Los cambios en la capa de tierra situada bajo el hielo antártico pueden ser un gran aliado... o un gran desafío
La Antártida se está elevando. Y a una velocidad pasmosa. Lo que ya no está tan claro es si eso son buenas o malas noticias. Con ayuda de potentes sismómetros, estaciones GPS y modelos 3D, un grupo de científicos ha llegado a la conclusión de que, a medida que se reduce la pesada capa de hielo de la Antártida, la base rocosa situada debajo gana altura. Exactamente igual que una esponja cuando dejamos de apretarla. El fenómeno es fascinante, pero plantea la incómoda pregunta de en qué medida ese crecimiento puede afectar a la subida del nivel de los océanos.
La respuesta: depende.
Mirando bajo la alfombra. O en este caso, para ser más preciso, bajo las toneladas y toneladas de hielo que cubren la Antártida. Eso es lo que han hecho (más o menos) un grupo de científicos de diferentes universidades de EEUU, Reino Unido y Canadá. Con ayuda de sismógrafos, estaciones GPS y modelados 3D han estudiado cómo se comporta la tierra situada debajo de la capa de hielo antártico. No solo eso. Lo que han intentado averiguar es cómo interactúan esa enorme capa gélida, el manto situado debajo y las emisiones de carbono en la atmósfera.
¿Y qué han averiguado? Varias cosas. Para empezar, que se está produciendo un fenómeno conocido como "elevación (o rebote) posglacial". El término suena complicado, pero desde la Universidad McGill, una de las instituciones implicadas en la investigación, lo explican de una forma muy sencilla: "A medida que el hielo se derrite, su peso disminuye, lo que hace que la tierra que se encuentra debajo se eleve". Igual que un colchón de espuma cuando nos levantamos tras estar un rato sentados. Al librarlo de nuestro peso, recobra poco a poco su forma original.
De milenios… a décadas. No se trata solo de que el lecho rocoso se esté elevando. Es que lo hace además a una velocidad endiablada, muy por encima de lo esperado. "Nuestras mediciones muestran que la tierra sólida que forma la base de la capa de hielo de la Antártida cambia sorprendentemente rápido", añade Terry Wilson, coautor del estudio, recién publicado en 'Science Advances', e investigador de la Universidad Estatal de Ohio: "El levantamiento de la tierra tras la reducción del hielo en la superficie está ocurriendo en décadas, en vez de en miles de años".
¿Cuánto se eleva exactamente? "La capa de hielo de la Antártida está experimentando un levantamiento de tierra firme de unos cinco centímetros al año", aclara la Universidad Estatal de Ohio. Eso al menos es lo que muestran sus mediciones con sistemas GPS. Para hacernos una idea de lo que significa, esa velocidad multiplica por cinco el ritmo registrado en América del Norte.
Desde la universidad de Colorado aportan un cálculo parecido, aunque con matices: aunque hay diferencias sustanciales entre los mantos de la Antártida Oriental y Occidental por sus distintos comportamientos a la hora de adaptarse al derretimiento de la capa helada, en esta última han detectado zonas costeras en las que la elevación alcanza los cuatro centímetros anuales, un fenómeno que explican sobre todo por la pérdida de hielo. "Sorprendentemente, vimos que la Antártida occidental es uno de los lugares del planeta que se eleva más rápidamente porque la viscosidad del manto allí es bastante baja", señala el sismólogo Rick Aster.
¿Influye en los océanos? Sí. Lo que está ocurre en la Antártida afectará de forma clara a la subida del nivel del mar. Lo que ya resulta mucho más difícil es aclarar si esa influencia nos beneficiará o perjudicará. Y el motivo es muy sencillo: en gran medida dependerá de nuestras emisiones de dióxido de carbono y en qué medida contribuyamos a partir de ahora al calentamiento global.
Si conseguimos reducir las emisiones de CO2 de forma efectiva a lo largo de las próximas décadas, esa fuerza natural que está operando en la Antártida podría reducir el impacto de su deshielo en los océanos. Si por el contrario no frenamos la polución en la atmósfera y dejamos que todo siga como hasta ahora, el incremento del nivel de los océanos será mayor de lo esperado… con lo que eso implica para el planeta, sobre todo para las ciudades situadas en las regiones costeras.
Un freno efectivo… El párrafo anterior quizás suene un poco confuso, pero de nuevo la explicación es muy sencilla. Los investigadores calculan que si logramos limitar el calentamiento global, el "levantamiento posglacial" actuará igual que un "freno natural" ante la pérdida de la masa de hielo. Al subir, la tierra eleva la capa congelada y desacelera su flujo hacia el océano. Los investigadores incluso han calculado qué efecto tendría, y no es precisamente menor: estiman que podría reducir la contribución de la Antártida al aumento del mar hasta en un 40%.
"A medida que se derrite una capa de hielo, la Tierra subyacente se descomprime, fluye y se eleva —aclara la Universidad Estatal de Colorado—. Y este levantamiento hace que el hielo que se desplaza desde la capa de hielo interior en tierra hacia el océano se ralentice y se atasque en la topografía del lecho rocoso".
…O un enemigo inesperado. Habría sin embargo otra posibilidad, mucho menos halagüeña. Si no somos capaces de reducir nuestras emisiones de CO2 a tiempo la retirada del hielo superará a la elevación de la tierra antártica, lo que tendría consecuencias diametralmente opuestas al primer escenario: alejaría el agua del océano de la Antártida y "amplificará" los efectos del aumento del nivel del mar. Wilson advierte que si eso ocurriese el resultado empeoraría "de forma significativa los modelos más nefastos" previstos para las poblaciones costeras.
Lo "inevitable" y lo que (todavía) puede cambiar. "Nuestros hallazgos muestran que, si bien es inevitable que se produzca cierto aumento del nivel del mar, una acción rápida para reducir las emisiones podría prevenir algunos de los impactos más destructivos del cambio climático, en particular en las comunidades costeras", señala la investigadora Natalya Gómez, autora principal del estudio publicado en 'Science Advances' y profesora de la Universidad McGill.
"Con casi 700 millones de personas viviendo en zonas costeras y un coste potencial del aumento del nivel del mar que alanzaría los billones de dólares para finales de siglo, comprender el efecto dominó del derretimiento del hielo antártico es clave".
Imagen |Jay Ruzesky (Unsplash)
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