La lava del volcán Ol Doinyo Lengai es, además, muy poco viscosa
En el mundo no hay dos volcanes iguales. Pero en general suelen tener algunos rasgos comunes que nos permiten identificarlos o, cuanto menos, clasificarlos. Eso no evita que podamos toparnos con volcanes que parecen salirse de toda norma.
Es el caso del Ol Doinyo Lengai, un volcán ubicado en el norte de Tanzania. El motivo por el que este volcán resulta tan extraño es su lava, que tiene poco que ver con el líquido viscoso e incandescente que asociamos a las erupciones volcánicas.
¿Cómo es entonces la lava que expulsa el volcán? Pues su color es negro y es tan poco viscosa que pareciera más bien agua mezclada con tierra, barro negro como el que puede ser expulsado por una fuente hidrotermal.
Lo que hace a esta lava tan distinta de la que estamos acostumbrado es su composición rica en carbonatos y rica en elementos alcalinos como calcio y sodio. A diferencia de los volcanes convencionales, cuya lava es rica en sílices, estos compuestos son mucho más escasos en la lava del Ol Doinyo Lengai.
Esto tiene dos implicaciones. Por una parte, que el líquido se funde a una temperatura mucho más baja que la lava convencional, entre 540º y 593º Celsius frente a los más de 900 que requiere la fusión del magma en los volcanes convencionales. El magma del Ol Doinyo Lengai no se calienta lo suficiente como para llegar a la incandescencia, por lo que no emite luz.
Pero aún hay más, ya que si la lava convencional pasa de un rojo incandescente al negro cuando se solidifica, la lava del Ol Doinyo Lengai también cambia de color. No debido al proceso de solidificación, sino a procesos químicos posteriores. El calcio y el dióxido de carbono se combinan para formar calcita y minerales similares. Después el agua y la humedad descompoen estos minerales, de forma que, pasado un tiempo las faldas del volcán se tiñen de blanco.
La segunda implicación es que la viscosidad de este magma es tan baja que resulta acuosa.
El Ol Doinyo Lengai
El volcán Ol Doinyo Lengai, llamado La Montaña de Dios por los masais, está situado en el norte de Tanzania, cerca de la frontera con Kenia y a medio camino entre el lago Victoria y la costa del Índico. Su cumbre se encuentra a 2.962 metros sobre el nivel del mar.
Morfológicamente, estamos ante un estratovolcán con cono piroclástico según la clasificación del Programa Global de Volcanismo del Museo Nacional de Historia Natural de de los EE UU. Se trata de un volcán muy activo con seis erupciones en lo que va de siglo. Lo que es más: el volcán se encuentra en erupción constante desde abril de 2017.
Está situado en el Valle del Rift, un valle formado por la un proceso de división de una placa tectónica en dos: la placa africana originaria y la placa somalí que poco a poco se separa de la anterior. Como es de esperar, esta región cuenta con gran actividad geológica.
El volcán ha sido objeto de diversos estudios científicos a lo largo de los últimos años. Recientemente, un estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters analizó cambios en la geografía del entorno.
A través de observaciones por satélite, el equipo responsable del estudio constató que el volcán había menguado durante la última década, a razón de unos 3,6 centímetros al año. Las medidas, tomadas a través de los satélites Sentinel-1 y Cosmo-SkyMed permitieron constatartambién el desplazamiento de la tierra cerca del cráter norte del volcán.
Un estudio anterior, publicado en 2009 en la revista Nature, se centró en buscar el origen de esta singular lava carbónica. Encontraron la respuesta en el manto de la Tierra. Según indicaba el equipo responsable del estudio, el análisis químico del dióxido de carbono emanado por el volcán indicaba este origen. Los materiales expulsados serían por tanto el resultado del derretimiento parcial de los materiales de la capa superior del manto.
Pese a lo singular del Ol Doinyo Lengai, el equipo señalaba que la concentración de estos materiales carbónicos era similar al que se da en otros lugares de la Tierra: las dorsales oceánicas. Esto no resulta del todo extraño ya que estas dorsales se forman también en los puntos en los que las placas tectónicas se separan, como en el eje norte-sur del océano Atlántico.
Imagen | Clem23
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