Reconocer que no se han tomado las decisiones adecuadas desde los puestos directivos no siempre es sencillo. Ese ejercicio requiere asumir responsabilidades y reconocer un cierto grado de humildad. Esos no son rasgos muy populares entre los millonarios que ahora han encontrado un nuevo chivo expiatorio sobre el que verter todas las culpas: el teletrabajo.
Con Gurner empezó todo. El primero en abrir la veda ha sido Tim Gurner, un promotor inmobiliario de lujo australiano que, ante el descenso de las ventas en su empresa, arrojó sapos y culebras contra el teletrabajo y el empoderamiento de los empleados tras la pandemia.
“Necesitamos ver como el desempleo aumenta hasta el 40 o 50% y ver cómo la economía sufre para recordarle a la gente que ellos trabajan para las empresas, no al revés” dijo el CEO australiano. Sus declaraciones no dejaron títere con cabeza, y el empresario arremetió contra el teletrabajo, los salarios e incluso el apeló por la teoría del caos en el que todo debe cambiar para mantenerse como estaba antes de la pandemia y el auge del teletrabajo.
Si no facturo como antes es por el teletrabajo. Envalentonado por las declaraciones de Gurner, Barry Biffle, director ejecutivo de Frontier Airlines, ha afirmado poco menos que el teletrabajo es el responsable de los problemas comerciales por los que está pasando su compañía. "Nos volvimos perezosos con el COVID. En serio, la gente todavía permite que la gente trabaje desde casa, todas estas tonterías, ¿verdad? Todo eso se acabó. Así que necesitamos que la gente vuelva a la oficina".
Frontier Airlines se enfrenta a los mismos problemas que otras compañías tras la pandemia: una seria caída en la demanda de vuelos nacionales, encarecimiento del combustible y unas plantillas sobredimensionadas fruto del exceso en la contratación durante la pandemia. Sin embargo, en lugar de aceptar que no han tomado las decisiones correctas para atraer a los clientes, ahora utilizan el victimismo para echarle la culpa de todo al teletrabajo.
Michael Bloomberg tampoco está contento con el teletrabajo. Según Forbes, Michael Bloomberg es la séptima persona más rica del mundo con una fortuna valorada en más de 94.500 millones de dólares, pese a que ni siquiera aparece en el listado de millonariosque publica el medio que lleva su apellido. En una entrevista con la CBS, el magnate de la comunicación también se ha mostrado contrario al teletrabajo. "Si crees que [el trabajo] se puede hacer en casa, no lo sé. Pero sí sé que todos los campos de golf de los que he oído hablar en los últimos tres años han tenido cifras de récord, ¿vale? Es gracioso, pero trágico”, afirmó el ex alcalde de Nueva York.
Las declaraciones del millonario son una buena muestra de lo que Microsoft denominó la Paranoia de la productividad y que refleja la desconfianza de los supervisores hacia los empleados que no están presentes en la oficina ante el temor de que no estén cumpliendo con su trabajo, incluso aunque los datos de productividad indiquen que sí lo están haciendo.
A vueltas con la productividad. La caída en la productividad es uno de los principales argumentos que se están usando para acelerar el paso en la vuelta a la oficina, pese a que ningún estudio ha sido capaz de acotar con la precisión que aportan los datos si la productividad realmente ha caído o no. Tal es la falta de datos fiables que incluso Goldman Sachs ha intentado obtener ese dato sin llegar a ningún resultado concluyente.
Ante la falta de datos sólidos del impacto del teletrabajo en la productividad, aparecen dudas y sospechas sobre los motivos reales que empujan a millonarios y grandes corporaciones a aniquilar el teletrabajo con tanta vehemencia. Es entonces cuando la mano negra de los intereses inmobiliarios y las inversiones millonarias de gran banca salen a relucir.
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Imagen | Flickr (Center for American Progress), LinkedIN
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