En los últimos días Ucrania ha iniciado una fuerte contraofensiva en la región de Járkov, al noreste del país, que en apenas unas horas ha supuesto un notable éxito para las tropas de Volodímir Zelenski, cuyo Gobierno afirma haber recuperado más de treinta localidades y unos 3.000 kilómetros cuadrados desde principios de septiembre, una información que no ha podido ser contrastada por ningún medio internacional hasta el momento.
Sea o no correcta la cifra, lo cierto es que varias fuentes informan del éxito de la contraofensiva ucraniana y de la retirada desordenada de los rusos. Una victoria para los de Zelenski de la que ha tenido parte de culpa el mejor equipamiento tecnológico de su ejército gracias a la ayuda de Occidente y a su apuesta por dispositivos como drones, tanto de combate como comerciales. Rusia, por su parte, defiende que se trata de un repliegue estratégico que forma parte de sus plantes de bélicos.
La tecnología de guerra rusa. La semana pasada el New York Times informaba de los hallazgos llevados a cabo por los servicios de seguridad de Ucrania, en colaboración con contratistas privados, en los restos de misiles y otro armamento ruso. Las armas, especifica el rotativo estadounidense, eran de lo mejor del arsenal de los de Putin, pero, sin embargo, la tecnología que usaban, como el sistema de navegación por satélite, era bastante básica y algo anticuada.
Por ejemplo, el citado sistema de navegación ruso tiene una arquitectura muy parecida a la de código abierto de los receptores GPS, lo que hace que sea menos seguro y preciso que los sistemas militares desarrollados por Occidente. Asimismo, muchos de los componentes de sus armas son genéricos, es decir, no están específicamente fabricados para ellas, lo que les resta efectividad.
Dependencia occidental del ejército ruso. Por último, una cantidad importante de esos componentes son de fabricación occidental, a pesar de que las sanciones impuestas por Occidente a Rusia tras la invasión de Crimea en 2014 restringieron el envío de alta tecnología con posibles usos militares a aquel país. No se sabe cómo ha podido hacerse con ellos el ejército de Putin, pero todo apunta al contrabando y el comercio ilegal, ámbitos en los que no se suele negociar con lo último que ha salido al mercado.
Esto, además, provoca que conforme las tropas del Kremlim van perdiendo o consumiendo material tienen mucho más difícil reponerlo que los ucranianos, por lo que dependen cada vez más de armas más antiguas, algunas incluso de la época soviética, según Politico.
La tecnología de Ucrania. Los ucranianos, en cambio, están recibiendo suministros armamentísticos directamente de los principales países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, quienes le han enviado armas con avanzada tecnología militar que da cierta ventaja en este apartado a los de Zelenski, a pesar del mayor potencial bélico de Rusia.
No obstante, el aspecto tecnológico que más parece estar marcando la diferencia del lado ucraniano, más allá de la antigüedad de los componentes de Rusia, es el importante uso de drones y otros vehículos no tripulados que está llevando a cabo Kiev. Ucrania se ha caracterizado desde el principio del conflicto por usar drones tanto militares como comerciales, ambos con fines bélicos. Muchos de ellos para observar el movimiento de sus enemigos, prevenir los ataques o guiar a la artillería a las posiciones enemigas, un uso que también les dan los de Putin.
Pero los de Zelenski han ido más allá y también están utilizando estos dispositivos como vehículos kamikazes que, cargados de bombas, se estrellan contra objetivos rivales causando cuantiosos daños, destruyendo depósitos de suministros, ralentizando el avance de las tropas de Moscú o facilitando el avance de sus soldados cuando pasan a la ofensiva.
Imagen | Ministerio de Defensa de Ucrania
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