Empezar el curso creando una empresa (real) y que la evaluación sea tu cuenta de resultados, las visitas a clientes y la valoración que hagan tus compañeros/socios de negocio de ti y tu actitud.
Ésta es, a grandes rasgos, la propuesta de TeamLabs, un centro de educación que se define a sí mismo como “laboratorio de aprendizaje radical” en el que las fronteras entre lo académico y lo profesional -aseguran- se difuminan. “Aquí no se estudia y luego se trabaja o al revés. Más bien se emprende directamente”, en palabras de su responsable de prensa, Isabel Ávila.
Replicando modelos de Finlandia
Paradigma desde hace años como el mejor modelo educativo europeo, TeamLabs basa su metodología de trabajo en Finlandia, más concretamente en el Centro de Excelencia en Emprendimiento de la Universidad de Jyväskylä.
Sus tres principios son: aprender haciendo, emprendimiento en equipo y viajes de aprendizaje internacionales. A ello se suma la experiencia empresarial y cooperativa de Mondragón, en el que cooperan varias empresas pero con un fin educativo e innovador.
Algunas de las empresas creadas por sus alumnos han conseguido cierta notoriedad, como Nostoc, biotecnológica que se basa en un fertilizante de origen natural, o Sheedo, un papel creado con algodón y semillas en su interior que se puede imprimir.
Título oficial de grado por 38.000€
TeamLabs ofrece tres tipos de formación: una corta a modo de píldoras formativas (de entre 10 y 15 horas de duración), una especie de máster para profesionales que quieren reorientar su carrera, y un título oficial con rango de grado, denominado Leinn.
Para hacer este grado universitario, de cuatro años de duración, hay que aprobar selectividad y pasar una entrevista personal. No hay nota de corte (“no creemos en este sistema de evaluación”) ni es necesario que provengas de ningún tipo de rama (letras o ciencias, “todo es necesario complementario y enriquece al equipo”). Cada curso académico cuesta 9.500 euros.
Dentro de los créditos que constituyen esta formación, hay varios viajes obligatorios: durante el primer curso los estudiantes van a Finlandia durante 6 semanas aproximadamente. En segundo, acuden a San Francisco durante un mes. En tercero, la estancia se prolonga dos meses en China y 2 meses en la India. “No son viajes de turismo. Los alumnos marcan su propia agenda de qué quieren hacer en esos viajes. Tienen que establecer sus oficinas en esos países, en espacios de coworking y deben hacer lo mismo para sus proyectos que en España: visitar clientes, proveedores, bancos…”, explica Ávila.
El coste de estos desplazamientos se cubre en parte con la matrícula. Pero los alumnos también pueden “reinvertir los beneficios de su empresa en estas actividades”, asegura la responsable de prensa.
Por ejemplo, uno de los miembros de Sheedo está realizando su último curso de carrera en China, donde aprovecha para negociar con proveedores y clientes.
Primera asignatura: crea tu propia empresa
Este grado oficial universitario se basa en crear tu propia empresa, en la que tus compañeros de clase pasan a ser tus socios. Esta empresa es real, yendo al notario para su constitución (generalmente como Junior Empresa) al mes de iniciar la formación.
A partir de ahí, los alumnos deben poner en marcha su negocio, realizando actividades como visitar a clientes, vender su proyecto a posibles inversores, buscar financiación, hablar con proveedores, etc. Aunque los profesores de TeamLabs pueden recomendar a quién visitar o acudir, los alumnos suelen llamar a puerta fría y no deben presentarse como estudiantes, sino como responsables de la empresa que hayan montado.
Uno de los principales indicadores para hacer la evaluación es a través de la facturación de las empresas, así como de las visitas a clientes y la lectura de libros recomendados por los tutores.
“Nos gusta decir que nuestra universidad es el mundo. Por eso, invitamos a los alumnos a que salgan a eventos y hagan viajes de aprendizaje. Pretendemos formar a jóvenes con una mentalidad global, que sean capaces de crear proyectos innovadores -con tecnología o no- pero con un impacto social en el mundo”, asegura José Luis Casal, uno de los coaches o tutores de TeamLabs.
En función de cómo vaya evolucionando la empresa a lo largo de los cuatro años de universidad, se va viendo sobre la marcha la conveniencia o no de escalar la empresa hacia otro tipo de figura (como una Sociedad Limitada).
Los alumnos se dividen en grupos de trabajo, con unos 20 miembros por equipo. De ahí salen ideas y proyectos. “No todos salen adelante. No todos funcionan. Y, en los que siguen funcionando, no tiene porqué estar implicado todo el equipo inicial, sino algunos pocos quizá. O dando entrada a alguien de fuera. Es en estos momentos cuando ya se empieza a dar forma más de sociedad limitada el proyecto que están creando”, explica José Luis Casal.
Es decir, que esta primera empresa no se tiene que dedicar a nada en concreto, sino que se irá definiendo durante la formación. “A lo largo de los 4 años van a poner en marcha muchos diferentes tipos de proyectos, luego se va definiendo”.
No hay parciales, hay cuenta de resultados
Como título oficial de grado, Leinn está estructurado en créditos y sujeto al plan Bolonia. Pero no existe el concepto de parcial en enero y en junio, aunque sí se llevan a cabo evaluaciones semestrales.
“Son los propios alumnos los que llevan a cabo sus procesos de evaluación. Hay unos indicadores y unas competencias que hay que ir desarrollando durante estos 4 años. Ellos se valoran a sí mismos y a los compañeros en estas competencias”.
Sí se hacen algunos exámenes “porque nos obligan, pero son los mínimos y representan un porcentaje muy bajo” de la nota. Por ejemplo, en matemáticas financieras se realiza un examen, pero se ha adoptado un método estilo boot camp. De esta forma, la instrucción se desarrolla en 2 semanas, con examen el último viernes.
Acabado los estudios, ¿cierre de la empresa?
La creación y el desarrollo de una empresa es el hilo conductor de esta formación. Acabada la formación y conseguida la titulación, no todas las empresas creadas por estos estudiantes siguen adelante, pero otras sí.
Gloria Gubianas, una de las integrantes de Sheedo, nos cuenta que la idea de los miembros del equipo es continuar con su empresa una vez acaben en junio la carrera, aunque es algo que aún tienen que hablar y concretar. “Es complicado porque es un papel artesanal y hay que encontrar el nicho de mercado al que no le importa pagar más sabiendo que el resultado, quizá, no sea el que tú esperabas. Como es un producto caro, la gente lo quiere perfecto” y hay veces que hay que repetir el pedido “y perdemos dinero. Por eso los ingresos que tenemos los estamos reinvirtiendo en mejorar nuestros procesos”.
Desde que la empresa lleva en marcha ha conseguido facturar 60.000 euros, según sus cálculos, aunque uno de los problemas con los que se encuentran es que las empresas les pagan a 60 días, lo que complica su cuenta de resultados.
Esta alumna se decantó por la carrera porque ya había tenido experiencias parecidas en su colegio, donde las metodologías son parecidas. “No quería hacer ADE (Administración y Dirección de Empresas) porque no me gusta la economía pura y dura. No tenía ningún objetivo cuando empecé, llegaba con cero expectativas. Lo mejor es la comunidad, toda la gente que conoces”, explica.
Mucho más que post-it
Gloria Gubianas también nos cuenta que se ha tenido que enfrentar a todo tipo de comentarios. “Mi primo siempre me decía en primero de carrera que lo único a lo que me dedicaba era a poner post-it de colores en la pared”, ironiza.
Sin embargo, asegura que tiene que dedicar las mismas horas que cualquier otro estudiante de otra carrera a hacer su trabajo. “La diferencia es que, mientras mi mejor amiga dedica las horas a estudiar Farmacia, yo estoy haciendo cosas o peleándome con la gente”, sonríe. “Lo que menos se entiende es que incluso los fines de semana o vacaciones tengo que estar pendiente de mi empresa y proyecto”, se lamenta.
Aunque parezca un coworking, es una universidad
Las instalaciones de TeamLabs en Madrid se asemejan más a los típicos espacios de coworking que a una universidad. No encontrarás aulas magnas, ni auditorios ni clases para 200 alumnos en escalera.
Tampoco verás clases magistrales ni alumnos tomando apuntes. TeamLabs defiende su sistema de trabajo en laboratorios y talleres (espacios que los propios alumnos pueden personalizar en función de sus gustos) en lugar de en aulas y con un sistema en el que no hay profesores al uso sino, entrenadores. Ni siquiera hay un calendario cerrado de clases.
“Los alumnos vienen a trabajar como cualquier persona en su oficina. Tienen días donde todo está programado (dos veces a la semana tienen reuniones grupales con su entrenador, de 4 horas cada sesión) y otras en las que van marcando su horario sobre la marcha”, explica Ávila.
En estas reuniones se plantean como conversaciones (que deben estar organizadas, incluso con los tiempos que tiene cada persona para intervenir) sobre la organización y el trabajo para, al final de la formación, convertirse en una reunión de empresa, firmando incluso las actas. En estas uniones se trata todo: desde cuestiones legales, comerciales, de organización, de aprendizaje, se comparten ideas, proyectos, hallazgos, aprendizajes…
Aunque hay unos objetivos y unos indicadores que tiene que cumplir, estas sesiones están lideradas por los mismos alumnos y no por el entrenador, concebido más como una figura que les escucha y guía. “Ellos lideran su propio proceso de aprendizaje. Mi intervención suele ser más con preguntas, orientando el trabajo y la resolución de conflictos”, argumenta Casal. “No hay la figura de profesor/alumno sino que es un aprendizaje entre pares, en el que puedes aprender de cualquier persona y de cualquier situación”.
“El diálogo es algo fundamental en esta formación. Cuando acaban la carrera, cada equipo ha tenido más de 1.000 horas de conversación con su grupo de trabajo”, insiste Isabel Ávila.
Las herramientas las buscas tú
Las herramientas de trabajo de esta universidad son meramente tecnológicas y digitales, pero cada equipo de trabajo es responsable de buscar las suyas. Todos tienen un disco duro virtual donde comparten toda la información y son libres de elegir las herramientas de productividad y de comunicación que decidan.
Los tutores se encargan de sugerir algunas, pero intentando siempre que cada equipo se busque la vida. E insisten: la empresa que constituyen es la herramienta principal de aprendizaje de los alumnos.
La metodología premia al equipo como consecuencia del trabajo individual. “Si funciona los indicadores individuales funciona el equipo, y al revés. Por eso ellos mismos se recriminan los unos a los otros cuando alguien no está cumpliendo con su labor”, asegura Casal.
En las instalaciones de TeamLabs también hay una impresora 3D de tamaño industrial, una fresadora láser y otro tipo de herramientas para que los alumnos puedan hacer incluso prototipos de los productos que diseñan. Por ejemplo, uno de los grupos ha creado una personalización para las tablas de skate.
No te voy a advertir de los peligros
Los entrenadores actúan como supervisores de las acciones que toman los estudiantes, pero dejándoles que experimenten en sus propias carnes la realidad de las acciones.
Por ejemplo, un grupo de trabajo decidió comprar fundas para móviles y personalizarlas. Hablaron con proveedores de China e hicieron un pedido. “Se las prometían muy felices, porque no tuvieron en cuenta el tema de las aduanas ni las inspecciones de Hacienda. No les dijimos nada. Dejamos que se topen ellos mismos con esta realidad”, explica Casal.
Según explica TeamLabs, al principio la mayoría de las empresas que forman los estudiantes son de intermediación. Son proyectos que exigen mucho movimiento de vender, coger ritmo y salir a la calle. Suelen ser ideas pequeñas y abordables. Si funcionan, aparecen otras de un empaque mayor, que es lo que suele definir su proyecto de fin de Grado.
De ti depende tu equipo
Los responsables de esta institución aseguran que el cambio es duro, porque los alumnos provienen de sistemas de enseñanza individualistas donde se reciben lecciones de los profesores para pasar a un sitio sin horarios, donde hay que autoorganizarse con un equipo.
Uno de los alumnos de primero también nos contaba que era duro, “aunque mola (sic) el cambio. Parece todo muy bonito, con estas habitaciones de colores, al estilo startup, pero hay que currar mucho”.
El apoyo de los padres resulta fundamental. “Nuestro sistema funciona si padres e hijos están de acuerdos, ya que es una carrera que necesita mucho apoyo y no es muy tradicional”, reconoce Isabel Ávila.
TeamLabs también tiene tasas de abandono, aunque según sus responsables están en línea con la media. “Es una carrera en la que hay mucha disciplina. Tu propio grupo te pone en tu sitio. Es duro, aunque te lo pases muy bien. Es como la vida del emprendedor: no tienes horarios, trabajas mucho, tu equipo te exige mucho. Hay gente que no soporta este ritmo o que pensaba que era otra cosa”, relata la responsable de prensa.
No solo de emprendedores vive el grado
¿El objetivo es formar emprendedores? “No buscamos necesariamente que todos los estudiantes acaban teniendo su propia empresa”, aunque lo cierto es que más del 50% monta su empresa o continúa con la que desarrollan en sus estudios.
Otros terminan como intraemprendedores porque “muchas grandes empresas también están buscando esta figura, gente que fomente la innovación en las empresas más tradicionales”. Alrededor de un 30% de los alumnos de Leinn trabajan como intraemprendedor en otra gran empresa, según sus propios datos.
Pero, ¿qué salidas laborales tiene este título universitario? ¿Compensa más o menos que hacer un grado en Administración y Dirección de Empresas (ADE)? Nos hemos puesto en contacto con varios expertos de Recursos Humanos para conocer su visión y valoración.
Así, desde Adecco nos aseguran que la titulación Leinn es tan nueva que aún no se puede valorar el éxito o su aceptación en el mundo laboral, mientras que desde Randstad tampoco tienen información suficiente como para hacer una valoración de este grado universitario y sus salidas laborales.
Fotos: TeamLabs
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