Hace un par de semanas, Aida Zurina Long estaba pescando cerca de la Autoridad de Desarrollo Pesquero de Malasia cuando vio un objeto extraño flotando en el agua. En un primer momento, pensó que era basura. La pinta, aquí entre nosotros, no era nada buena. Sin embargo, a su padre (que había bajado al embarcadero a saludarla y había sido pescador durante muchos años) le dio una corazonada.
Un bulto ceroso como ese podía ser vómito de ballena. Lo recogieron e intentaron prenderle fuego. El resultado fue un olor dulce. Acaban de encontrar cinco kilos de ámbar gris, una sustancia rara y ya poco utilizada que, en el mundo de la perfumería puede alcanzar hasta los 71.000 dólares el kilo.
Ocurre de vez en cuando. En 2016, una pareja que paseaba por una playa de la bahía de Moracambe en Lancashire (Reino Unido) también se encontró un bulto ceroso con un olor "a medio camino entre un calamar y el estiércol de corral". Fue 1,57 kg, un poco menos, sí; pero todo un "gordo" de Navidad.
Una "basura" realmente valiosa
Para entender por qué un trozo de ámbar gris puede llegar a ser tan valioso hay que saber qué es. El componente principal de este producto es la ambreina, una sustancia que solo puede biosintetizar el sistema digestivo de los cachalotes. En realidad, su función no tiene nada que ver con los olores (de hecho, no tiene olor): es un producto que los cachalotes producen para solucionar un problema derivado del componente principal de su dieta: los calamares.
El sistema digestivo de los cachalotes no puede digerir los picos de los calamares (las mandíbulas típicas de los cefalópodos). Muy pocos animales pueden digerir esos picos y, de facto, son casi los únicos restos que se encuentran de los cefalópodos muertos. Lo interesante de los cachalotes es que segregan la ambreina para encapsular los picos y que no hagan desgarros en su paso por el cuerpo del animal.
Una vez que la mezcla de ambreina, picos y otra sustancia llamada epicoprostanol está hecha se expulsa de los animales o bien como materia fecal o bien como vómito (de ahí su nombre popular). Y, posteriormente, deambular por el mar que lo decolore. Durante ese proceso de deriva marítima, la materia fecal desaparece rápidamente y el bulto recoge olor del océano.
¿Para qué sirve?
Como decía, la ambreina no tiene olor propio, pero tiene una propiedad muy curiosa: al exponerse a cierto tipo de oxígeno activo, es capaz de fijar los aceites volátiles mediante evaporación lenta. Es decir, permite que el aroma dure más tiempo.
Hoy por hoy, la mayor parte de perfumistas utilizan ambreina sintética. Sin embargo, la escasez de este producto (al fin y al cabo, no siempre hay grumos gigantes de ámbar gris en el material fecal de los cachalotes y, por otro lado, no hay tantos cachalotes como había antaño) lo convierte en un producto especialmente goloso para perfumes de lujo. Eso es lo que dispara su precio.
Tiene algunos otros usos, también es cierto. Tradicionalmente, se ha considerado que este producto era 'afrodisiaco'. Afortunadamente, no es solo un mito y, hoy por hoy, tenemos estudios que parecen avalarlo... en ratas. El resto son, actualmente, habladurías. Pero habladurías que valen su precio en oro.
Imagen | Gabriel Barathieu
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