Más que el lema de un laboratorio, el cartel que colgaba hace años sobre el centro creado a mediados de los 70 por Kurt Benirschke, genetista de la Universidad de California, en San Diego, se parecía al mensaje de una galletita de la suerte: "Debes coleccionar cosas por razones que aún no entiendes". Casi parece un haiku. Pero tenía todo el sentido del mundo hace medio siglo. Y lo sigue teniendo ahora. Lo que Benirschke y su equipo han "coleccionado" desde entonces son tejidos de animales raros o en peligro de extinción, muestras que ayuden a preservar la diversidad.
Cuando Benirschke se puso manos a la obra, hace ya cinco décadas, mucha gente podía ver su trabajo como una excentricidad. Por entonces la tecnología genética estaba en pañales. No se sabía si el material que estaban recogiendo serviría para algo y, en caso de que así fuera, cómo ni cuándo podría aprovecharse. Hoy su colección ya da resultados y se conoce a nivel internacional como Frozen Zoo. Sí, Zoológico congelado, en español. Y no es el único de su tipo.
¿Qué son los zoos congelados? Las instalaciones como la impulsada por Bernischke en San Diego (EEUU) se asemejan a los zoos convencionales en un detalle importante: están consagrados a los animales. En todo lo demás, se parecen más bien poco. En vez de jaulas o comederos, emplean "congeladores", instalaciones que les permiten la criopreservación y mantener, por ejemplo, células congeladas a -196ºC o conservar ADN de especies amenazadas. Algunas instalaciones incluso disponen de bóvedas con cajas selladas que contienen miles de semillas de cultivo.
Frozen Zoo empezó a usar un depósito con nitrógeno líquido hace décadas y hoy suma más de 10.000 cultivos de células vivas, ovocitos, esperma y embriones que representan alrededor de un millar de taxones, incluida una especia extinta, el Po´ouli o mielero de cara negra. En el caso de The Frozen Ark, se acumulan unas 48.000 muestras de 5.500 especies, la inmensa mayoría ADN.
¿Qué hacen? Su objetivo es crear una gran biblioteca de la biodiversidad para contribuir a la preservación y el estudio. "Podemos aplicar nuevas técnicas y tecnologías para ampliar nuestros conocimientos y aprender más información relevante de cara a prevenir la extinción de especies en peligro", explica Oliver Ryder, genetista del Zoológico de San Diego a la CNN. Desde que empezaron su misión, en los 70, el estudio de la genética ha dado grandes pasos que les permite sacar un mayor partido de las muestras que han estado recolectando durante las últimas décadas.
Gracias al material genético conservado en San Diego se ha podido, por ejemplo, clonar varias especies en peligro de extinción, como el gaur indio, el caballo de Przewalski o cierto tipo de hurón. Más allá de los nuevos ejemplares, recuerda la CNN, la clonación resulta útil para afrontar uno de los grandes problemas que afrontan las comunidades de especies amenazadas, al borde de la extinción: la escasa diversidad genética. Al disponer de muestras tomadas hace décadas, se enriquece la variedad y, en consecuencia, se refuerza su propia resiliencia frente a las amenazas.
Más allá de la propia clonación. No todo es clonación. Como recoge Frozen Zoo, sus investigadores dedican esfuerzos a otras líneas de trabajo que favorecen a los animales. Una de las que tienen en marcha quiere desarrollar un banco de muestras para identificar especímenes ilegales de primates o duikers en el comercio de carne de criaturas silvestres. Otra, igual de apasionante, Genoma10K, aspira a la secuenciación de los genomas de 10.000 especies para su estudio.
"Para comprender las consecuencias del declive de la biodiversidad, la investigación científica necesita acceso a información actual e histórica y material biológico de especies en declive", anota Frozen Ark. Los datos pueden emplearse para estudios tan diversos como la investigación del cáncer, el crecimiento de extremidades o entender mejor los procesos de recuperación.
Algunas referencias internacionales. Por su antigüedad y la fama del propio Kurt Bernischke, fallecido en 2018, quizás el centro más conocido a nivel internacional es Frozen Zoo, de San Diego; pero desde luego no es la única institución del mundo enfocada hacia el estudio y preservación de las especies amenazadas o extrañas. En Reino Unido está el criobanco The Frozen Ark, fruto de la colaboración de varias instituciones de primera nivel, como la Universidad de Nottingham.
Otro criobanco de Reino Unido es Nature's Safe, fundado con el objetivo, detalla, de "salvar a los animales de la extinción mediante la recolección, el almacenamiento indefinido y la regeneración de células reproductivas y líneas celulares". Algo diferentes es la conocida como "arca de Noé vegetal", un impresionante banco mundial con muestras situado en Svalbard, Noruega, donde se conservan más de un millón de muestras de semillas de diferentes cultivos de casi todo el mundo.
Una tarea más urgente que nunca. Si en 1972 la tarea de Bernischke y, en especial, lo de Zoo Congelado podían sonar a excentricidades, hoy su papel es más necesario que nunca. Los datos de WWF demuestran que la biodiversidad de nuestro planeta no atraviesa su mejor momento. Según su informe Índice Planeta Vivo, entre 1970 y 2016, las poblaciones de vertebrados, lo que incluye aves, mamíferos, reptiles, anfibios y peces, se han desplomado un 68%. El dato es un 8% superior al del anterior informe, de hace solo un par de años, y no pinta un escenario demasiado halagüeño: estamos afectando seriamente al hábitat de cientos de miles de especies.
Los debates que pone sobre la mesa. Aunque su enfoque y misión poco se parecen al de los zoológicos convencionales, cuestionados desde hace años por las asociaciones ecologistas, lo cierto es que al menos una parte de la actividad de instalaciones como la de Frozen Zoo abren debates tan interesantes como espinosos. Por ejemplo: que podamos "desextinguir" una especie desaparecida, ¿significa que tengamos que hacerlo? ¿Y si fuese así, permitiremos que se rentabilice el esfuerzo que requiere semejante hazaña? Colossal Laboratories & Biosciences ya avanza para "revivir" al mamut lanudo, pero, si lo logra, ya se plantea la siguiente pregunta: ¿Tendría patente?
El propio sector afronta desafíos importantes, derivados en gran medida de los costes y la complejidad de su actividad. La aspiración de un criobanco es tener una base lo más amplia y rica posible; pero a medida que esta crezca su mantenimiento también resultará más costoso. Al fin y al cabo, si hoy logramos beneficios de las muestras recogidas por Bernischke en los 80 es porque ese material se ha conservado casi 40 años. Para conseguirlo el sector necesita garantizar que dispondrá de fondos para nitrógeno líquido y criotanques, debe hacer ver su valor y sumar esfuerzos.
Imágenes | Wesley Pribadi (Unsplash) y Julia Koblitz (Unsplash)
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