Los últimos dieciséis meses han sido duros para la industria china de los semiconductores. Los estertores de la pandemia de COVID-19 primero y las sanciones impuestas por la alianza que lidera Estados Unidos después han provocado que la fabricación de chips en este gigantesco país asiático haya caído de una forma perceptible. La recta final de 2021 no fue mala, y en enero de 2022 la producción creció, pero a partir de ahí el panorama se torció drásticamente.
Actualmente China tiene el mayor mercado de semiconductores del planeta. Para dar una respuesta a su demanda interna solo tiene dos opciones: fabricar más o importar más. El problema es que las sanciones a las que está sometido se agudizaron a finales de 2022 y representan una barrera en ambos frentes. Por un lado impiden a los fabricantes de chips chinos el acceso a los equipos de litografía más avanzados que producen ASML, Tokyo Electron y otras compañías extranjeras.
Además, las sanciones también les dificultan la obtención de los productos químicos que están involucrados en los procesos de fabricación de circuitos integrados (muchos de ellos proceden de Alemania). Y, para rizar el rizo, restringe el abanico de chips de vanguardia al que China tiene acceso a través de los canales oficiales de importación. De hecho, según la Administración china la importación de circuitos integrados procedentes de Taiwán y Corea del Sur ha caído un 21% durante los cuatro primeros meses de 2023 si la comparamos con el mismo periodo del año pasado.
Abril ha marcado un punto de inflexión que favorece al mercado chino
Por primera vez desde enero de 2022 la producción de circuitos integrados en China ha crecido. Según su propia Oficina Nacional de Estadística lo ha hecho un 3,8% si la comparamos con el mismo periodo de 2022, lo que le ha permitido alcanzar una cifra de fabricación de 28.100 millones de unidades. Ese porcentaje es relativamente modesto, pero lo realmente importante no es la cifra en sí misma; lo más relevante es que parece estarse fraguando un cambio de tendencia que podría insuflar al mercado chino de los chips un hálito de esperanza.
En cualquier caso, la delicadísima coyuntura actual nos invita a preguntarnos cómo es posible que China esté fabricando más chips de repente si las sanciones siguen su curso y tiene más difícil que nunca el acceso a los equipos de litografía avanzados. La respuesta es sencilla: las empresas chinas han incrementado la producción de los circuitos integrados que requieren los fabricantes de coches y las marcas de electrónica de consumo. Para producir estos semiconductores no es necesario utilizar equipos de vanguardia, lo que ha permitido a los fabricantes de chips sortear las sanciones y apostar por ellos.
Para poner todo lo que acabamos de ver en contexto nos interesa reparar en que durante 2022 China fabricó 324.200 millones de circuitos integrados, una cifra que representa una caída del 9,8% frente a 2021. Curiosamente la mayor caída llegó en octubre de 2022, el mismo mes en el que el Gobierno estadounidense apretó su puño al máximo y amplió el alcance de las sanciones.
China aspira a independizarse poco a poco de las tecnologías extranjeras, y para lograrlo tendrá que recorrer un camino largo que en algunos momentos será tortuoso. Fabricar más chips "sencillos" no es una solución definitiva, pero al menos proporciona una bocanada de aire a un sector que acaba de atravesar una etapa extraordinariamente estresante.
Imagen de portada: Xataka con Midjourney
Más información: SCMP
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