EEUU ha propuesta separar Chrome de Google, pero el navegador más usado del mundo parece mucho menos valioso fuera del ecosistema publicitario de la compañía
El Department of Justice de Estados Unidos propone forzar a Google a vender Chrome como parte de su estrategia antimonopolio. Es una medida que sobre el papel puede parecer contundente, pero la realidad es mucho más compleja que eso.
Chrome, que ha sido valorado de forma independiente en hasta 20.000 millones de dólares, podría ser un gigante con pies de barro si queda al margen del ecosistema de Google.
Por qué es importante. Chrome domina el mercado de navegadores web con unos dos tercios de cuota de mercado tanto en móvil como en escritorio, pero su valor real no reside en el navegador en sí mismo, sino en cómo se integra con el ecosistema completo de Google. Desde la búsqueda hasta la publicidad.
Entre líneas. El valor real de Chrome para Google va mucho más allá de su función como navegador. Es algo más que eso:
- Es una ventana privilegiada a los hábitos de navegación de miles de millones de usuarios.
- Es un controlador de estándares web.
- Y es un guardián que asegura que el motor de búsqueda de Google siga siendo la opción por defecto para esos miles de millones.
En detalle. La propuesta del DoJ genera más preguntas de las que responde. ¿Quién va a querer –y poder– comprar un navegador que requiere una alta inversión recurrente en desarrollo y mantenimiento... sin acceso al muy rentable ecosistema publicitario de Google?
Pensemos en el caso de Mozilla. Está en una crisis que ya no es coyuntural, sino estructural. Con Firefox apenas le da para sobrevivir, pero no para crecer, al revés. Y sobrevive gracias a sus acuerdos con Google, que suponen entre el 80% y el 90% de sus ingresos. Han intentado reducir la dependencia, pero no les ha salido muy bien.
Profundiza. Es un caso que recuerda mucho al del gran antecedente del gremio, el de Microsoft con Internet Explorer en los noventa, pero con una enorme diferencia: la Web de hoy día es muchísimo más compleja en todos los aspectos.
Chrome no es solo un navegador, es más bien parte de una gran infraestructura que incluye también a Chromium, el proyecto de código abierto que usan casi todos los demás navegadores, incluidos Edge, Brave, Opera o Arc.
La paradoja. El navegador más popular del mundo, a mucha distancia del segundo, puede valer más bien poco fuera del ecosistema de quien lo creó. Definitivamente, mucho menos que los 20.000 millones de dólares en que ha sido valorado.
Quizás la solución no pase tanto por separar físicamente Chrome de Google sino por regular cómo Google usa Chrome para preservar su dominio en las búsquedas y la publicidad online.
En Xataka | Estados Unidos exige formalmente a Google que venda Chrome. Todavía le quedan estas vías de escape
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