El hundimiento del Silicon Valley Bank deja muchas novedades en el panorama financiero. La primera es que el FDIC ha decidido rescatar a todos los despositantes; la segunda, que quizá la Fed se está planteando si es buena idea seguir subiendo los tipos de interés: pero la tercera es aún más rocambolesca: hemos vivido el primer pánico bancario en la época del móvil y las redes sociales y lo que vemos es muy preocupante.
La crisis bancaria de 2008 no queda muy lejos, es cierto. Y ahí hubo pánicos, rescates y algún no-rescate que se demostró mala idea. Sin embargo en esa época las redes sociales no era universales (Twitter apenas existía y Facebook llevaba poco tiempo), los smartphones eran incipientes y los medios de comunicación monopolizaban la conversación pública. La caída del SVB nos indica que toda la regulación bancaria que se pensó entonces está desactualizada.
El pánico de Slack y los móviles
La salud del banco SVB era mucho mejor que la de muchos bancos en 2008. Y sin embargo su quiebra ha sido ultra-rápida. En 2008 muchos bancos tenían problemas de solvencia por el deterioro de activos en su balance, y en cambio lograban sobrevivir durante semanas hasta que llegaba el ansiado rescate. En cambio, en 2023 SVB tenía problemas de liquidez, por tener activos de mucha calidad pero con un vencimiento largo y cuya venta a corto plazo provocaba pérdidas.
Es cierto que SVB gestionó mal varias cosas. Primero, el típico borrow short & loan long, es decir, su base del negocio: pedir prestado a corto plazo (depósitos, que tienen liquidez inmediata) y prestar a largo plazo. Es la base del negocio bancario y puede provocar problemas si los depositantes quieren retirar su capital.
Aquí SVB tenía demasiadas inversiones a largo plazo, debían tener más deuda a corto plazo (no lo hacían porque la rentabilidad era ínfima) o al menos estar protegidos con seguros frente a subidas de tipos de interés (que podían deteriorar, como así pasó, el valor a corto plazo de sus inversiones en deuda). Por tanto, una mala gestión de riesgo bancario.
El segundo problema ha sido de timing. Intentar levantar capital para compensar pérdidas sin tenerlo atado es muy complicado, sobre todo porque la acción baja y la dilución empieza a ser importante. Y el tercer problema ha sido de comunicación. No estaban claros sus problemas cuando anunciaron su ampliación de capital, al menos no de forma totalmente transparente. Este combo infundió miedo en el mercado y provocó lo que vino a continuación.
SVB tenía un tipo de cliente muy determinado: startups y VC de Silicon Valley. Que tuviera un 94% de depósitos sin asegurar, es decir, en cuentas con saldos superiores a 250.000 dólares, dice mucho del tipo de clientes que tenían: principalmente empresas y no precisamente pequeñas.
Por tanto, cualquier noticia sobre el banco era susceptible de tener un efecto red importante. Y así fue: cuando los problemas empezaron a ser públicos, muchos emprendedores y CEOs de startups empezaron a comentar en grupos cerrados de Slack y Twitter que iban a retirar sus saldos del banco. Inmediatamente los principales clientes estaban intentando retirar sus saldos desde los teléfonos móviles. Nada de colas en la puerta del banco (que también las hubo), sino gente con el móvil haciendo transferencias de millones de dólares.
¿El resultado? El jueves 9 de marzo hubo una retirada de 42.000 millones de dólares en depósitos (de los aproximadamente 175.000 millones que tenían). Casi 4.200 millones por hora. ¿El anterior récord en EEUU? El Washington Mutual tuvo unas retiradas de 16.700 millones de dólares en 2008, pero en una semana.
La normativa bancaria no estaba preparada para esto
Desde la crisis de 2008 se cambiaron muchas normas bancarias para mejorar la solvencia de las entidades. Si los activos en los que estaban invertidos los bancos eran malos, el capital propio tenía que ser muy alto, y viceversa. El objetivo es que el banco tenga un colchón ante retiradas de depósitos y deterioro de activos.
Pero la idea de un pánico bancario en 2008 es gente que retiraría el capital en las oficinas, ya que la banca online era todavía algo novedoso y desde luego sin teléfonos móviles y sin redes sociales (abiertas o cerradas) que crearan el pánico en cuestión de horas. De hecho, dudo que algún banco pueda sobrevivir a una retirada del 25% de los depósitos en un único día como el SVB incluso sin tener problemas de gestión de riesgo.
Esta claro que la normativa bancaria tiene que evolucionar. Lo primero que ha hecho EEUU para evitar efecto contagio es proteger el 100% de los depósitos (un tipo de rescate que, dentro de los incentivos perversos que crea, es de los mejores, pues se protege al cliente sin proteger al accionista ni a otro tipo de deudor). Pero está claro que hay que hacer algo más.
Lo primero es tener en cuenta que los pánicos bancarios pueden ser muy rápidos. Los rumores pueden descontrolarse en cuestión de horas y las retiradas bancarias también. Igual que en el pasado se cerraban los bancos ante este tipo de crisis, las autoridades deberían tener capacidad muy rápida de reacción para tranquilizar al público. ¿Qué hubiera pasado si la FDIC hubiera dicho el mismo jueves que los depósitos estaban garantizados? Seguramente hubiera parado la fuga.
Pero esta garantía puede ser muy cara y para evitarlo se necesita todavía regulación más estricta de los riesgos que puede tomar la banca. Ya hay quien habla de recuperar el Chicago Plan de los años 30: una propuesta para impedir que los bancos usen el dinero de los depositantes para conceder créditos. Pero esto tiene implicaciones muy importantes para la economía, ya que la creación monetaria queda completamente en manos de los Bancos Centrales, los costes bancarios aumentarían y el crédito sería más restringido. Eso sí, no habría más pánicos bancarios.
Imagen | GTRES
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