Solo en Valencia se esperan 300 litros por metro cuadrado en las próximas 72 horas. Pero llover, lo que se dice llover, va a llover en toda España. Durante esta semana un "tren de borrascas" va a campar a sus anchas por toda la península y se ensañará especialmente con el interior, el suroeste y todo el litoral mediterráneo. La pregunta clave es: ¿servirá esto para contener la sequía?
¿Qué es un 'tren de borrascas'? Pese a que el nombre promete un fenómeno más interesante, lo cierto es que se trata de una forma muy visual de denominar a una sucesión de borrascas importantes en un corto espacio de tiempo.
Una semana pasada por agua. Aunque, en buena parte del país, durante el fin de semana ya hemos podido "disfrutar" de la lluvia, la primera borrasca de este "tren" se va a ir formando al suroeste de la Península entre el lunes y el miércoles. Desde ese momento, tendremos tres días de lluvias muy intensas con más de 150 litros por metro cuadrado en zonas como Andalucía, Murcia o los alrededores del sistema Central. Hacia el final de la semana, hay argumentos para temer lluvias torrenciales en todo el sur, el centro y el este de la península. La consecuencia más directa, además del agua, es que las temperaturas bajarán de nuevo.
¿Por qué ahora? Claro, porque después de un año hídrico realmente malo (en el que algunas zonas del país han recibido menos del 25% de las precipitaciones habituales), cabe preguntarse qué está pasando para que ahora encadenemos una buena serie de tormentas en el país. La respuesta es un anticiclón. Concretamente, un anticiclón asentado sobre el norte de Europa que está desviando las borrascas hacia el suroeste del continente: hacia España y Portugal.
¿Será suficiente? Esa es la gran pregunta que está en el aire. Todo el mundillo meteorológico tiene muy presente el año 2018, cuando sufrimos una situación muy parecida, pero finalmente una primavera excepcionalmente húmeda ayudó a salvar los muebles. Aunque no consiguió subsanar el periodo de "sequía" que llevamos soportando desde 2014, es cierto que nos permitió esquivar las consecuencias más duras de la falta de agua.
Esquivamos una bala hídrica, pero fue por una cuestión de suerte. Hoy por hoy, con la enorme crisis agroalimentaria que se ve en el horizonte, no tener otro golpe de suerte puede disparar los precios de los alimentos básicos hasta cifras insospechadas y causar un caos inaudito en el campo español. Si bien nadie espera que esto solucione todos nuestro problemas, esta semana puede tener un papel esencial en suavizar el golpe (y que, con otro poco de suerte más, sea la antesala de otra primavera como la de 2018).
La solución no va a caer del cielo. Seamos realistas, los largos periodos de sequía van a ser cada vez más y más normales. No necesitamos suerte, necesitamos un plan. Yo siempre he sido muy crítico con el "sebastianismo meteorológico", no porque no esperemos las borrascas como "agua de mayo", sino porque no es suficiente. Pero el tiempo sigue pasando y las soluciones (estructurales, políticas, de fondo) siguen sin llegar.
Imagen | Ryoji Iwata
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