Las oficinas registran su tasa de ocupación más baja de los últimos 40 años
El trabajo híbrido ha ralentizado la caída con una vuelta a la oficina parcial, pero las empresas ahora necesitan menos espacio de oficina
La pandemia obligó a las empresas a vaciar sus oficinas, pero las bondades del teletrabajo han retrasado los planes de las empresas para volver a llenarlas.
La negativa de los empleados de abandonar el modelo de teletrabajo, que les permitía seguir realizando su trabajo, pero mejorando sus condiciones de conciliación familiar y la flexibilidad de horarios ha hecho que las oficinas estén más vacías que nunca. Y eso es un desastre para el sector inmobiliario.
Grandes fondos de inversión, empresas de bienes raíces e incluso las propias empresas que las usan, han invertido ingentes cantidades de dinero en edificios de oficinas que ahora están infrautilizados con una ocupación insuficiente y perdiendo valor de mercado. Eso les empuja en su empeño de volver a llenarlas a toda costa.
La rentabilidad del mercado inmobiliario es el trasfondo tras el que se articulan muchos de los planes de vuelta a la oficina de las principales compañías, dado que los datos han confirmado que el lugar desde el que se trabaja no tiene incidencia sobre la productividad de las empresas ni sobre el funcionamiento de sus modelos de negocio.
Oficinas vacías a precio de saldo
Resiclub Analytics publicaba en febrero que Paramount Group, uno de los mayores propietarios de oficinas con sede en Nueva York, estaba estudiando ceder la propiedad de dos importantes complejos de oficinas en San Francisco, acuciados por las deudas que iban a generar esos inmuebles. La inmobiliaria informaba a sus accionistas que el valor de mercado de los edificios había caído por debajo del importe de la deuda que habían contraído para comprarlos.
Paramount Group había pagado 1.000 millones de dólares en 2019 por ambos complejos de oficinas, pero actualmente se encuentra con una ocupación de sólo el 45% de su capacidad y su valor ha caído en picado.
Los complejos de oficinas de Paramount Group no son cualquier cosa. Uno de ellos ha servido como sede de la compañía energética Chevron, mientras que el otro es todavía más grande y se encuentra ubicada en el centro de San Francisco. Por lo que pueden considerarse como un buen termómetro para valorar la situación del sector inmobiliario de oficinas en EE.UU.
El informe de Moody’s Investor Services publicado esta semana apunta a que la desocupación media de las oficinas de Estados Unidos alcanza el 19,6%, según publicaba The Wall Street Journal. Es el nivel más bajo registrado en los últimos 40 años. Thomas P. LaSalvia, responsable del informe de Moody’s señalaba que “la tecnología de las comunicaciones ha avanzado hasta el punto de dejar obsoletas las oficinas y las ciudades”.
El dato se agrava en zonas con una fuerte influencia del sector tecnológico, que antes era considerado un inquilino confiable porque tendía a utilizar grandes superficies para sus oficinas, pero que ahora deja a sus puntos neurálgicos en California y Texas con tasas de desocupación de hasta el 25%. Es decir, que una de cada cuatro oficinas está vacía.
El motivo por el que estas zonas con mayor presencia del sector tecnológico sean las que, precisamente, ahora tienen mayor tasa de desocupación es que son las empresas tecnológicas las que más han apostado por el teletrabajo. Aquellas que han querido volver a las oficinas, han optado por modelos de trabajo híbrido, por lo que el espacio de oficina que necesitan ahora es menor.
La baja ocupación de los edificios ha hecho que el precio de los alquileres registre una bajada del 1,5% entre el cuarto trimestre de 2019 y el mismo periodo de 2023. Sin embargo, esa bajada de precios en el alquiler no afecta a las enormes inversiones inmobiliarias que grandes compañías, como Google, hicieron en sus enormes campus.
Estas carísimas instalaciones están ahora infrautilizadas por la llegada del teletrabajo, y las empresas hacen gala de la falacia del coste hundido buscando recuperar su inversión a toda costa, incluso cuando el precio a pagar es el descontento general de unos empleados obligados a volver a las oficinas.
Imagen | Pexels (Miguel Cuenca)
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