Estados Unidos ya tiene su plan de inversión pública para potenciar el sector tecnológico y científico. El Congreso ha votado a favor de la 'Chips and Science Act', un programa de 280.000 millones de dólares para los próximos años, de los cuales unos 52.000 millones de dólares irán destinados a mejorar la fabricación de semiconductores en suelo americano.
El sector tech necesita las ayudas públicas. El dinero que la Administración Biden ha decidido emplear irá a parar a fabricantes como Intel, que invertirá unos 20.000 millones de dólares para la construcción de dos nuevas fábricas. De esa cantidad la mayoría saldrá de los bolsillos de la propia empresa, pero si Intel no ha empezado con el proyecto era porque solicitaba la ayuda pública para asegurar su viabilidad.
Esta combinación de ayudas públicas e inversión privada también se realiza en Europa, donde a través de la Ley Europea de Chips se realizará una inversión similar. El PIB de los Estados Unidos es similar al de toda la Unión Europea y el dinero que se aportará para chips es similar. Mientras EEUU ha anunciado unos 52.000 millones de dólares, Europa invertirá directamente 43.000 millones de euros.
Europa ha dado un paso al frente. La inversión de las dos potencias es similar, aunque en Europa hay que sumar lo que aportarán los distintos países más allá de los fondos europeos. Por ejemplo, en el caso de España se ha anunciado un PERTE de 11.000 millones de euros. El resultado es que proporcionalmente, las ayudas públicas europeas dedicadas al sector de los semiconductores será superior, pero hay que poner esto en contexto.
La cultura de inversión pública en Europa es considerablemente más alta que en Estados Unidos. La Comisión Europea ha adoptado una estrategia de una fuerte inversión, casi al estilo Plan Marshall, para impulsar determinados sectores que considera clave.
Aunque Estados Unidos parte de una posición más avanzada. Europa quiere doblar su porcentaje actual de producción mundial de chips para alcanzar el 10% en 2030. De ahí la gran inversión. Sin embargo, rivales como Estados Unidos no se han quedado parados.
El nivel de inversión de EE.UU es equivalente al europeo, con la gran diferencia que ellos parten de una posición mucho más ventajosa, con un nivel tecnológico superior y una industria alrededor de los semiconductores mucho más grande. Esto tiene una consecuencia directa y es que la cantidad de inversión privada que pueden realizar las empresas estadounidenses es más alta de lo que podemos tener en Europa.
Intel puede recibir, digamos, 6.000 millones de euros en ayudas para crear una fábrica de obleas en Alemania. Y al mismo tiempo anunciar una inversión de 33.000 millones de euros en Europa. Digamos que Intel hace lo mismo en Estados Unidos. Ahora bien, ¿qué empresa europea puede equiparar estos números? La ventaja de Estados Unidos sobre Europa es que las grandes empresas siguen siendo suyas, por mucho que decidan fabricar en suelo europeo.
La inversión de TSMC y Samsung deja en pañales a todo el mundo. La situación de Intel con Europa es similar a la de Samsung o TSMC con Estados Unidos. Mientras la Unión Europea celebra que una empresa como Intel apueste por fabricar aquí, en Estados Unidos se enorgullecen que Samsung invertirá 17.000 millones de dólares en Texas.
EEUU y la Unión Europea han presentado sus cartas, pero lo cierto es que sus números siguen siendo muy reducidos cuando nos fijamos en las cantidades anunciadas por los dos mayores fabricantes de semiconductores del mundo.
TSMC invertirá 100.000 millones de dólares hasta 2024. Una sola empresa invertirá más del doble que toda la Unión Europea a través de sus fondos públicos. Pero atentos a Samsung, porque sus planes pasan por invertir 205.000 millones de dólares para chips dedicados no solo a telecomunicaciones, sino también para la industria biofarmacéutica. Es una cifra mareante, aunque hay que detallar que se trata de un plan hasta 2030.
Inversiones millonarias para seguir en la carrera. Los planes de la Unión Europea o Estados Unidos son ambiciosos, tal y como lo requiere la importancia de fabricar sus propios semiconductores. Sin embargo el nivel de inversión encaja con la posición actual de cada entidad. TSMC y Samsung son los líderes indiscutibles. Y pese a no ser empresas chinas, disponen de una gran cantidad de sus fábricas en China.
En el otro lado del mundo se encuentra Estados Unidos, que quiere mantener a flote a sus empresas con una fuerte inversión y Europa, que pese a no contar con una industria privada fuerte ha invertido de forma igual de decidida que sus rivales con más recorrido. Habrá que ver si a finales de esta década el panorama cambia o el sector se mantiene dividido de forma parecida a la actual.
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