En una empresa hay errores que se diluyen en poco tiempo, por ejemplo, dar una mala contestación a un cliente importante y que tres comerciales tengan que invitarle a una cena para pedir perdón, asegurar que no volverá a ocurrir y ofrecer un descuento a cambio de que no cambie de proveedor.
Luego hay errores de los que cuestan dinero. Por ejemplo, sobredimensionar un departamento y luego estar años haciendo el puzzle de las recolocaciones. Y luego están los errores que cambian el destino de compañías enteras. Es probable que Zuckerberg haya cometido uno de estos en Meta.
Urgencias a largo plazo
Meta creció exponencialmente durante toda la década pasada gracias a Facebook, se hizo acertadamente con Instagram como el vehículo que continuaría con ese crecimiento durante la transición del escritorio al móvil, y puso el colofón con un crecimiento explosivo tras la pandemia.
Como tantas otras tecnológicas, le debió resultar difícil imaginar entonces, otoño de 2021, lo oscuro que se pondría todo poco después. En aquel último trimestre del año superó las expectativas de ingresos, reventando el contador muy por encima de los 30.000 millones de dólares en solo noventa días, una cantidad a la que nunca habían llegado antes y que todavía no han vuelto a alcanzar.
Los ingresos no es que se hayan hundido durante 2022, pero ya no experimentan el crecimiento de antaño. El problema, en cualquier caso, está en el flujo de caja libre de Meta.
Veamos algunos titulares de medios financieros en los últimos meses de 2021:
- The Motley Fool: Cómo el poderoso flujo libre de caja de Facebook podría elevar su acción
- Nasdaq: El enorme flujo de caja hace que la acción de Facebook valga más de 500 dólares
- Seeking Alpha: Facebook tiene un tremendo flujo de caja
No se trata de ser ventajista, sino de señalar el buen clima que rodeaba a Meta hace un año. Especialmente los primeros trimestres de 2021 fueron colosales en cuanto a generación de flujo de caja libre y le permitieron acabar el año con casi 13.000 millones de dólares. Hoy esa cantidad es de 0 dólares.
En los últimos tiempos Meta ha disparado sus costes mientras sus ingresos se han reducido. Esta situación tiene varios culpables:
- iOS 14.6. La versión del sistema operativo del iPhone que fue lanzada a finales de 2020 e incluía la medida de transparencia de rastreo, que permitía al usuario solicitar a sus aplicaciones no ser rastreado. Esta medida cercenó la capacidad de Meta para segmentar su publicidad, haciéndola menos efectiva, y por tanto, más barata.
- TikTok. La aplicación que puso a bailar al mundo es una incómoda piedra en el zapato de Meta. Y cada vez más grande. Al contrario que con Snapchat, la réplica de Instagram incluyendo su función no ha podido destronarla. Y esta le va comiendo terreno.
- El metaverso. Zuckerberg se puso como objetivo liderar la siguiente gran ola tras el smartphone y en desarrollar esa plataforma se terminó fundiendo ese flujo de caja libre. Una apuesta tan enorme como arriesgada: más de una quinta parte de su facturación anual se fue en I+D, y la mayoría de esa cantidad fue al metaverso.
¿Cuál es el problema entonces? El tiempo. Nada hace pensar que Apple vaya a dar marcha atrás en su política de transparencia y consentimiento para el rastreo (otro día hablamos de que no es únicamente un gesto hacia el usuario, sino un incentivo para que la monetización llegue vía compras in-app y suscripciones, donde cobran una comisión). Tampoco hay indicios de que TikTok vaya a bajar la persiana.
¿Y el metaverso? Pues eso. El tiempo. El tiempo para desarrollarlo de forma eficaz para lograr un producto convincente (lo logrado hasta ahora es bastante poco atractivo). El tiempo para captar a desarrolladores que hagan de él un escenario social y entretenido como para que empiece a ser considerado un lugar al que acudir. El tiempo para que los cascos de realidad virtual se hagan algo más asequibles. Y sobre todo, el tiempo para que los usuarios encuentren la motivación para hacerse con uno.
Demasiado tiempo cuando el flujo libre de caja se ha esfumado y las estimaciones que dio la empresa en su última presentación trimestral de resultados hablaban de unos gastos anuales consolidados de unos 100.000 millones de dólares (entre un 8% y un 15% por encima de lo esperado). Demasiado tiempo cuando en un momento en el que harían falta más ingenieros, diseñadores y comerciales que nunca ha habido que acometer despidos.
Demasiado tiempo cuando hay un cambio de paradigma de por medio. El iPhone inauguró la era del smartphone moderno pero esta figura no empezó a hacerse masiva hasta que pasaron cinco años desde aquel modelo. ¿Cuánto puede llevar algo que ni siquiera tiene un predecesor claro y que implica un cambio en la forma de interactuar?
Meta se acostumbró a un estilo de vida en el que podía reinvertir cuanto quisiera de sus ganancias porque las del ejercicio posterior serían no menos de un 30% superiores. Ahora esos fundamentos se tambalean, ha habido que recurrir a los despidos y queda esperar a que los Reels combatan lo suficientemente bien a TikTok, y que los cascos Oculus, muy superiores al precio promedio que necesitó el smartphone para popularizarse, puedan dar frutos más pronto que tarde.
Meta también tenía en marcha un proyecto de reloj inteligente orientado a ser la primera pata de su sistema de interfaces neuronales, pero ya fue cancelado. No era una forma de asegurar ingresos a corto plazo, sino todo lo contrario. El metaverso tampoco asegura facturación rápida, pero Meta ya ha invertido demasiado en él como para recular sin más. Sería mucho mejor si pudiesen acelerarse los plazos, pero no. Meta necesita que el reloj avance mucho más rápido. Pero 2023 tampoco tiene por qué ser mucho mejor.
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