El extraño acercamiento entre Trump y Apple tiene una explicación: Samsung

Wall Street confía en que Trump eximirá a Apple de aranceles, repitiendo el precedente de 2019 para protegerla frente a Samsung

Apple y Trump mantienen una danza diplomática llamativa, muy distinta a la de la llegada al poder del presidente en 2016, cuando las distancias eran mucho mayores. No es el único caso de Silicon Valley. El nexo que los une es más simple de lo que parece: ninguno de los dos está interesado en que Samsung gane.

Por qué es importante. Mientras Trump prometía aranceles agresivos contra China, las acciones de Apple han alcanzado sus máximos históricos. Parece contradictorio, pero no lo es: es una señal de que Wall Street entiende lo que ocurre entre bambalinas.

Entre líneas. Tim Cook ha vuelto a cenar con Trump. Es la misma estrategia que en 2019. Y ya funcionó entonces. En aquella ocasión, Cook usó un argumento "muy convincente", en palabras del propio Trump: los aranceles perjudicarían a Apple frente a Samsung, que fabrica principalmente en Corea del Sur.

  • El argumento pesó demasiado a Trump entonces y muy probablemente lo hará también ahora.
  • Es una cuestión de orgullo nacional, aunque se revista de política comercial.
  • Cook ha demostrado ser un maestro en el arte de la diplomacia corporativa.

En resumen. Estamos ante un caso de estudio sobre cómo el nacionalismo económico encuentra su límite en la realidad competitiva global. Incluso las posturas más duras tienen que adaptarse al mercado.

Aunque Trump sin duda quiere que Apple traslade más producción fuera de China,  puede seguir con su retórica anti-China mientras protege a Apple. Y Apple puede mantener su producción en Asia sin sacrificar márgenes. Es un acuerdo tácito que beneficia a ambas partes:

  • Trump consigue una victoria simbólica al proteger a una empresa americana.
  • Y Apple se ahorra un dolor de cabeza en su cadena de suministro.

Según predice Deepwater Asset Management, firma de análisis de inversión, este movimiento también busca proteger a otras empresas americanas de competidores chinos. Por ejemplo, a Tesla de BYD.

Y ahora qué. Según apuntan los analistas mencionados, el gran perdedor en esta ecuación podría ser Samsung, que va a ver cómo su gran rival mantiene intactas las ventajas competitivas mientras evita la nueva política comercial estadounidense.

Trump acabará ayudando a que la producción china de Apple continúe. Es el tipo de giro inesperado que solo el pragmatismo de los negocios puede generar.

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