Esta empresa vasca quiere abaratar un 50% la factura energética de la desalinización de agua. Su secreto: campos magnéticos

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La compañía Elytt Energy se dedica al diseño y fabricación de imanes de conducción normal y superconductores o fuentes de energía para aceleradores de partículas y a lo largo de los últimos años ha realizado trabajos para proyectos tan importantes como el reactor de fusión ITER. Ahora se trae entre manos una tarea distinta, con un objetivo no menos prometedor: lograr un método más eficiente para la desalinización de agua, capaz de reducir su factura en un 50%.

La meta es ambiciosa. Sus implicaciones, también.

¿Quién es Elytt Energy? Una empresa con instalaciones en Madrid y País Vasco que, entre otras labores, se dedica al diseño y fabricación de imanes especiales para aceleradores de partículas y fuentes de alimentación de alta precisión. Prueba de su peso en el sector es que en 2016 Fusion for Energy (F4E), el organismo de la UE encargado de gestionar la participación europea en ITER, contrató a un consorcio del que formaba parte la firma española para el suministro de equipos.

Ahora se ha embarcado junto con EMSC Global Water Solutions, con sede también en Madrid, en un proyecto algo diferente: MURA, siglas de Magnetikoki Ura Gaztgabetuta. Su objetivo: la desalinizada magnética de agua.

¿Agua desalinizada magnéticamente? Exacto. Gracias a su amplia experiencia en la generación de campos magnéticos para aceleradores de partículas y reactores de fusión, Elytt Energy y EMSC Global Water Solutions se han planteado un desafío tan relevante como ambicioso: diseñar, fabricar y probar un modelo a escala para el desalado de agua mediante campos magnéticos. Lo que buscan es básicamente aprovechar su efecto en el líquido almacenado en tanques especiales para abaratar así los costes energéticos de la dealinización.

"Si se aplican campos magnéticos muy intensos al agua salada, las partes salinas se van a la periferia y puede cogerse el agua del centro del tubo, totalmente desalada", explican a El Español los responsables del proyecto. Su método ofrecería así una alternativa a la ósmosis inversa, el proceso más común, y el resto de alternativas, como la destilación solar, la nanofiltración o la formación de hidratos gaseosos.

¿Y por qué es importante? Por lo que puede ofrecernos. Sobre todo en costes. La ósmosis inversa, que utiliza membranas semipermeables que filtran los sales e impurezas, ofrece algunas ventajas frente a métodos como la destilación, pero su factura energética sigue siendo considerable. Lo que quieren Elytt y EMSC es lograr un paso adelante sustancial en ese flanco, el de los costes.

Si sus cálculos dan en el clavo, el recorte de gasto en electricidad sería más que notable. El reto ahora, de hecho, explica Ángel García, responsable comercial de Elytt, es "validar que el ahorro energético de la tecnología desarrollada es del 50% por metro cúbico de agua frente a la tecnología convencional de osmosis inversa". Más adelante, calculan que su proceso permitiría tratar agua de mar y obtener líquido apto para el consumo humano con un coste de 0,8 dólares por m3.

Pero… ¿agua para qué? He ahí otra de las claves de MURA. El objetivo es lograr agua desalinizada para varios propósitos, todos relevantes, sobre todo en un escenario marcado por las sequías. Al fin y al cabo, y como se repite con frecuencia, aunque el 70% de nuestro planeta esté cubierto por agua el porcentaje del preciado líquido "dulce" es muy bajo, el 3%, y buena parte es hielo o permanece inaccesible.

En 2018 la ONU calculaba que cerca del 40% de la población mundial padecía ya de una forma u otra la escasez de agua. A lo que aspiran Elytt y EMSC es generar agua dulce para diferentes usos: la producción de hidrógeno, el consumo humano y, una vez se haya eliminado el boro del agua desalada, el regadío.

¿Y más allá de la teoría? Por lo pronto MURA acaba de recibir un espaldarazo importante. Elytt acaba de recibir financiación del programa Hazitech, del Grupo SPRI, de la Agencia Vasca de Desarrollo Empresarial, para desarrollar el proyecto. La institución recalca en cualquier caso en que está aún en una fase inicial y le queda camino por delante. El primer paso consistirá en confirmar el ahorro energético del 50% por m3 frente a la tecnología de osmosis inversa.

Ya con los resultados sobre la mesa y si su lectura es positiva, se pasaría a la siguiente fase, el TRL4. El impacto que se persigue es triple: ofrecer agua dulce para hidrógeno, para consumo humano a un coste de 0,8 dólares por metro cúbico y ya finalmente para regadío, una vez se elimine el boro del agua desalada.

Imagen de portada: SPRI

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