Hasta hace muy poco, que cientos de empresas se acogieran a una jornada laboral de cuatro días era impensable, una utopía prácticamente imposible de aplicar y con gran rechazo por parte de los empresarios. Hoy es la revolución que llevan a cabo hasta 180 empresas en todo el mundo poniendo en marcha programas piloto. Un caso notable lo explicamos en Magnet hace unos meses, donde Reino Unido emprendió el mayor experimento hasta la fecha sobre la semana laboral de cuatro días con 70 empresas de diversos sectores participando.
Casi cuatro meses después ya conocemos los primeros resultados. Y son una buena noticia tanto para empresas como para empleados.
Los resultados. El proyecto, denominado 4 Day Week Global, ya ha dado sus primeros frutos y son fácilmente reconocibles tras las encuestas realizadas en el país. Una reciente concluye que el 78% de los líderes de esas 70 empresas que cambiaron a horarios de cuatro días afirman que su transición fue "buena" o no tuvieron problemas. Solo el 2% lo encontró desafiante. Y la mayoría (88%) dice que está funcionando bien.
Más esperanzador es que casi todas las empresas participantes (el 86%) señalan que mantendrán los horarios después de que finalice la prueba en noviembre. Incluso, casi la mitad, el 49%, dijo que la productividad había mejorado, mientras que el 46% dijo que se ha mantenido estable. Es decir, que el 95% rindió igual o mejor que trabajando cinco días.
No todas lo logran. Eso sí, no todas las organizaciones que llevan a cabo estas iniciativas consiguen aplicarlas. Las más antiguas encontraron "más complicado" el cambio. De esas, uno de cada cinco jefes abandona durante la etapa de planificación previa. Joe O'Connor, director ejecutivo de 4 Week Global y uno de los diseñadores de la iniciativa, lo explicaba así en este artículo de Bloomberg: "Estamos viendo que para muchos es una transición bastante fluida y para algunos hay algunos obstáculos comprensibles, especialmente entre aquellos que tienen prácticas, sistemas o culturas fijos o inflexibles que se remontan hasta bien entrado el siglo pasado".
Estas empresas son a menudo muy pequeñas y en campos que requieren una cobertura de turnos de cinco o siete días, lo que requiere una programación precisa entre una pequeña cantidad de personal. Muchas tienen que hacer malabares durante las horas punta y algunas abandonan cuando se ven afectadas por cambios inesperados, sobre todo financieros.
El ahorro. Descansar más y producir mejor no es el único beneficio notable. Según los estudios, los empleados también han ahorrado en transporte y en el cuidado de los niños. En este artículo de BBC se explica que un padre con dos hijos se ahorraría una media de 3.700€ al año. Es decir, que una semana de cuatro días sin pérdida de salario podría ser una solución para ayudar a los trabajadores a llegar a fin de mes. Y más cuando la inflación está golpeando brutalmente los bolsillos de las familias.
La tendencia. Es visible en todo el mundo. Desde el proyecto piloto de Telefónica el año pasado hasta la reforma de ley en Bélgica de este año, el mundo se ha echado en brazos de alternativas para mejorar la productividad y reducir el agotamiento de los empleados. En Islandia, por ejemplo, la reducción de las horas de trabajo a 36 horas por semana se probó en varios experimentos con resultados muy positivos.
Lo hemos contado a lo largo de varios artículos, con casos como el de Desigual, que estableció una reducción de jornada pero con disminución de sueldo. Dell hizo lo mismo en Países Bajos, también con una reducción de salario proporcional a esa disminución. Y Canon plantea un modelo que sí se ajusta más al modelo que defienden los británicos: reducir el tiempo de trabajo sin bajarles el sueldo.
Pero no en todos los sitios es igual. El debate sobre cuál es la mejor manera de llevar a cabo la semana laboral de cuatro días sin incidir en pérdidas (sea de productividad o de ingresos) lleva tiempo sobre la mesa, sobre todo desde que Bélgica llevó a cabo una reforma de ley para implantar una jornada laboral de cuatro días pero que en este caso tenía truco, porque no implicaba trabajar menos, sino echar más horas menos días. Es decir, la jornada no se reducía, si no que los empleados podían elegir trabajar más una semana para descansar un día de la siguiente.
Pero claro, las 40 horas semanales siguen estando ahí. Al final, la idea era trabajar menos (descansando más y siendo más productivo) sin perder parte del sueldo. El futuro, en este sentido, sigue siendo incierto.
Imagen: Unsplash
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