Europa necesita consolidar y desarrollar su posición en la industria de los semiconductores. El 8 de febrero de 2022 Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, anunció que el Viejo Continente quiere ser un actor fundamental en este mercado, y el primer paso para lograrlo requiere fabricar el 20% de los chips del planeta en 2030. La Directiva Chips Act movilizará hasta 43.000 millones de euros entre inversión pública y privada para hacerlo posible, pero el dinero es solo una parte del problema.
Para atraer a los grandes fabricantes de circuitos integrados es imprescindible seducirlos con subvenciones suculentas, sí, pero también es necesario poner en sus manos los recursos que necesitan para desarrollar su negocio. La energía y el agua son dos de los más importantes si nos ceñimos a la fabricación de chips, y no abundan. En cualquier caso, hace tan solo unos días Europa dio un paso muy importante hacia delante al firmar con Intel la construcción en Magdeburgo (Alemania) de una planta de semiconductores que costará 30.000 millones de euros.
No obstante, esto no es todo. Esta empresa también ha confirmado que se gastará 4.600 millones de dólares en unas nuevas instalaciones que estarán alojadas en Breslavia (Polonia), así como 13.000 millones de dólares más en la expansión de su fábrica de Leixlip (Irlanda). El propósito de la mejora de esta última planta será duplicar su capacidad de fabricación y habilitar una fábrica preparada para producir chips en el nodo Intel 4. La apuesta de esta y otras compañías por Europa es evidente, y no es en absoluto una casualidad que llegue ahora.
A los fabricantes de chips les interesa tener plantas en Europa
La puesta a punto de estas nuevas instalaciones de Intel en suelo europeo es una buena noticia, pero aún es más relevante la certeza de que otras empresas importantes de la industria de los chips también quieren dar un paso similar. TSMC, el mayor fabricante de circuitos integrados del planeta, está interesado en venir a Europa. Tanto, de hecho, que sus directivos actualmente están negociando con el Gobierno alemán las condiciones necesarias para hacerlo posible. AMD también ha anunciado que invertirá 135 millones de dólares en su centro de Irlanda, y STMicroelectronics y GlobalFoundries pondrán a punto juntas en Crolles (Francia) una planta de semiconductores de 5.700 millones de euros.
Europa es atractiva para los fabricantes de chips. De eso no cabe la menor duda. Y lo es por varias razones. La más sólida de todas ellas consiste en que los líderes europeos están hambrientos y deseosos de incrementar su relevancia en esta industria, lo que les ha obligado a crear el clima propicio para que a los fabricantes de circuitos integrados les resulte atractivo invertir en el Viejo Continente. Su medida más tangible son las subvenciones. Intel recibirá una de 10.000 millones de dólares para construir su fábrica de Magdeburgo, que costará 30.000 millones, y TSMC aspira a obtener otra por un importe del 50% del coste total de su futura fábrica europea.
No obstante, otros países, como EEUU, Japón o Corea del Sur, también están ofreciendo a los fabricantes de semiconductores subvenciones atractivas, lo que nos lleva a la segunda razón de peso por la que a estas empresas les interesa tener plantas en Europa: en la actual coyuntura de inestabilidad geopolítica y económica para estas compañías es muy beneficioso dar una respuesta a las necesidades del mercado europeo, que tiene un volumen muy importante, desde Europa. Esta estrategia tiene dos ventajas: inmuniza en cierta medida su negocio europeo frente a los vaivenes externos y reduce los costes de la logística.
Además merece la pena que no pasemos por alto que Europa ofrece la estabilidad legislativa, política y social que las grandes compañías reclaman a la hora de afrontar grandes inversiones. Este es, precisamente, uno de los factores que arrojan cierta incertidumbre sobre los tres países asiáticos que están pujando muy fuerte para erigirse como alternativas a Taiwán en la industria de los chips ante la amenaza de una posible invasión de China: Singapur, Malasia y Vietnam. Aun así, la superioridad de Asia en este mercado no solo frente a Europa, sino ante todo Occidente, es abrumadora. A los líderes del Viejo Continente no les queda más remedio que aplicarse a fondo si realmente quieren que Europa sea fuerte en la industria de los semiconductores.
Imagen de portada: Intel
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