2020 fue el año de la incertidumbre que provocaba la pandemia, aunque el susto en los mercados para cualquier empresa que no dependiera del turismo y la movilidad duró poco. Sobre todo para las tecnológicas. 2021 fue el año de la recuperación y el optimismo ante las vacunas. Pocos podrían pensar entonces que 2022 iba a ser terrorífico para las grandes tecnológicas, dominadoras y símbolo de la década anterior. Solo entre diez de ellas se han dejado cuatro billones de dólares. Sí, con b.
Con b de bache, de batacazo y de bestial. Desde el 20% que se han dejado Apple o Microsoft hasta el 60 y 70% que han perdido PayPal, Spotify o Netflix. Otras empresas tecnológicas fuera de este listado también se han dejado cantidades importantes, caso de Snap (un 70% desde el 1 de enero) o (un 72%).
Velas rojas
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El caso de una de las últimas mencionadas, Snap, es especialmente grave por sus dos grandes caídas en vertical. La primera, en octubre de 2021, le cercenó un 30% de su valor de la noche a la mañana. Literalmente. La segunda, hace unos días, se llevó por delante un 43%.
Uno de los principales factores que han conducido a esta situación, más allá de eventualidades como la de la caída de suscriptores de Netflix o las dificultades en el mercado publicitario digital para las plataformas que dependen de él, es el aumento de los tipos de interés anunciado por la Reserva Federal estadounidense, una medida orientada a contener la fuerte inflación desatada tras la impresión descontrolada de dólares desde que comenzó la pandemia.
Junto a la perspectiva de un aumento de los tipos de interés está la incertidumbre a la hora de invertir por la invasión de Ucrania a manos de Rusia o la prudencia ante una desaceleración de la economía global.
Un mantra de la industria publicitaria dice que la inversión en marketing suele ser uno de los primeros grifos que se cierran en las empresas cuando la situación económica es desfavorable. Algo que contextualiza el peor desempeño de empresas donde estas inversiones son importantes (Alphabet, Amazon, Meta) frente a otras donde es secundario o residual (Apple, Microsoft).
Las tecnológicas vivieron en la década de los años diez su década dorada, con crecimientos sostenidos que llevaron a varias a superar holgadamente las capitalizaciones de mercado por encima del billón de dólares, llegando a rozar los tres billones en el caso de Apple, que lleva casi tres décadas sin conocer lo que es una crisis, pues las dos previas fueron compensadas de forma casi milagrosa por la llegada simultánea de dos productos que cambiaron la historia de la empresa, como el iPod y el iPhone.
Estamos a principios de 2022 y se ha creado la tormenta perfecta entre criptomonedas a la baja (aunque en casos como Bitcoin muy por encima todavía de sus máximos de hace apenas un par de años hacia atrás), el capital riesgo congelando sus inversiones, las startups deteniendo contrataciones o recurriendo a despidos, y el mencionado panorama del NASDAQ. El tiempo dirá si este ambiente hostil se sostiene en el tiempo o se revierte la situación más pronto que tarde. De momento se impone el pesimismo.
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