Los ecos de 2010 resuenan de nuevo, pero los expertos no están preocupados
La lava comenzó a emanar en la península de Reykjanes durante la noche de anteayer lunes y por ahora no es posible determinar cuánto durará esta erupción. En cualquier caso, el estallido de este nuevo volcán sí ha ayudado a despejar algunas de las dudas que se planteaban durante las últimas semanas.
El estado del volcán. Desde que entró en erupción el lunes, la fuerza del volcán ha ido atenuándose poco a poco en aspectos como su sismicidad, la longitud de la brecha abierta por el magma en su escape de las profundidades, o la altura a la que la lava es escupida.
Según datos de la Oficina Meteorológica Islandesa (IMO), durante las primeras 12 horas de actividad del volcán se registraron alrededor de 300 terremotos en la franja de varios kilómetros a lo largo de la cual se extiende la incursión de magma que ahora emana desde la cámara subterránea. Sin embargo durante las primeras horas de la tarde de ayer se registraron tan solo 10.
El flujo de lava que sale de las fisuras abiertas es de varios cientos de metros cúbicos por segundo y poco a poco se propaga por el entorno de estas fisuras. Las defensas levantadas en el entorno deberían ser capaces, explican las autoridades, de proteger las infraestructuras de la zona de los ríos de lava que pudieran formarse.
90 minutos. Esto no quiere decir que las autoridades esperen que el nuevo volcán cese su actividad pronto. La erupción se ha producido a lo largo de una franja de unos 4 kilómetros en la que se han abierto varias fisuras, algunas de las cuales han ido estrechándose con el paso de las horas.
Ahora la principal preocupación de las autoridades es la aparición de nuevas fisuras por las que emane más magma. Esto haría que esta erupción se expandiera bien hacia el noreste, bien hacia el sudoeste.
Según las estimaciones realizadas a partir de la apertura de las primeras fisuras, el tiempo entre los primeros avisos y el momento en que comienza a emanar el magma es de unos 90 minutos. Poco tiempo de reacción.
El viento favorece a la capital. Dada esta situación, las autoridades no creen que los impactos de esta erupción vayan a ser especialmente notorios en un país acostumbrado (dentro de lo que cabe) a la actividad volcánica.
Uno de los impactos clave de estos eventos suele ser el de la contaminación causada por gases y partículas volátiles. Debido a la cercanía de la capital y ciudad más poblada del país, Reikiavik se encuentra a unos 42 kilómetros de la erupción,
Por ahora, eso sí, el viento está llevando consigo estos gases en dirección al noroeste y no al noreste donde se sitúan los asentamientos más importantes.
Sin que el peligro se extienda. Aunque por supuesto si hablamos de volcanes islandeses y sus impactos es difícil no acordarse de la erupción del Eyjafjallajökull en 2010. En aquella ocasión los vuelos de media Europa tuvieron que quedarse en tierra.
Por ahora las primeras horas de la erupción parecen confirmar lo que los expertos anunciaban hace unas semanas: el riesgo de que se repita la situación es entre escaso y nulo. El motivo es geoógico según explicaba a la BBC la vulcanóloga Evgenia Ilyinskaya. Los volcanes de la zona sudoeste de Islandia no generan tales humaredas.
Amor y odio. El sector del turismo en Islandia tiene una relación compleja con los volcanes: parte de lo que hace los paisajes de este país atractivos a los visitantes es causa directa de su actividad volcánica; y sin embargo las erupciones volcánicas siempre traen consigo problemas como cancelaciones de viajes, cuando no paradas totales del tráfico aéreo.
En el caso de esta erupción la preocupación también ha afectado a un bien turístico del país, la llamada Laguna Azul, una laguna geotermal situada a poco más de un kilómetro de donde se han abierto algunas de las fisuras. Por ahora la laguna está fuera de peligro.
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Imagen | Icelandic Meteorological Office
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