Ni siquiera el delicado momento económico que atraviesa España, con la inflación instalada por encima del 10%, un otoño que se presume conflictivo por las reivindicaciones de los trabajadores y la sombra de la recesión en el horizonte, han hecho que los profesionales de nuestro país hayan dejado de dimitir de sus trabajos.
Las dimisiones se aceleran. La Gran Renuncia, un fenómeno que parecía asociado a la bonanza de la reactivación económica tras los peores momentos de la pandemia, no sólo sigue dando pasos en nuestro país, sino que ha pisado el acelerador y ha venido marcando récord tras récord desde el pasado mes de abril.
Así, entre enero y julio de 2022, 38.575 españoles han renunciado voluntariamente a sus empleos indefinidos, la cifra más alta registrada hasta la fecha desde que se recopilan estos datos (2001), según las estadísticas de afiliación de la Seguridad Social.
Sin precedentes recientes. En abril de este año, el número de renuncias voluntarias mensuales alcanzó su máximo histórico, con 5.467 dimisiones. Sólo en septiembre 2007, en plena euforia económica de la burbuja inmobiliaria, España se aceró a una cifra similar: 4.762. Lo llamativo es que aquel máximo no fue un pico de abril, sino el inicio de un crecimiento exponencial de las renuncias voluntarias que en mayo ya alcanzaron las 6.465, en junio las 7.554 y en julio, las 8.268. Los datos de agosto aún no están disponibles.
Esto quiere decir que sólo en los meses de verano, y a la espera de las cifras de agosto, más de 20.000 españoles han dejado sus trabajos de forma voluntaria. En un año normal, la cifra de dimisiones ronda las 30.000 bajas. Y de seguir la tendencia de los últimos meses, España podría acabar 2022 con más de 80.000 dimisiones, una cifra que casi dobla al anterior máximo de la serie histórica de la Seguridad Social: en 2007 renunciaron voluntariamente un total de 47.712 trabajadores.
¿Por qué? Los factores que motivan la Gran Renuncia aún no están claros, pero según varias fuentes consultadas por Xataka, algunos de los motivos habría que buscarlos en el cambio de mentalidad de algunos profesionales tras una dura pandemia, la posibilidad real de mejorar sus condiciones laborales ante la escasez de profesionales cualificados en determinados sectores, la negativa de algunas compañías a continuar con el teletrabajo o los bajos sueldos.
Esto último, de hecho, fue lo que motivó a inicios del verano que algunos sectores como la hostelería, la construcción o el transporte de mercancías experimentase una falta de mano de obra sin precedentes. Esas malas condiciones laborales, que en España salpican a muchos sectores, sumadas a la inflación disparada y las escasas subidas salariales, podrían ser una de las principales explicaciones del acelerado crecimiento de las renuncias desde abril: cambiar de trabajo como fórmula para subir el salario propio y no perder poder adquisitivo por culpa de la inflación.
Un asunto que preocupó al Gobierno. Las cifras, por tanto, muestran una tendencia al alza que está creciendo rápidamente y que ni siquiera la llegada del verano ha ralentizado, más bien al contrario. Antes del periodo estival, el Gobierno empezó a estudiar la situación, que veía como preocupante, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz se reunió con los sindicatos para tratar el asunto en mayo. Desde entonces, silencio, porque entre las vacaciones y otros problemas más acuciantes, la Gran Renuncia ha quedado momentáneamente en dique seco para el Ejecutivo.
La Gran Renuncia en Estados Unidos. El fenómeno de la Gran Renuncia comenzó a darse a principios de 2021 en Estados Unidos, y consiste en el abandono masivo y voluntario de miles de puestos de trabajo fijos por parte de personas que deciden buscar mejores oportunidades sin que un despido las fuerce a ello. Una parte de ellas, además, ni siquiera se va cuando ya tiene atado otro empleo.
En Estados Unidos, además, las cifras son mucho más abultadas que en España. Desde 2021 han venido renunciando, de media, 4,5 millones de trabajadores al mes, sin que la oleada de despidos que ha sacudido aquel país recientemente ni la inestable situación económica mundial le hayan puesto freno. Así, desde que comenzase el fenómeno, más de 60 millones de estadounidenses han dimitido.
Imagen | Anna Shvets
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