Las primeras semanas de septiembre decidirán si España tendrá un otoño convulso o tranquilo. En ese tiempo sindicatos, patronal y Gobierno van a retomar las negociaciones para tratar de alcanzar un pacto de rentas en el que se acuerde una subida salarial de los trabajadores acorde a la inflación. Las conversaciones para este fin ya fracasaron la pasada primavera y las centrales sindicales advierten: si los empresarios no ceden, habrá huelgas y movilizaciones.
Punto de desacuerdo. Las tres partes de la negociación tenían posturas cercanas en la primavera de 2022, cuando todas estuvieron de acuerdo en abordar un incremento de los sueldos del 8% repartido en tres años (3,5% en 2022, 2,5% en 2023 y 2% en 2024). Sin embargo, los sindicatos querían incluir en el pacto, además, una cláusula de revisión salarial vinculada al Índice de Precios de Consumo (IPC) en los convenios colectivos, esto es, que el aumento pactado de los sueldos sea variable en función de la inflación. Algo a lo que la patronal se negó de plano y que, a la postre, fue la causa de la ruptura de las conversaciones.
Tras el desacuerdo de primavera, y ante la escalada incesante de la inflación, la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, trató de retomar las negociaciones a principios de julio, y se reunió con sindicatos y patronal, pero no logró avanzar nada. A principios de agosto, fuentes del citado ministerio explicaron al diario Información que en septiembre retomarían de nuevo las conversaciones para tratar de alcanzar un pacto definitivo, pero reconocieron que no lo veían nada fácil.
Salario o conflicto. El secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), Pepe Álvarez, ha dicho recientemente que esta misma semana van a retomar las conversaciones con la patronal, a la espera de que el Gobierno vuelva a convocar a las partes, y ha advertido que, “si no hay cambio de posición por parte de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), habrá movilizaciones en otoño”.
El líder de UGT también ha señalado que se ponen como fecha límite para alcanzar un pacto el mes de octubre, a partir del cual comenzarían las movilizaciones en caso de desacuerdo. Y ha subrayado que ya se están preparando para ello en coordinación con Comisiones Obreras (CCOO) y todos los sectores que están actualmente negociando convenios.
“Los sindicatos estamos determinados a que los salarios crezcan por encima de la inflación. Estamos pendientes de que la patronal esté de acuerdo en sentarse. Se levantaron de la mesa y tienen que volver. Queremos evitar a este país una ola de huelgas, algo totalmente innecesario para llegar a un acuerdo justo para las personas”, ha dicho Álvarez.
La posición de la CEOE. La patronal, por su parte, todavía no se ha pronunciado públicamente al respecto tras estas declaraciones de los sindicatos. Sin embargo, en julio publicaron una valoración sobre el IPC de junio, que se disparó hasta el 10,2%, en la que pedían no aumentar ni precios ni salarios para evitar una espiral inflacionista.
De acuerdo con la patronal y diversos expertos de economía, subir el sueldo de los trabajadores conllevaría que, tarde o temprano, los empresarios tendrían que volver a aumentar los precios para afrontar ese mayor coste de las retribuciones, lo que volvería a conducir a reclamaciones para nuevas subidas de sueldo, y vuelta a empezar, como ya explicamos en Xataka.
Para evitar esto y que los trabajadores sean los únicos que asuman las consecuencias de la inflación, las partes en liza pensaron en el pacto de rentas para repartir los costes de la escalada de precios: con este acuerdo, los trabajadores aceptan subidas del salario más moderadas de las que cabría exigir por la inflación y tienen en cuenta los márgenes empresariales, mientras que los empresarios se comprometen a subir ligeramente los sueldos, mantener los empleos y seguir una senda moderada de incremento de precios que no compense por completo el encarecimiento del coste del trabajo y de la producción.
Pérdida de poder adquisitivo. La amenaza de movilizaciones de los sindicatos llega apenas unas semanas después de que hayamos conocido que durante el mes de julio España experimentó la mayor devaluación salarial de su historia desde que se registran datos de inflación y crecimiento general de los sueldos.
En julio, la inflación alcanzó el 10,8%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras que los sueldos apenas subieron un 2,56%, según las Estadísticas de Convenios Colectivos de julio del Ministerio de Trabajo, lo que arroja una diferencia superior a ocho puntos, la mayor de la historia reciente de nuestro país y que supone que los salarios de los españoles valen menos que nunca.
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