El Gobierno ruso va a subvencionar el alquiler de superordenadores. El problema es de dónde va a sacarlos

Rusia quiere desarrollar su industria de los semiconductores. Es evidente que en la coyuntura actual de confrontación directa con EEUU y sus aliados necesita hacerlo. No obstante, ser capaz de fabricar circuitos integrados de vanguardia es tan solo la punta del iceberg. El motivo por el que estos chips son tan importantes no es otro que su participación en el armamento avanzado que están desarrollando las grandes potencias, y también su relevancia en los superordenadores necesarios para abordar los proyectos científicos y tecnológicos más complejos.

Este es el escenario en el que el Gobierno de Vladímir Putin, según el medio ruso CNews, está decidido a estimular la demanda de los superordenadores. El Ministerio de Desarrollo Digital ruso entregará subvenciones a todas aquellas empresas o investigadores que necesiten alquilar superordenadores para llevar a cabo sus proyectos científicos y técnicos. No cabe duda de que se trata de una iniciativa coherente con los intereses de Rusia, pero se enfrenta a muchos desafíos que a priori no parece fácil subsanar.

A Rusia le va a costar conseguir los superordenadores que necesita

John Kirby, que ejerce como Asesor de Comunicaciones de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, declaró a mediados del pasado mes de junio que Washington anunciará nuevas prohibiciones y medidas para el control de las exportaciones a Rusia. Una declaración como esta no vería la luz pública si las medidas pertinentes no estuviesen ya planificadas y a punto de consolidarse. Todavía no sabemos con precisión en qué consistirán las nuevas sanciones, pero Reuters ha anticipado que ante todo perseguirán acabar con las vías paralelas de importación de semiconductores que está utilizando Rusia.

Rusia importó más de 1.700 millones de dólares en chips durante 2023. Este es en gran medida el motivo por el que EEUU quiere endurecer sus sanciones

No obstante, el Gobierno de EEUU no se va a ceñir únicamente a controlar los movimientos de los circuitos integrados de vanguardia fabricados dentro de sus fronteras; presumiblemente también monitorizará el tráfico de los chips avanzados que producen sus aliados. Al fin y al cabo ya lo está haciendo con China. En este ámbito Países Bajos, Taiwán, Corea del Sur y Japón interpretan un rol fundamental a la hora de dificultar la llegada a Rusia de los semiconductores de vanguardia fabricados por sus compañías.

Pese a todo Rusia importó más de 1.700 millones de dólares en chips durante 2023. De hecho, este es en gran medida el motivo por el que EEUU quiere endurecer sus sanciones. Estos circuitos integrados llegaron a Rusia a través de China, Turquía y Emiratos Árabes principalmente, y procedían de compañías como Intel, AMD o NXP Semiconductors. Va a ser muy difícil que EEUU y sus aliados consigan detener completamente el tráfico de semiconductores de vanguardia hacia Rusia, pero es muy probable que las barreras que están imponiendo limiten drásticamente la cantidad de chips avanzados que llegan al país liderado por Putin.

Sea como sea el Gobierno ruso está decidido a multiplicar por diez de aquí a 2030 su infraestructura de superordenadores. Y, como hemos visto, no está en absoluto claro cómo va a hacerlo. En abril os contamos que Ruselectronics, la empresa de la corporación del Estado Rostec responsable del desarrollo de cerca del 80% de los componentes electrónicos que ven la luz en Rusia, ha diseñado un microprocesador de hasta 128 núcleos para superordenadores.

Rusia tiene un gran problema por delante: a priori carece de los nodos litográficos necesarios para fabricar un procesador de 128 núcleos

SRCEC (Scientific Research Center for Electronic Computing), la división de Ruselectronics que se ha encargado del diseño de este hardware, ha puesto a punto también la tecnología de interconexión de alto rendimiento Angara para facilitar la comunicación entre los servidores minimizando al mismo tiempo la latencia. Según las fuentes rusas esta implementación permite a las líneas de comunicación alcanzar una velocidad de transferencia de hasta 75 Gbps, así como escalar la infraestructura a varios cientos de nodos.

Pero Rusia tiene un gran problema por delante: a priori carece de los nodos litográficos necesarios para fabricar un procesador de 128 núcleos. Sus fábricas de chips más avanzadas trabajan con una tecnología de integración de 65 nm, y no es suficiente para producir este chip. Por supuesto, en las circunstancias actuales TSMC, Samsung o Intel no van a fabricar este chip para Rusia, lo que coloca la pelota en otro tejado: el de China. SMIC o Hua Hong Semiconductor sobre el papel sí pueden fabricarlo con una litografía competitiva, por lo que el Gobierno liderado por Vladímir Putin solo puede seguir un camino si quiere llevar a buen puerto este proyecto.

Más información | CNews

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