Vuelve la calima y no tiene nada de normal: es un síntoma de cómo están cambiando las dinámicas meteorológicas

Sí, otra vez calima. En estos momentos, una enorme manga de aire cargado de polvo sahariano está enturbiando el cielo del este de Andalucía, Murcia, Albacete y la mitad sur de la Comunidad Valenciana. En el estrecho la calidad del aire ya está tocada y, según nuestras previsiones, se trata solo de un primer contacto. El golpe fuerte nos alcanzará apenas unos días más tarde y llegará hasta Aragón.

No nos llevemos a engaño la calima del 15 y el 16 de marzo, esa que coloreó de naranja los cielos de media España y llegó a las puertas de Alemania, fue un episodio excepcional, rarísimo. La AEMET cree que pudo ser la más intensa del último siglo.

Eso quiere decir que será extraño que veamos un episodio de esa magnitud próximamente. Lo que ocurre, como pasó con las alertas sanitarias tras el caso de la carne mechada o con los temporales de nieve tras Filomena, es que a rebufo de esos eventos meteorológicos extremos, los medios tendemos a prestar demasiada atención a fenómenos que son normales. Y es que las calimas de una intensidad más moderada son eso: normales. El problema, como veremos, es que están dejando de ser normales.

No obstante, normal e inocuo no son sinónimos. Al fin y al cabo, la España peninsular (por no hablar de Canarias) vive en una situación geográfica que la hace especialmente susceptible al polvo africano. Los episodios de calima son muy habituales en la parte sureste del país. No obstante, eso no quiere decir que debamos minusvalorar el problema.

Para que nos hagamos una idea, el miércoles las provincias de Málaga, Córdoba y Almería, Región de Murcia, Albacete y buena parte de Alicante y Valencia llegarán a tener concentraciones de polvo de hasta 200 µg/m3 (como nos recuerdan desde Meteored, 45 µg/m3 es el actual umbral diario de riesgo para la salud).

Sobre todo, porque se están haciendo más frecuentes. No tenemos muy claro por qué, pero como señala Juan José Villena, si damos un paso atrás y cogemos perspectiva histórica, nos daremos cuenta de que la potencia de los episodios de calima ha ido subiendo de intensidad (y de frecuencia) en los últimos años.

Si viviéramos en un lugar normal. Además, lo que está claro es que esta primavera está siendo especialmente extraña y los fenómenos meteorológicos inusuales se están alargando más de lo normal. A finales del invierno, la sequía fue especialmente severa. El chorro polar sigue "muy ondulado y desdibujado" y ese es el causante de los cambios bruscos de temperaturas de los últimos meses. Por otro lado, los episodios de calima también parecen más intensos. Sería precipitado sacar conclusiones.

Y, a la vez, es casi inevitable no ir haciéndolo. Fundamentalmente, porque, como hemos visto durante este año hídrico, somos especialmente vulnerables a los cambios hídricos y, si como señala Villena, estas calimas son un "síntoma" de cambios más importantes en la troposfera, la única manera de salir de esta es planificación, planificación y planificación.

Imagen: Javigo

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