A principios de la década de 1990, alrededor del 37% de los chips del mundo se fabricaban en Estados Unidos. El país norteamericano era uno de los principales actores de esta industria, aunque por alguna razón este protagonismo se fue diluyendo con el paso del tiempo. Para 2020, su participación en el mercado se había desplomado hasta el 12%. Y eso se había convertido en un problema.
La pandemia había detonado una crisis mundial de semiconductores y la cadena de suministro global se tambaleaba. En Washington, mientras tanto, saltaban las alarmas. La primera economía del mundo dependía de varios actores extranjeros para conseguir un recurso casi tan vital como el agua. Ante este escenario, surgieron algunas medidas importantes como la 'Chips and Science Act’.
El objetivo de garantizar el suministro de chips
Estados Unidos destinó millones de dólares para fortalecer su cadena de suministro nacional, que alcanzaba todo, desde el sector informático hasta la automoción. La idea detrás de la mencionada iniciativa era ofrecer ayudas públicas para que las empresas instalaran factorías en el país. Todo esto, en un contexto donde la mayor cantidad de chips provenía de Taiwán, China y Corea del Sur.
Pues bien, la estrategia de la nación también contempla un plan de diversificación. "Las empresas estadounidenses se han dado cuenta de que nuestra cadena de suministro de chips está demasiado concentrada en unos pocos países del mundo”, ha dicho la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, en un foro empresarial en Manila, según recoge Bloomberg.
La funcionaria señala que Estados Unidos está dispuesto a ayudar a Filipinas a duplicar sus instalaciones de chips. El país ahora cuenta con 13 instalaciones de ensamblaje, prueba y empaquetado de semiconductores, pero pronto tendrá más. De hecho, varias empresas estadounidenses motivadas por la 'Chips and Science Act’ invertirán 1.000 millones de dólares en el territorio.
El país del sudeste asiático se ha convertido en uno de los beneficiados por la administración de Joe Biden para reducir la dependencia de unos pocos países a los semiconductores. Cabe señalar que este movimiento se produce al tiempo que Washington tiene un frente abierto con Pekín. No es ningún secreto que también está trabajando arduamente para reducir el desarrollo tecnológico de China en esta industria.
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