Adelantar dos semanas las vacaciones reduce el consumo eléctrico, mejora la calidad del aire y aumenta un 25% la productividad
El cambio climático está condicionando cada vez más la rutina diaria de las zonas más castigadas por las olas de calor y las sequías. Testimonio de ello son las cuatro olas de calor que han condicionado la jornada laboral de miles de trabajadores que trabajan al aire libre.
Por ese motivo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha propuesto adelantar las vacaciones a la segunda quincena de julio para adaptar los horarios y la jornada laboral a la nueva tendencia climática registrada en los últimos años.
El verano “duro” ya no es en agosto. Hace un par de décadas España se cerraba por vacaciones, y millones de empresas y pequeños negocios colgaban el cartel de cerrado por vacaciones. Un estudio de investigadores del CSIC publicado en la revista Science of the Total Environment revela que los picos de temperatura y olas de calor de los últimos años por comunidades autónomas se han ido adelantando a la segunda quincena de julio, mientras que en agosto comienza ya a registrarse la caída que tradicionalmente se producía en septiembre.
Adelantar las vacaciones a la segunda quincena de julio podría "mitigar algunos de los impactos asociados al calor extremo, debido a la reducción de la actividad industrial y de la movilidad laboral durante los días de vacaciones".
Proteger a los empleados de los golpes de calor. Uno de los motivos que argumentan los científicos del Instituto de Geociencia para adaptar el calendario laboral de vacaciones a los registros reales de temperatura es la protección de la salud y la productividad de los empleados que deben desarrollar su actividad al aire libre. La última reforma laboral protege a los empleados expuestos a altas temperatura mediante el Real Decreto-ley 4/2023 y les exime de realizar sus funciones en las horas centrales del día en verano o durante episodios de calor extremo implementando jornadas laborales de 4 días o intensivas.
Esto hace que las empresas deban modificar sus horarios de producción para evitar las horas de más calor e incluso suspender su actividad incurriendo en una seria caída en la productividad por condiciones climáticas. Según los expertos del CSIC, “a nivel nacional, la segunda quincena de julio y, en menor medida, la primera de agosto son los periodos en los que más horas de trabajo se pierden por exposición al calor (alrededor de 100 millones de horas cada quincena). El número de horas de trabajo perdidas es aproximadamente 20 millones mayor en la segunda quincena de julio que en la segunda quincena de agosto, lo que representa un cambio relativo del 25%”
Alta demanda eléctrica durante los periodos de calor. Otro de los factores sobre el que se argumenta la adaptación del periodo vacacional es el alto consumo eléctrico que se registra durante estos periodos de calor intenso, provocado principalmente por la alta demanda de aire acondicionado, que se reduce considerablemente durante el periodo de vacaciones.
El estudio sostiene que unir el pico de calor de la segunda semana de julio con las vacaciones adelantará ese descenso en la demanda eléctrica, especialmente en las regiones del sur y este del país. Al estar de vacaciones, las empresas no deben incrementar el consumo eléctrico para mantener una temperatura ambiente por debajo de los 27º C como marca el Real Decreto-ley 14/2022.
Atenuar los efectos del cambio climático. Los autores del estudio también han tenido en cuenta los efectos ambientales que contribuyen al efecto invernadero que se deriva de las concentraciones de ozono en la superficie, incrementando la sensación térmica.
Durante las vacaciones, los principales núcleos se vacían y sus habituales habitantes se dispersan por todo el territorio hacia sus destinos vacacionales mejorando la calidad del aire en las zonas más pobladas y los efectos sobre la salud del ozono en esas zonas de un 4% “cuyas concentraciones dependen del tráfico y el estancamiento del aire”.
El origen agrario de las vacaciones de agosto. La tradición de cerrar por vacaciones en agosto no responde a criterios climáticos, sino que viene ligado al calendario de cosechas previo a la Revolución industrial. Dado que agricultura todavía tenía un peso muy importante en la economía, las grandes industrias otorgaban permisos de vacaciones para que los empleados se desplazaran al campo a ayudar a sus familias a recoger la cosecha de cereal durante el verano.
Esa costumbre se ha mantenido sustentada en parte por las buenas temperaturas y las horas de luz para impulsar el turismo de playa reinante en nuestro país, pero en base al uso racional de los recursos teniendo en consideración los parámetros de temperatura que ahora plantean los autores del estudio.
En sus conclusiones los autores del estudio proponen acortar la jornada durante los meses de más calor en aquellos sectores con menos importancia durante el verano y redistribuir las vacaciones de invierno para tener más días de vacaciones durante los meses de más calor.
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Imagen | Pexels (Quang Nguyen Vinh), Unsplash (Julia Taubitz)
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