso, claro, va a disparar las temperaturas.
En los próximos días, el bloqueo anticiclónico se va a disipar y una borrasca atlántica profunda va a embestir la península. Son buena noticias: la situación está tan mal que casi todo son buenas noticias. No obstante, los temores de los meteorólogos van un poco más allá: ¿qué pasará después de esta pequeña borrasca? ¿Empezará el otoño o 2023 seguirá sorprendiéndonos a todos?
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Imagen | Dominic Royé
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