Que una dependencia excesiva en la cadena de suministros no resulta buena idea es algo que la pandemia nos ha hecho aprender a la antigua usanza, con aquello de la letra a las malas entra. La teoría está clara. La práctica ya es otro cantar. El sector tecnológico sigue muy ligado a China en uno de los eslabones más estratégicos, influyentes y sensibles de su cadena, el de las “tierras raras”, los famosos 17 elementos químicos que, si bien poco tienen de tierra e incluso de raros, son esenciales para la fabricación de turbinas, coches eléctricos o lásereres. Y eso entre un larguísimo etcétera.
En Occidente es algo que se tiene muy presente.
Tanto, que se aprecian ya movimientos claros para paliar esa situación.
El sector nórdico saca músculo. Una de las últimas noticias de calado en el sector minero de las tierras raras llegaba hace menos de un mes desde el Mar del Norte. LKAB, compañía estatal sueca y una de las referencias europeas en la minería de hierro, daba el paso a principios de noviembre para invertir y lograr un peso clave en la firma noruega REEteC. Así dicho puede parecer algo menor, sin trascendencia, pero el objetivo de fondo sí lo tiene y las propias empresas lo admiten abiertamente.
“LKAB planea extraer elementos de tierras raras como subproducto de nuestra extracción de mineral de hierro. Junto con REEtec, crearemos la base para una cadena de valor nórdica fuerte y sostenible para metales de tierras raras”, explicaba el presidente y director ejecutivo de LKAB, Jan Moström, al anunciar la operación. La compañía afirma haber desarrollado “una tecnología innovadora” para separar elementos de tierras raras y “competir con la producción dominante de China”.
Con la vista puesta en Europa. El movimiento no se limita ni mucho menos a Escandinavia. Su horizonte es bastante más amplio y se centra en Europa y el conjunto de Occidente. LKAB vaticina que la demanda de metales de tierras raras para su empleo en coches eléctricos y turbinas eólicas se multiplicará por más de cinco para 2030, un panorama no demasiado alentado si se tiene en cuenta hasta qué punto Europa depende de las importaciones y el peso dominante de China.
“Dado que Europa no extrae estos materiales y tiene una capacidad de procesamiento marginal, la colaboración de LKAB y REEtec marca el inicio de algo nuevo en Europa. El plan es que la primera fábrica de REEtec, en Herøya, esté lista para la segunda mitad de 2024, y que una segunda fábrica, prevista para 2026, pueda procesar material de LKAB que estará disponible a partir de 2027”, señala la compañía sueca. REEtec ha recaudado en total 116 millones de euros para financiar su primera planta para separación de elementos de tierras raras. LKAB ha decidido lanzarse con fuerza al proyecto, aportando cerca de 39 y asumiendo además un peso decisivo como inversor.
¿Qué números manejan? LKAB calcula que la primera factoría de separación de elementos de tierras raras en Herøya producirá 720 toneladas neodimio y praseodimio, lo que se correspondería, asegura, con cerca del 5% de la demanda europea. De cumplirse el cronograma que se ha marcado, la producción arrancaría en 2024 aprovechando la tecnología desarrollada desde 2008. En LKAB avanzan además un pacto con Vital Metals, en Canadá, de donde llegará materia prima para la primera fábrica. El acuerdo, detalla la compañía sueca, “permitirá triplicar los volúmenes”.
La huella de Canadá. Noruega y Suecia no son los únicos países de Occidente que quieren tener algo que decir en la minería de tierras raras. En 2021 Vital Metals arrancó su producción en la mina de Nechalacho, al norte de Canadá, y en mayo dio otro paso al entregar sus primeros concentrados. “Nechalacho acoge un recurso de clase mundial de 94,7 Mt a 1,46% REO [Rare Earth Oxide]”, zanja la compañía, que se reivindica como el primer productor de tierras raras de Canadá y el segundo de América del Norte —el otro es Mountain Pass, en California— y avanza que su objetivo pasa por producir un mínimo de 5.000 toneladas de REO contenido en Nechalacho ya para 2025.
El Gobierno es perfectamente consciente del potencial del país y está decidido a respaldarlo. El Ejecutivo dirigido por Justin Trudeu, detalla El País, tiene presupuestados 3.800 millones de dólares precisamente para acompañar su Estrategia de Minerales Críticos, en el que se incluyen las valiosas tierras raras. Además de la mina de Nechalacho, hay otros proyectos de explotación sobre la mesa repartidos por puntos del territorio como Saskatchewan, Quebec o Terranova y Labrador.
Con la vista puesta en Groenlandia… Relativamente cerca de Canadá, en Groenlandia, hay otra importante fuente potencial de recursos que tampoco ha pasado inadvertido al sector privado. Hace poco la canadiense Neo Performance Materials alcanzaba de hecho un acuerdo para explotar en uno de sus grandes yacimientos, el de Sarfartoq, en el suroeste de la enorme isla. En él hay neodimio y praseodimio, elementos clave para los imanes que emplean los coches eléctricos o las turbinas.
… Y en los laboratorios. No todos los esfuerzos de Occidente pasan por buscar y explotar yacimientos. Algunos se centran en los laboratorios. Hace varias semanas investigadores de la Universidad de Cambridge, mano a mano con colegas de Austria, publicaban el descubrimiento de un método prometedor que podría permitirnos fabricar imanes de alto rendimiento prescindiendo de las tierras raras y, lo que es lo mismo, aportando una vía alternativa para aligerar el dominio chino.
La clave de su hallazgo es la tetrataenita, una aleación de hierro y níquel con una estructura atómica particular y valiosas propiedades. En condiciones naturales su formación dura millones de años, pero en Cambridge han abierto la puerta a un escenario prometedor: lograr tetrataenita en el laboratorio de forma artificial, con un coste razonable, a escala... y sin tener que esperar millones de años.
Una carrera con múltiples actores. Si bien Suecia, Noruega y Canadá muestran quizás los movimientos más recientes para establecer una cadena de suministro occidental, una estructura capaz de aligerar la dependencia de China tras décadas marcadas por la deslocalización de la industria y la subcontratación, no son ni mucho menos las únicas en mover ficha.
La Unión Europea y EEUU se han puesto manos a la obra para reducir su dependencia de la importación de metales críticos y materias primas clave. “Tenemos que evitar caer en la misma trampa y dependencia en la que caímos con el petróleo y el gas”, reflexionaba en septiembre la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, en referencia precisamente al origen de las materias críticas y tierras raras. Reino Unido, Australia o Turquía tampoco se han quedado quietas.
Un proceso cargado de retos. El objetivo es ambicioso. Los retos que habrá que superar en el camino, también. Uno de los más complejos es el encaje entre la explotación de los yacimientos y el rechazo que puedan generar por su impacto. Ya ha ocurrido en Groenlandia, donde hace no mucho un consorcio que incluía una empresa estatal china ya miró con interés un depósito de tierras raras localizado al sur de la isla. La oposición local y el temor a su impacto medioambiental acabaron sin embargo bloqueando el proyecto. La preocupación va más allá de los ciudadanos: las autoridades de la isla, que forma parte del Reino de Dinamarca, trabajaban hace un año en una legislación para prohibir la extracción de uranio y cesar el desarrollo de una mina con tierras raras, Kvanefjeld.
Un control que va más allá de la extracción. Otro desafío es aflojar el férreo control de China sobre la cadena de suministro, en la que tiene un peso aplastante: el 60% en la minería y 87% en el procesamiento. Su dominio, recuerda Quartz, implica que para reducir la dependencia no llega con extraer más tierras raras fuera de China. El gigante asiático, un sólido vendedor y comprador, está “presente en cada etapa tanto como un monopolio como un monopsonio”, señala Andy Mok, “lo que hace que sea muy difícil penetrar significativamente en la cadena de suministros”.
El intento, eso sí, resulta crucial. Como advertía von der Leyen: “De las 30 materias primas críticas hoy en día, 10 se obtienen mayormente en China. Y China controla básicamente la industria mundial de su procesado. Casi el 90% de las tierras raras, el 90% y el 60% del litio se procesan en China”.
Imágenes: Dylan Leagh (Unsplash) y 李大毛 没有猫 (Unsplash)
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