La escalada de la tensión entre Estados Unidos y China es una realidad. Washington y Pekín se encuentran involucrados en una guerra comercial cuyo epicentro reside entre los sectores económicos, tecnológicos y de defensa. Desde el veto de Huawei impulsado por el expresidente Donald Trump, los ataques y represalias no han dejado de surgir desde ambos bandos.
En conflicto, no obstante, parece estar acercándose a una etapa que puede desencadenar respuestas más contundentes por parte del gigante asiático. Según recoge Bloomberg, Xie Feng, el embajador de China en Estados Unidos aseguró esta semana en el Foro de Seguridad de Aspen que su país tomará represalias si la administración de Joe Biden impone nuevas restricciones.
China empieza a responder a las sanciones de EEUU
Xie asegura que no desean involucrarse en una guerra comercial o tecnológica ―aunque numerosos analistas coinciden en que ya está en marcha―, pero que no se quedarán de brazos cruzados frente a las sanciones. “Hay un dicho chino: ‘No haremos provocaciones, pero no retrocederemos ante las provocaciones’. Así que China definitivamente dará nuestra respuesta”, dice el diplomático.
Los comentarios del embajador se producen justo después de que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jeanne-Pierre, reconociera que se está trabajando en una nueva orden ejecutiva para limitar la inversión estadounidense en China. El decreto, que está en proceso desde hace tiempo, apunta determinadas “tecnologías sensibles” y tiene como argumento proteger la seguridad nacional.
En este momento no hay demasiados detalles sobre las sanciones que están siendo preparadas, pero queda claro que siguen la estela de las anteriores, que se dirigen específicamente al sector tecnológico. Por parte de China tampoco está claro de qué manera responderían ante este nuevo golpe, aunque tampoco sería la primera vez que respondan en esta batalla. Veamos.
Los decretos vienen siendo una herramienta muy efectiva de Washington para ejercer presión sobre China. A través de estos recursos ejecutivos, la administración gubernamental ya ha prohibido inversiones estadounidenses en decenas de empresas de tecnología y defensa chinas. Además, se ha recurrido al poderoso Departamento de Comercio para controlar las exportaciones tecnológicas.
Empresas como Intel, AMD y NVIDIA lo tienen complicado para exportar algunos de sus productos más avanzados. La influencia de Estados Unidos incluso ha traspasado sus fronteras y ha llevado a empresas de otros países, como ASML de los Países Bajos, ha restringir sus tratos comerciales con Pekín. La escalada ha alcanzado tal punto que ciertos fabricantes están pidiendo una tregua.
China, por su parte, ha condenado numerosas veces las acciones estadounidenses, y también ha prometido tomar represalias. Pese a estas promesas, el gigante asiático ha puesto en marcha medidas de bajo impacto, hasta ahora. El contraataque de Xi Jinping empezó con una jugada estratégica: con un golpe a Micron, el principal fabricante de chips de memoria estadounidense.
Las sanciones llegaron en un mal momento para Micron. Aun cuando estas no habían empezado a dar efecto, la facturación de la compañía se desplomó por ciertas "dinámicas del mercado", lo que podría traducirse según sus propios directivos en una recuperación más lenta. A todo esto, le siguieron las limitaciones en exportaciones de galio y germanio, dos metales clave para diferentes industrias.
Imágenes: Thomas Despeyroux | Gilles DETOT
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