Todos los programas piloto sobre la semana laboral de cuatro días coinciden en un dato: reducir la jornada no afecta a la productividad
La explicación se encuentra en la primera parte de esos proyectos: la optimización en la forma de trabajar a la que se someten todas esas empresas
Uno de los principales debates que el Gobierno de España tiene sobre la mesa en este momento gira en torno a la configuración de la jornada laboral. Sin embargo, el planteamiento de la jornada laboral de 40 horas que lleva vigente durante más de un siglo no es exclusiva de España. Las pruebas de la semana laboral de cuatro días que se han llevado a cabo en distintos países de todo el mundo son una evidencia de ello.
Los resultados de estas pruebas sobre la reducción de jornada, sin embargo, dejan una pregunta en el aire: ¿Cómo es posible que reducir las horas de trabajo no afecte a la productividad o incluso la mejore?
Trabajar más no implica mayor productividad. Los datos de Eurostat revelan que existe una relación inversa entre la productividad de los distintos países, y sus jornadas laborales. Es decir, que trabajar más horas, no les hace más productivos.
Por ejemplo, la semana laboral media en Alemania es de 34,9 horas, mientras que la de España es de 37,6 horas. En cambio, la tasa de productividad laboral por persona empleada y hora trabajada en Alemania se sitúa por encima de la media europea (100) con un 101,6, mientras que España se sitúa por debajo de esa media con un 97. Este no es un caso aislado de estos dos países.
Si se observan los datos de países con las jornadas laborales más cortas, como Países Bajos (31,6 horas) o Dinamarca (33,9 horas semanales) también tienen niveles de productividad más elevados, con (108,6 y 113,3 respectivamente).
Los empleados solo "están" en su trabajo. Un estudio elaborado por la plataforma de software Ringover estableció que la productividad media diaria de un empleado es de cuatro horas y 36 minutos. Es decir, si se suma el tiempo total que exclusivamente se ha dedicado al producir para la empresa, prácticamente sobra la mitad de la jornada laboral.
En la misma línea apuntan los datos del estudiode 4 Days Week Global, que revelaron que los empleados en realidad sólo son productivos 34 de las 40 horas semanales, por lo que el resto de horas, bien podrían recortarse sin tener un impacto notable sobre la productividad.
La clave es la optimización. Cada una de las pruebas sobre la semana laboral que de cuatro días que se han llevado a cabo en el mundo estaban orientadas a investigar el impacto en diferentes aspectos de la sociedad. La de Valencia, por ejemplo, puso el foco en el impacto de la reducción de la jornada en los aspectos sociales y sobre la ciudad.
Sin embargo, todas las pruebas han tenido como denominación común seis meses de auditoría preliminar por parte de la organización 4 Day Week Global. Durante esos primeros meses, la organización se encarga de asesorar a las empresas sobre cómo optimizar sus procesos diarios, integrar nuevas herramientas que hagan su trabajo más eficiente y formar al personal en el uso de esas nuevas herramientas. Reducir la jornada laboral sin efectuar antes ese ejercicio de optimización podría tener efectos negativos para las empresas.
No trabajar menos, trabajar diferente. Hacer las cosas "como se han hecho siempre" es una trampa para la productividad de las empresas. En la prueba de Alemania, por ejemplo, el 60% de las empresas redujeron la frecuencia y la duración de las reuniones, y el 25% de ellas introdujo nuevas herramientas en sus procesos. La historia ha demostrado que los grandes saltos en productividad se han basado en la conjunción de las innovaciones tecnológicas (cadena de montaje) y procedimentales (turnos laborales, formación continua).
Lo que consiguen las empresas revisando sus procesos e invirtiendo en modernizar sus herramientas es hacer más en menos tiempo. Por ese motivo, aunque apliquen una reducción en su jornada, la productividad no se ve afectada e incluso mejora sensiblemente como sucedió en el experimento alemán.
Inversión industrial a la baja. Si nos atenemos a los datos facilitados por el 'III Barómetro sobre productividad y eficiencia' elaborado por la consultora de empleo y comercio Adecco Outsourcing, encontramos que el 20,83% de las empresas en España tiene un nivel de productividad y eficiencia nulo, un 16,57% lo tienen bajo y solo el 9,3% de las empresas son realmente eficientes en sus procesos.
El estudio revela también que la gran mayoría de las empresas eficientes son aquellas con más de 250 empleados, que disponen del músculo financiero suficiente para invertir en optimización de procesos, mientras que la productividad y la eficiencia cae en picado en empresas de menos de 10 empleados.
Según un informe de Fundación BBVA, con datos de 2020, España ocupa la última posición en inversión en intangibles (I+D, software, diseño, imagen de marca, formación a trabajadores, estructuras organizativas, etc.) con respecto a sus vecinos europeos destinando solo un 40,5% de la inversión total. La media europea es del 52%, Alemania invierte el 49,2% y Estados Unidos el 62,7%.
O se invierte en mejoras, o en salario. Las posturas para paliar la caída generalizada de la productividad varían en función de cada país. Mientras que Europa o Japón están considerando mejorar sus procesos productivos para reducir el número de horas que deben pagar a sus empleados, países como Grecia o Corea del Sur parecen apostar por no invertir en mejoras estructurales y alargar las jornadas de los trabajadores.
Imagen | Unsplash (Maxime Agnelli)
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